sábado, 30 de abril de 2016

MANUELA MAMELI / AUTUMN LEAVES

ACUERDOS Y DESACUERDOS

ACUERDOS Y DESACUERDOS

No, la mayoría de las personas no tiene libertad de pensamiento.
Tienen o pueden tener libertad de expresión
(otra cosa es que se decidan a usarla);
pueden exigirla, como si no la tuvieran, como si necesitaran permiso,
pero la tienen, con sus desahogos y sus riesgos,
e incluso tienen la libertad de guardar silencio.
Pero libertad de pensamiento, la mayoría no la tiene,
puesto que el pensamiento es lo más fácil de condicionar,
más aún que la palabra, que siendo incluso limitada
puede ser certera.

De acuerdo con las dulces uvas negras, con o sin semillas.
De acuerdo con los limones ácidos verdes y amarillos.
De acuerdo con los vinos blancos al pie de los volcanes.
De acuerdo con las cerezas rojas,
con las naranjas naranjas y con las aromáticas mandarinas.
De acuerdo con los vinos tintos que superan años
y vuelven a la vida.
De acuerdo con los ásperos y rosados lichis,
con los nísperos maduros y las resistentes nueces.
De acuerdo con los vinos del norte, las viñas congeladas
y la botrytis cinerea cuando es noble.

De acuerdo con todo eso y con la "proposición de existencia"
de Lewis Carroll, con una variante
que no niega su carácter real:
"algunas cosas existentes son hombres corruptos".
En desacuerdo con Sören Kierkegaard:
no se elige pensar esto o aquello, se piensa esto o aquello
(o ambas cosas a la vez o -lo que parece imposible-
no se piensa nada y, a pesar de ello, se siente uno vivo).

¿Es imaginable pensar que una uva, un limón, una cereza...
no piensen y, a pesar de ello, se sientan vivir?
¿Es imaginable pensar que existan hombres honestos?
La libertad de expresión ni hace ni revela al hombre,
ni lo convierte en honesto o deshonesto.
La libertad de pensamiento, tampoco.
El hombre es lo que es, como la uva, el limón, la cereza...

Algunos hombres son fanfarrones y pendencieros,
y otros son fabuladores, acomplejados, soberbios;
los atributos del hombre son numerosos
como las uvas en las viñas, los limones en los limoneros,
las cerezas en los cerezos...
Al establecer relaciones entre hombres y uvas
saltan las diferencias:
la podredumbre de unas produce vinos exquisitos;
la de los otros, necios y malvados.

Con el juego de la lógica se puede estar de acuerdo
y en desacuerdo.
Que el placer sea nocturno y el dolor diurno es discutible.
Que la vida real sea falsaria y el sueño verdadero
es discutible.
Pero al final resultará innegable,
según la experiencia y el conocimiento casual,
que nueve de cada diez hombres
(vale decir noventa y nueve de cada cien
o novecientos noventa y nueve de cada mil, etcétera)
carecen de libertad de pensamiento y son como uvas en abril,
limones atacados por el ácaro de las maravillas,
cerezas sin flor, naranjas enmohecidas, lichis sin pulpa,
nísperos amargos, nueces resecas.

Cuando las frutas llegan a su momento mejor
pueden ser tomadas placenteramente; si no,
caen al suelo y el suelo las absorbe y las consume.
Los ciclos naturales, la luz, el calor, la lluvia, las abejas
y los pájaros hacen a las frutas.
El pensamiento requiere otros esfuerzos distintos,
trabajo sin límite de horas, decisiones y alucinaciones, 
y vértigos donde el equilibrio es puesto a prueba y el valor,
tan logrado, no obtiene recompensa.

Salvador Alís.




jueves, 28 de abril de 2016

LIZBET SEMPA / ON THESE HILLS

DIAPSALMATA / INTERMEDIOS MUSICALES

DIAPSALMATA / INTERMEDIOS MUSICALES

Ayer por la tarde compré en el viejo almacén de la calle Aragón nueve libros; y esta mañana, tres más. En total la inversión ha supuesto diez euros. Había llegado una remesa nueva, de lo cual me alegré, pues otras veces me voy con las manos vacías. Pero al mismo tiempo me entristecí, porque muchos autores y títulos me eran conocidos, o estaban ya en mi biblioteca o habrían podido estarlo. El anterior propietario debía ser alguien parecido a mí -pensé; de mi edad o quizá algo mayor, a juzgar por las ediciones; alguien que en su día compró libros iguales o parecidos, o diferentes obras de los escritores que a mí me gustaban. Firmados, manoseados, subrayados y, en suma, leídos. Seguramente ocuparon durante años un lugar preferente en las estanterías de su casa, como mis libros. Y ahora -amontonados de cualquier manera en medio de trastos viejos, desorganizados, polvorientos, menoscabados y vendidos a precios de saldo: a un euro el ejemplar y con descuento si se adquieren varios- me hablan de alguien que perdió sus libros o al que sus libros perdieron. Y no puedo evitar sentirme aludido, temer que un día yo también me aleje de los míos. Quién sabe si otro lector, por casualidad, los encuentre y se alegré y reflexione. Creo que en los libros, además de partes de las almas de sus autores, cuando forman una colección, una biblioteca, se puede encontrar también el alma del coleccionista. Libros que permanecieron tanto tiempo unidos, que se fueron acumulando laboriosamente, que sufrieron traslados, heridas, el acoso del polvo y los insectos, que fueron rozados, manchados, desencuadernados y que, a pesar de las vicisitudes de la vida, llegaron juntos hasta el final; triste final si con la muerte de su propietario se desperdigan, derrumbados como los ladrillos de una casa que sucumbe a su edad y su deterioro. He rescatado algunos, sí, pero ¿qué será del resto? Según figura manuscrito en muchas primeras páginas, el nombre del anterior propietario es Tomeu Navarro. No sé si está vivo o muerto ni por qué razón sus libros acabaron en este viejo almacén. Pero desde hoy formarán parte de mi biblioteca y serán nuevamente leídos y respetados.

