"Hoy sabemos, con una considerable certeza,
que los pájaros emigrantes diurnos utilizan la posición del sol para
orientarse y que esto ocurre, no porque vuelen sencillamente en
determinado ángulo respecto al sol, lo que les conduciría a
equivocaciones seguras, sino que están en condiciones de registrar en
sus órganos nerviosos el curso real de la hora del día determinando todo
cambio de posición solar y cambiando, a base de esas dos cantidades, el
ángulo de vuelo respecto al sol, con lo cual logran mantener una
dirección constante. Similar es lo que ocurre con los pájaros emigrantes
nocturnos. Con cielo claro, se orientan por las constelaciones."
(Adolf Portmann, o. cit., pág.: 142.)En otro local, y esta misma tarde, he visto una pintura al óleo sin enmarcar, una copia de Joven peinándose de Pierre Auguste Renoir, firmada por C. Sastre y fechada en 2007. El cuadro original data de 1894 y tiene unas medidas de 53 x 44 cm (creo que la copia es ligeramente más pequeña). Renoir trató este tema en varias ocasiones, mujeres que se peinaban, pero de todas las que conozco ésta es la que más me gusta, la que me parece más hermosa y sensual. Para ser una copia no era barato, y estaba algo deteriorado. Había otros cuadros de Sastre (del que, por cierto, no he hallado ni rastro buscando en Internet), paisajes sobre todo, nada del otro mundo. Sin embargo, el falso Renoir tenía un brillo especial. No lo he comprado y ahora me arrepiento. He decidido volver mañana e intentar conseguir una rebaja en el precio. Si encontrase además un marco que le fuese bien, tal vez dorado, la pieza valdría la pena.
Pierre Auguste Renoir.
Los dos casos anteriores me hacen pensar de nuevo en lo acertado o erróneo de seguir comprando libros, seguir escribiendo y seguir pintando. Quizá algún día mi biblioteca acabe maltratada en viejos almacenes; y mis dibujos y pinturas quién sabe dónde. A veces me duele, no puedo evitarlo, el destino de algunas cosas, su pérdida de valor cuando escapan de las manos de sus creadores. El original de Renoir está en Nueva York, en la Lehman Collection, cuidado, protegido y admirado por muchos. Mientras esta humilde copia acumula polvo y rozaduras entre un caos de muebles, cerámicas y mil objetos diversos y huérfanos.
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