Al citar los títulos, inevitablemente, se produce una confesión, aunque parcial atendiendo a su número, acerca de las preferencias e intereses del que cita. Los nueve que compré para mí son:
- Nova Express. William Burroughs. Júcar. 1977.
- Las flores del mal. Charles Baudelaire. Visor. 1977.
- Alicia en el país de las maravillas. Lewis Carroll. Alianza. 1983.
- El juego de la lógica. Lewis Carroll. Alianza. 1979.
- Lewis Carroll. Henri Parisot. Kairós. 1970.
- Sobre la voluntad en la naturaleza. Arthur Schopenhauer. Alianza. 1970.
- Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente. Arthur Schopenhauer. Aguilar. 1967.
- Diapsalmata. Sören Kierkegaard. Aguilar. 1961.
- La tentación de San Antonio. Gustave Flaubert. Siruela. 1989.

Los tres volúmenes adicionales los compré para regalar a otra persona. Para mí son tiempo pasado; para él pueden ser el inicio de algo importante. Siempre está bien leer a los clásicos, como dijo Calvino, incluso simplemente leer. Pero esta es otra historia:
- Trotsky. El profeta desterrado. Isaac Deutscher. Era. 1963.
- Historia de la revolución rusa. Trotsky. Zero. 1974.
- Cuadernos filosóficos. V. I. Lenin. Editora Política. 1964.

Ayer por la noche leí los "intermedios musicales" que Kierkegaard escribió para ad se ipsum, antes de cumplir los 30 años. Se publicaron en 1843, dentro de su libro Enter-eller (O esto, o aquello). Hoy (por ayer) el cielo se ha vuelto gris, incluso ha llovido; así esta pequeña obra del danés, donde sin embargo se encuentran algunos destellos:

"Los hombres son absurdos. Jamás emplean las libertades que tienen, sino que exigen las que no tienen. Tienen libertad de pensamiento, pero exigen libertad de expresión."

"Como se sabe, hay insectos que mueren en el momento de la fecundación. Tal ocurre con el placer: el momento más exuberante e intenso de goce que nos ofrece la vida va acompañado de la muerte."

"La vejez realiza los sueños de la juventud. Podemos verlo en Swift: construyó en su juventud un manicomio y al llegar a viejo ingresó en él."

"Cuenta Cornelio Nepote que un general asediado en una fortaleza mandaba azotar a sus caballos, asimismo víctimas del asedio, para que no les perjudicase la forzosa quietud a que se veían reducidos."

"Siento la alegría que tiene que sentir un peón de ajedrez al oír decir al adversario: <<Ese peón no puede moverse.>>"

"La puerta de la felicidad no se abre; por eso de nada sirve asaltarla y echarla dentro. Se abre después y se ve que no hay nada que hacer."

"Mi visión de la vida carece totalmente de sentido. Supongo que un espíritu malo me ha puesto en la nariz un par de gafas, una de cuyas lentes amplía las imágenes a una escala enorme, mientras que la otra las disminuye a la misma escala."

"Nadie regresa de la muerte. Nadie viene al mundo sin llorar. Nadie le pregunta a uno cuándo quiere venir ni cuándo quiere irse."

"No hay que ser enigmático para los demás solamente; hay que serlo también para sí mismo."

"Todavía se reconoce en la naturaleza la dignidad humana. Cuando se quiere impedir que los pájaros se posen en los árboles se pone una cosa que tiene que parecerse a un hombre; y a pesar del lejano parecido que tiene un espantapájaros con un hombre, basta aquél para infundir respeto."



 


martes, 26 de abril de 2016

CELINA GONZÁLEZ / LA LOMA DEL TAMARINDO

VOLTAIRE Y OTROS / SOBRE LOS MÉDICOS

"Médicos son aquellas personas que recetan medicinas, de las que saben poco, para curar enfermedades que no conocen, en personas de las cuales no saben nada." Voltaire.

"El arte de la medicina consiste en entretener al paciente mientras la naturaleza cura la enfermedad." Voltaire.

"No conozco nada más risible que un doctor que no se muere de vejez." Voltaire.

"La tristeza es una enfermedad en la que cada paciente debe tratarse a sí mismo." Voltaire.

"Cuando una medicina no hace daño deberíamos alegrarnos y no exigir además que sirva para algo." Pierre Auguste Caron de Beaumarchais.

"El mejor médico es el que conoce la inutilidad de la mayor parte de las medicinas." Benjamin Franklin.

"La medicina es el arte de acompañar al sepulcro con palabras griegas." Enrique Jardiel Poncela.

"La medicina es el arte de disputar los hombres a la muerte de hoy, para cedérselos en mejor estado, un poco más tarde." Noel Clarasó.

"No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad." Gabriel García Márquez.

"Que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina." Hipócrates.

"Primum non nocere." Hipócrates.

"El progreso de la medicina nos depara el fin de aquella época en la que el hombre aún podía morirse de lo que quería." Stanislaw Jerzy Lec.
   
"Si un paciente pobre se interna en un hospital público el diagnóstico es psicópata. Si él puede permitirse el lujo de un sanatorio, el diagnóstico es neurastenia. Si él es bastante adinerado para estar en su propia casa, bajo el cuidado constante de enfermeras y médicos, simplemente es un excéntrico indispuesto. Pierre Janet.

"Por cada enfermedad que los doctores curan con medicinas producen diez en las personas saludables inoculándolas con ese virus que es mil veces más poderoso que cualquier microbio: la idea de que uno está enfermo." Marcel Proust.

"Si no quieres matar a tu gato, no lo lleves nunca al veterinario. Aun así morirá, como todos, cuando llegue su hora, pero seguro que más feliz." Anónimo.

"Casi todos los hombres mueren a causa de sus medicinas y no de sus enfermedades." Moliere.

"Cuando un médico va detrás del féretro de su paciente, a veces la causa sigue al efecto." Robert Koch.



Y por último, un consejo para los enfermos imaginarios: "Nunca llegarás a tu destino si te paras a tirar piedras a cada perro que ladra." Winston Churchill.
“ Nunca llegaras a tu destino si te paras a tirar piedras a cada perro que ladra. ” (10642)
Winston Churchill - See more at: http://www.omarmacias.com/frases-celebres/quote/medicos-son-aquellas-personas-que#sthash.NCRWPlpC.dpuf
“ Nunca llegaras a tu destino si te paras a tirar piedras a cada perro que ladra. ” (10642)
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 Médicos son aquellas personas que recetan medicinas, de lo que saben poco, para curar enfermedades que no conocen, en personas de las cuales no saben nada.  - See more at: http://www.omarmacias.com/frases-celebres/quote/medicos-son-aquellas-personas-que#sthash.CUicmfkv.dpuf
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lunes, 25 de abril de 2016

CELINA Y REUTILIO / QUÉ VIVA CHANGO

ANAMNESIS (QUINTA PARTE)

ANAMNESIS (QUINTA PARTE): EL PARAÍSO

Así acaba el primer tomo de la autobiografía de Elías Canetti,
La lengua absuelta:

"La verdad es que yo, como el primer hombre,
vine al mundo sólo por una expulsión del Paraíso."
(Pág.: 335. Muchnik Editores. 1981.)

Parece que en esta noche la luna tiene frío,
parcialmente tapada por las nubes,
entre aberturas grises y azules.

En el paraíso no hay un ser humano
ni nada que se le parezca, lo anticipe o proceda de él.

En la noche de ese paraíso dominan la visión
los ojos no cerrados de los gatos y otros felinos,
de la lechuza y el pequeño búho rojo,
de ciertos animales que ven en la noche
lo que otros no ven cuando luce el sol.

Cuentos y mitos populares dicen que a un elefante
puede asustarlo un ratón, pero no es cierto,
en realidad el elefante no se asusta por nada, ni por las moscas
ni por los pájaros ni por las arañas.

Tampoco teme al cazador, ni a su distancia de seguridad,
ni a la mira telescópica, ni al láser que apunta
al centro de la cabeza, en su frente,
donde se halla el cerebro, el alma, el corazón del elefante.

Su mirada es indiferencia, anticipación, acatamiento,
perdón y trascendencia.

Más allá del cazador mira el elefante,
a la densidad del bosque.

En el paraíso del bosque, algunos animales
sí temen y se muestran asustados...
(¿mejor no decir sus nombres, no confesar lo inconfesable?).

Calmadamente pasea por un claro un rinoceronte;
camina por el lecho del río, bajo las aguas, un hipopótamo;
y sobre el río se deja llevar por la corriente
un inmóvil cocodrilo;
una viuda negra aguarda su próximo matrimonio;
un gorila viejo contempla su montaña.

Lejos del bosque, en la contra etiqueta de una botella de vino,
la siguiente cita de Baudelaire:

"Sé cómo es necesario, en la colina de llamas,
penar, sudar y un sol abrasador
para engendrar mi vida y darme un alma;
mas no seré yo ingrato ni malvado."

En esta noche en la que la luna tiene frío,
el sí le gana la batalla al no.
La guerra no se gana ni se pierde en una sola batalla.
El elefante no muere de un solo disparo.

Quién, como el rey, creyera poseer en su puño
el destino de sus allegados y vasallos
-y ante el señor que no se manifiesta,
mientras el enano ensaya su risa más perversa,
el mago esconde en su sombrero negro un murciélago
y después saca una paloma-
se equivoca plenamente.

Pues el rey nunca acabará de tumbar al elefante
cuya cabeza desmayada por la bala es inmortal,
y cuya muerte fue necesaria para que el rey fuese señalado
como rey.

Se puede pensar en otra cosa,
muchos animales lo hacen a su manera,
pero aquí, en este paraíso,
todo aquel que tiene alas es ángel o pájaro, 
insecto alado, uñas azules.

Salvador Alís.







domingo, 24 de abril de 2016

NORAH JONES / WILL YOU STILL LOVE ME TOMORROW

ANAMNESIS (CUARTA PARTE)

ANAMNESIS (CUARTA PARTE): HISTORIA DE LA FILOSOFÍA

vivere secundum naturam

Si un elefante pudiera introducirse o ser introducido en una simple casa
la llenaría por completo no dejando espacio libre,
una casa humana, por ejemplo,
donde viviera un elefante llamado Séneca. 

Dos elefantas a las que siguen sus crías, elefantitas y elefantitos
ondeando al viento sus banderines enhebrados en un collar.

Dos elefantas, una más azul y la otra dorada por el sol del mediodía.

Séneca con una máscara.

Imaginar un elefante en una isla del tamaño de una casa,
de un mundo.
Imaginar un elefante feliz por su virtud.

Cuando una manada corre tiene prisa, huye de algo,
busca algo, pretende ir más allá de donde se encuentra.

Sobre la Historia de la Filosofía de Julián Marías
se sienta Nube, las patas delanteras sobre el título,
la cola espantando al pequeño búho rojo
de la parte inferior.

Al ser los dos elementos blancos, la portada
y el pelaje de Nube, la visión es armoniosa.

Pudiste leer este libro en 1976, cuando tenías 20 años,
así lo dice la inscripción en la primera página
y algunas líneas subrayadas.

Un libro del tamaño de un elefante
que ocupase todo el vacío de una casa.
Un libro a medias escrito, a medias por escribir.

Arañas tejen en las páginas en blanco una tela, un diseño,
un lenguaje. En el futuro, cuando ese libro
sea leído, alguien dirá
que su autor fue una vulgar araña, alguien dirá
que la araña no puede sobrevivir al elefante, alguien dirá
que el texto elaborado esconde un patrón celestial.

Elias Canetti es otro elefante en estos días particulares,
sus apuntes son herbívoros,
necesitan de la hierba para alimentarse.

Pero a veces la hierba no es alimento, nutriente, pócima,
a veces la hierba es sólamente hierba.

Para una vaca negra con la cabeza y media pata delantera
de un espléndido blanco,
una vaca que tiene dos estómagos,
que mastica despacio, la hierba es hierba.

Para una vaca ambulante y acorde a su naturaleza:
comer y ser comida, beber, embarazarse, dar leche,
dejar en los campos su abono, su estiércol. 

Sin la manada, un elefante se ve solitario y se llena de ira,
molesta tal vez pero sin comparación alguna con la ira
que pudiera manifestar la manada.

Un elefante evoluciona según su naturaleza y velocidad.
Si otros no pueden alcanzarlo
es por naturaleza distinta e inferior velocidad.

Así es. Un elefante no es caballo ganador,
no puede impartir lecciones de filosofía, simples lecciones
como las del gato llamado El Supremo.

Imaginar una araña metálica, electrónica, programada
para ser una tejedora.

Los reyes de reinos poderosos se echan a temblar
ante la araña, como la tierra tiembla
bajo las patas del elefante.

Un elefante conoce su principio y su final,
pero su relato se limita a describir el camino de enlace.

El mismo Cervantes imaginó a dos elefantes,
cada uno con su trompa y su cola,
con su diálogo posible e imposible,
lo que demuestra que
imaginar a un elefante no es tarea fácil,
pues exige vivir de acuerdo a la necesidad y al destino.

Se puede creer sinceramente que estas fábulas
del elefante y la araña (acompañados de otros animales)
son fábulas y nada más, improvisaciones,
aciertos o desaciertos casuales.

Y la música que acompaña la producen tambores
y violines, una cebra que es un piano
que contiene teclas blancas y negras, sonidos
de arpa gestados por un ejército de arqueros
prestos a disparar.

Podemos imaginar que todo tiene truco,
que el mecanismo escondido bajo el autómata,
nada preciso por otra parte,
campeón de partidas inmortales,
es un simple enano instruido para esconderse bajo el tablero.

Queda una brizna de hierba, esplendorosa por ser única,
una manada furiosa, un guía que no se deja guiar,
arlequines en monturas, pasos mal dados.

Queda todo menos una nueva lectura del bosque desarbolado
donde se alimentan los elefantes.
Las excusas son generalmente de género e invención.

Dos cucharadas de aceite no protegen la asimilación
de un elefante de ese río envenenado donde sacia su sed,
un elefante que, con el tiempo, llamará Séneca
a su reflejo en el río.

Sobre las jabalinas verdes, vegetales y afiladas,
que transcurren por el río,
viajan arañas negras hacia los templos que orillan el río.

Un sol majestuoso tuesta las patas de las arañas,
seca el barro con que se cubre el elefante.

Lo que hoy es por exceso, mañana será contenido.

Imaginar que se puedan contener páginas y telas
bajo una encuadernación semejante.

Salvador Alís.







 



sábado, 23 de abril de 2016

KEITH JARRETT / SUMMERTIME

ANAMNESIS (TERCERA PARTE)

ANAMNESIS (TERCERA PARTE): CÉLÈBES

L`éléphant Célèbes -si no ha cambiado de lugar
y sigue siendo verdadero- se exhibe en la Tate Gallery
de Londres. Se trata de un óleo sobre tela de 125 x 107 cm
pintado por Max Ernst en 1921.

En ese Célèbes no hay nada natural, no hay carne,
no hay vida.
El cuerpo parece un enorme caldero de hierro fundido
coronado por una cúpula
rematada a su vez por la vela de un submarino
donde se abriera una escotilla, se alzara el periscopio,
diese vueltas el radar, se inclinara un piano rojo o un arpa.
De la cúpula de hierro surge una especie de manguera
telescópica de color acero.
El extremo de la manguera recubierto con un pañuelo
blanco y, sobre el pañuelo, una máscara de toro.
Su cola podrían ser dos colmillos.

Todo en el elefante Célèbes es falso menos el agujero
que se abre en el caldero y sugiere
que en su interior pudiera haber fuego y gran calor.
Si se destapa la manguera sacando el pañuelo blanco
y la cabeza de toro, hasta se podría imaginar
aspirando humo como si el elefante fuese una pipa.

La principal virtud y el principal defecto de un elefante
es su memoria. Un elefante recuerda a otro elefante que,
a su vez, recuerda a un elefante que recuerda a otro elefante
que, a su vez...

No se esta hecho sino de recuerdos, la vida no es otra cosa,
pero los recuerdos se parecen a una casa,
siempre igual a sí misma,
donde periódicamente se van cambiando los muebles,
las puertas, los cuadros, los espejos,
los ángulos muertos.
A los recuerdos, es decir: a la vida,
los va modificando el tiempo.

Se abre al azar el libro Ideario de Séneca,
agrupado por temas, se elige "Vida", el capítulo L,
entre las páginas 244 y 245.
"El primer paso para corregir nuestros vicios
es reconocer que los tenemos."

"He recibido tu carta muchos meses después que me la remitieras,
así que he considerado innecesario preguntar a quien me la trajo
en qué te ocupas,
porque habría de tener buena memoria para recordarlo.
Sin embargo, creo que actualmente vives de manera que puedo saber
lo que haces dondequiera que estés.
Porque, ¿qué otra cosa has de hacer sino mejorar cada día,
corregir algunos errores y reconocer
que los defectos que imputas a las cosas proceden de ti mismo?
Existen defectos que atribuimos a determinados lugares
o a determinadas épocas,
pero que nos acompañarán allá donde vayamos."

Incluso puede recordarse que, en otra vida, se fue elefante,
caldero, fuego.

El elefante entra y sale del bosque a su antojo,
siempre se apoya sobre sus patas robustas,
la tierra tiembla a su paso.
El elefante recuerda a quien ha visto y a quien no es visible,
los ojos del que dispara el rifle,
los ojos de quien contará su muerte.

Un elefante jamás resbala,
y cuando se golpea los flancos contra un árbol
es por placer. A veces se arrodilla, a veces corre,
persigue, juega, pero jamás se resbala.

Esto hay que tenerlo en cuenta.
Todo es falsedad en Célèbes.

Salvador Alís.






viernes, 22 de abril de 2016

LUDOVICO EINAUDI / BRAD MEHLDAU / PAT METHENY

ANAMNESIS (SEGUNDA PARTE)

ANAMNESIS (SEGUNDA PARTE): GUÍAS Y ARLEQUINES

Algunas veces, un elefante es una manada.
Se entretienen con los árboles, atraviesan ríos, se enlodan
y cuecen al sol, viven aproximadamente los años
que pueda vivir un ser humano, tienen dos trompas,
dos colmillos, dos orejas gigantes.

En esta noche la araña no cuelga de su hilo, pero...
Se la podría imaginar explorando los recovecos e interioridades
de la oreja de un elefante.

Una mujer con dos cabezas
junto al elefante que marcha en lugar destacado.

Ese elefante primero no transporta guía,
puesto que él es la guía.
Los demás van montados por niños vestidos
con ropas que son disfraces y colores y harapos.

Algunas veces, un asaltante desesperado ataca al elefante
que pudiera andar rezagado, o ser el más pequeño,
o haberse separado o perdido de la manada.

La mujer con dos cabezas niega cada frase que dice,
detiene mecanismos, se parece a la araña,
que también puede volver al pasado
mediante el laberinto de su tela.

En la Edad Media europea, los elefantes eran poco conocidos.
Pero proliferaban por las cortes y palacios,
por los castillos, por las aldeas, arlequines diminutos
y encapuchados.

Los arlequines se parecen a los pequeños guías
que se sientan a horcajadas sobre los lomos de los elefantes.

Cuando uno de ellos sabe que va a morir, se retira.
Mas esa retirada es al mismo tiempo una búsqueda.
Lo que se persigue es el último lugar
al que se pueda ir y no abandonar, un lugar
donde los huesos y los colmillos reposen.

¡Qué mejor lugar entre las bóvedas, las costillas,
los arcos de marfil,
para que la araña tejiera ahí su alfombra mágica!

Y contra todo lo que pudiera pensarse,
la araña no es parásito del elefante.

El elefante quisiera hacerle diez preguntas a la araña,
pero la araña es sorda, sólo escucha vibraciones en el aire
que nada significan para ella,
pues no vienen de la naturaleza.

Las preguntas son acerca de dios, del universo, de la luz,
de la materia, de la nada, de las leyes, de la termodinámica,
de la vida, del tiempo y de la muerte.
Diez preguntas.

La araña, a su vez, desearía tener el cerebro del elefante,
el más grande entre los animales que pisan la tierra,
de un peso que llega a los 5.000 gramos.

Como dos viejos enemigos que se enfrentan para vivir,
la araña y el elefante necesitan la una del otro.
Por esa razón, los cementerios de elefantes
esconden otros cementerios más dispersos y difíciles
de hallar, donde los exoesqueletos de las arañas
sobreviven a duras penas.

El cuervo que, ocasionalmente se detiene
sobre la cabeza del elefante guía
es el mensajero del elefante.

Con sus dos trompas se quita de encima las plumas negras.
Con sus dos colmillos crea trampolines
para que los cuervos salten y se sumerjan
en el azul del cielo.
Con sus dos orejas los sigue hasta la distancia
de su vuelo. Junto al elefante guía
la mujer de dos cabezas se transforma en reina
de la manada, mira al norte y al sur, mira al este y al oeste:
sin el cuervo no sabría qué camino tomar.

Las arañas son inmortales -dice el cuentista-,
el atacante es un felino hambriento,
pero las gatas que ya cenaron saben que esto es un cuento
para engatusarlas.

Diez preguntas que flotan como diez capítulos inacabados.

Salvador Alís.










miércoles, 20 de abril de 2016

THE ROLLING STONES / LIKE A ROLLING STONE

ANAMNESIS (PRIMERA PARTE)

ANAMNESIS (PRIMERA PARTE): LA HIERBA ESPLENDOROSA

Cuando un elefante se pelea consigo mismo
es la hierba esplendorosa
la que crece entre sus cuatro pares de patas que la golpean
y se mezclan entre ellas y tropiezan.

La cubierta de la farola, en noches como ésta cuando llueve en abril,
es el gran paraguas donde se cobija la araña.
En noches como ésta no se desliza por su hilo,
no busca un lugar bajo la luz.

Aunque tal vez teja su tela como en otros días,
resignada a la lluvia
e incansable trabajadora.

Es del todo recomendable cocinar por la noche,
preparar pociones, establecer fórmulas para caldos nutrientes,
beber agua de lluvia, jugar con el fuego,
invertir las campanas y no escuchar las campanadas.

Es del todo recomendable seguir los pasos dados
(¿por quién? ¿en qué momento? ¿hacia dónde? ¿para qué?).

Un pelo de elefante, un centro de telaraña,
dos centímetros cuadrados de guindilla roja,
dos tomates enanos.
Hay otros ingredientes, mas secretos.

Un escritor que se muere, se despide de la carne.
Su libro póstumo se titula De la finitud.

Es del todo recomendable dar de comer a las gatas,
la cúspide de los felinos,
las diosas de la vida, de las artes y de las sombras.
Si las gatas no comieran y tú no les procurases alimento
ni defensa, las gatas acabarían por comerte.

Cuando se encadena a un elefante,
cuando la araña se siente aislada por la lluvia sobre su farola,
cuando el elefante confunde sus dobles patas
con las patas de la araña, cuando elefante y araña son simulacros
de otras formas de vivir o de estar vivo.

En las patas del elefante, parecidas a troncos,
se tallan mediante incisión números de la suerte.
Las patas de la araña, en su tarea de agujas,
escriben en su laberinto de seda las fechas y los nombres.

Los elefantes no respetan sus propias leyes de respeto.
Las arañas cumplen su laboriosa orden matemática.

La hierba que hacen crecer los elefantes en sus luchas,
como no podía ser de otra forma,
decidió ser enredadera.

En el laberinto de seda, las presas caen atraídas
por el potente aroma que no huele
y tras el cual se intuye una sugerente invitación
a sentir miedo.

Dejando a un lado al elefante y a la araña,
sin la percepción de la muerte, con la percepción de la carne,
se va recortando la hierba,
tierra apenas vestida, apenas desnuda.

Adoras la noche en que llueve,
la cocina donde te juegas el porvenir
y el porvenir de tus gatas. Contemplas el sol
en el fondo de una semi esfera de cristal.
Quemas papeles con agua viva.

El escritor que muere mientras escribe es Günter Grass.
Leo Perutz nos da a elegir entre dos razas de caballos:
un gran bereber y un siciliano.

Con el veneno a modo de espuma,
como si el veneno fuera un caballo al que domar,
lo intentas con la ola, (como si la ola fuese, no un ejército de agua,
sino un ejército de micro organismos
que flotaran en este mar).

El caballo no es montura para asediar a elefantes, el caballo
no ve a la araña suspendida de su tela,
entre las hierbas. Y, sin embargo, podría intuir a las arañas
porque asustan al elefante. Es del todo recomendable que lo haga,
el siciliano o el gran bereber.

Una gata sobre un caballo que, a su vez,
está sobre un elefante. La araña teje su trampa
usando las patas del caballo y del elefante.
Ante las gatas, la araña no tiene nada que hacer.

En ocasiones el elefante eres tú, a veces son otros.
La araña es la que vive en una farola frente a tu casa.
Las gatas son las gatas.
El caballo, imaginario.

Un caballo que atraviesa el bosque lentamente,
al que los árboles vuelven visible e invisible,
y que pisa y aplasta la hierba sin contemplaciones.

Si el elefante optara por comer carne,
si la araña dibujase su tela sobre los nervios de una hoja,
si el caballo que duerme sin doblegar sus patas
echase a correr antes de que amaneciera el claro día,
si todo fuera un recuerdo, una historia
fruto de la imaginación,
si el reloj se detuviera en esta noche, en esta lluvia.

Salvador Alís. 




















lunes, 18 de abril de 2016

PROVERBIOS AFRICANOS

PROVERBIOS AFRICANOS

Fuente: WANAFRICA. 
http://www.wanafrika.org/2011/10/proverbios-y-refranes-africanos.html

Refranes interpretados por: Antumi Toasijé.


 https://mambomag.files.wordpress.com/2012/06/img_3867-copy.jpg 
Fotografía de John Kenny. 


No es bueno que los dientes riñan con la lengua. (Baulé)
Quienes dependen los unos de los otros deben entenderse.

Se admira a los carneros donde faltan los toros. (Fulani)
La mediocridad es alabada donde no hay excelencia.

El río sigue su curso sin esperar al sediento. (Kikuyu)
El que quiere algo debe procurárselo.

No conviene aplaudir demasiado al bailarín, porque puede dar un paso en falso. (Bamileke)
Las excesivas alabanzas conducen a la pereza y al error.

El carcelero es un prisionero más. (Bamileke)
El que hace sufrir está atado a su propia maldad.

No preguntes al cazador sobre su caza si vuelve con setas. (Ashanti)
Hay que evitar humillar a la gente.

Aunque salgas a cazar elefantes, no desprecies al caracol. (Mbede)
Por muy ambiciosos que sean tus proyectos no deprecies las pequeñas ganancias.

El ojo no soporta cargas, pero sabe la carga que puede soportar la cabeza. (Wolof)
No es necesario experimentar algo para conocerlo.

La sal no dice de sí misma que es salada. (Abé)
La gente oculta sus defectos.

No importa cuánto tiempo un tronco pase en el agua, nunca llegará a ser cocodrilo. (Bambara)
Cada individuo tiene su personalidad aunque pretenda ser otra cosa.

Lo que el viejo ve por estar sentado, no lo percibe el joven que esta de pie. (Bambara)
Los ancianos tienen una visión sosegada y detallada de las cosas.

La mentira puede correr un año, la verdad la alcanza en un día. (Nigeria)
Cuando llega la verdad es siempre superior a la mentira.

Muchas palabras no llenan un cesto. (Yoruba)
Lo que cuentan son los hechos y no la palabrería.

Las huellas de las personas que caminaron juntas nunca se borran. (Kongo)
Los que fueron amantes o amigos siempre se recordarán mutuamente y los efectos de sus actos perduran.

Cuando dos elefantes luchan es la hierba la que sufre. (Uganda)
Las riñas de los poderosos hacen sufrir a los que tienen debajo.

El cazador no se frota con grasa y se pone a dormir junto al fuego. (Nigeria)
Una persona experimentada no se expone inútilmente al peligro.

Antes de pedirle ropa a un hombre, mire la ropa que él lleva. (Yoruba)
Mira la conducta y modos de vida de alguien antes de imitarle o pedirle algo.

La lluvia moja las manchas del leopardo pero no se las quita. (Akan)
Cada uno tiene su propia naturaleza inmutable.

Un hombre no vaga lejos de donde se está asando su maíz. (Nigeria)
No es prudente alejarse de la fuente de alimento o riqueza.

Aquéllos que llegan antes al río encuentran el agua más limpia. (Kenya)
El esfuerzo es recompensado.

Una persona que se cambia de ropa siempre se oculta mientras se está cambiando. (Kenya)
La traición se fragua a escondidas.

Un asno siempre da las gracias con una coz. (Kenya)
Hay gente que jamás aprecia el bien que se le hace.

Muchos nacimientos significan muchos entierros. (Kenya)
Todo hecho positivo presagia un hecho negativo.

Las cosas importantes quedan en el cajón. (Kenya)
Lo realmente importante se mantiene oculto.

No se envía a un muchacho a recoger miel. (Kenya)
Las misiones difíciles exigen experiencia.

¿Si un mono está entre los perros, por qué no aprende a ladrar? (Nigeria)
La naturaleza de cada cual es inmutable.

Las tareas de un elefante nunca son demasiado pesadas para él. (Zimbabwe)
Los grandes personajes no desprecian el trabajo.

Si usted puede caminar, usted puede bailar; Si usted puede hablar, usted puede cantar. (Dinka)
Siempre se puede ir un paso más allá con un poco de esfuerzo.

Para rehusar curarte, te pide cuernos de perro. (Bayaka)
Cuando alguien no quiere ayudarte te pedirá algo imposible a cambio de su ayuda.

Una enfermedad que se cura no necesita de muchos adivinos. (Yaka)
Lo que es obvio salta a la vista.

Una enfermedad que vuelve es mortal. (Yaka)
Las cosas negativas que suceden dos veces son realmente peligrosas.

El cazador busca la pieza, la pieza no busca al cazador. (Yaka)
Uno mismo debe esforzarse por conseguir lo que le interesa.

Cuando el león envejece hasta las moscas le atacan. (Chagga)
Todos se ceban con el líder caído.

El dueño de la casa sabe donde gotea su tejado. (Bornu)
Cada uno conoce los defectos y problemas que hay en su familia.

La piel del leopardo es bonita, pero su corazón malvado. (Luba)
Hay que cuidarse de las apariencias.

Quién escucha la voz del anciano es como un árbol fuerte; quién se tapa los oidos es como una rama al viento. (Maasai)
Es conveniente escuchar los consejos de los ancianos.

Una mentira puede matar mil verdades. (Asanti)
La mentira es fácilmente creída por la gente.

Trabajar el campo es duro, pero más dura es el hambre. (Kikuyu)
Hay que esforzarse para no sufrir las consecuencias de la pereza.

El mal penetra como una aguja y luego es como un roble. (Etíopía)
Una pequeña intriga puede volverse muy destructiva.

Los tambores de guerra son tambores de hambre. (Sudáfrica)
La guerra trae el hambre, el desacuerdo trae miseria.

Cuando un hongo ha crecido, ya no vuelve a entrar en la tierra. (Luo)
Cuando las cosas salen a la luz ya no se pueden ocultar.

El cazador que habla demasiado, llega a casa de vacío. (Maasai)
El que presume demasiado no consigue nada.

Quien hace preguntas no es tonto. (Swahili)
El que quiere saber algo tiene que preguntarlo sin vergüenza.

Cada arroyo tiene su fuente. (Zulu)
Todas las cosas tienen un origen, una razón de ser.

Cada hombre deja sus huellas. (Kikuyu)
Por sus hechos se conoce a las personas.

Un perro no entra en una casa donde hay hambre. (Mongo)
Hay que analizar bien la situación antes de pedir nada.

Si no tapas los agujeros, tendrás que reconstruir las paredes. (Swahili)
Hay que resolver los problemas antes de que se hagan demasiado grandes.

Quién guarda dos termiteros, vuelve de vacio. (Haya)
El que quiere hacer más de lo razonable acaba por perder toda ganancia.

Es más fácil para una hormiga transportar una montaña que mover a los que mandan. (Mongo)
Los gobernantes no hacen caso de los gobernados.

El día nunca retrocede de nuevo. (Tupur)
Las cosas que han sucedido ya no tienen vuelta atrás. 

Si molestas a un perro, molestas a su dueño. (Ruanda)
No conviene meterse con quien tiene jefes poderosos.

Las lenguas de los que critican son como las patas de las moscas, aterrizan en cualquier cosa que encuentran. (Duala)
Los que critican no reparan a quien hacen mal.

Nosotros trabajamos en la superficie, las profundidades son un misterio. (Bahaya)
La vida guarda un secreto sentido, siempre es más lo que se desconoce que lo que se sabe.

No se puede enseñar el camino al gorila viejo. (Fang)
Las personas experimentadas saben lo que hacen, no conviene intentar enseñarles.

No puedes esconder el humo si encendistes fuego. (Burundi)
Las malas acciones siempre dejan un rastro.

No se enseña a una jirafa a correr. (Kwanyama)
No pretendas enseñar a un experto.

La espina saldrá por donde entró. (Bamileke)
Los problemas se solucionan encarándolos.

Hay más sabiduría escuchando que hablando. (Kikuyu)
Es más sabio el que escucha que el que habla demasiado.

Un amigo trabaja a la luz del sol, un enemigo en la oscuridad. (Acholi)
Los malvados planean sus fechorías a escondidas, los buenos realizan sus acciones a la vista de todos.

La boca hace deudas, pero los brazos pagan. (Ewe)
El imprudente que habla demasiado acaba pagándolo con su esfuerzo.

Entre hermanos, si la prueba se gana o se pierde, da lo mismo. (Ekonda)
La amistad es más importante que el éxito.

El río se llena con arroyos pequeños. (Bateke)
Las pequeñas obras resultan en algo importante, la paciencia da grandes frutos.


domingo, 17 de abril de 2016

TERRY CALLIER / PARÍS BLUES

ESBOZO PARA UN CUADRO

ESBOZO PARA UN CUADRO

El apunte para un cuadro de tamaño considerable
muestra la silueta de una mujer llena de palabras; esas palabras
no están pintadas sobre la mujer,
están dentro de ella.
La mujer no aparece de frente ni de espaldas al observador,
sino de perfil, apuntando sus pechos hacia el borde izquierdo
y girado su rostro hacia el derecho.
En realidad, más que palabras,
lo que contiene su cuerpo son letras,
letras que, una vez combinadas con acierto,
formarán palabras,
palabras que anuncian significados y que, por su número
y el azar combinatorio, completarán la lista
de la totalidad de lo que es (traducible en palabras).
El lado derecho del cuadro lo ocupa un hombre,
o la silueta de un hombre, que mira hacia el lado de la mujer.
Igualmente de perfil, el hombre tiene la boca abierta
y su lengua fuera de la boca; de esa lengua
surgen otras lenguas (de fuego),
llamas que avanzan hacia el costado de la mujer.
Donde inciden las llamas
las letras se ven parcialmente quemadas.
Otros detalles menores son el signo de interrogación
que los dos presentan en la palma de sus manos,
y el hecho de que uno de los pezones de la mujer
sea rosado y el otro azul.
Se debe intentar que parezca que conversan,
que ella escucha en tanto sus letras se ennegrecen
y consumen, que él habla alocadamente,
sin medir el alcance ni las consecuencias de sus palabras.
El hombre sin duda está excitado y agrede
con su lanzallamas verbal
a la figura de la mujer que considera pintada.
Esto sucede en el cuadro;
en el estudio donde el cuadro se imagina
las cosas son bien distintas:
el pintor que contempla a su modelo quiere hablarle dulcemente.
Aun así debe pensar siempre lo que dice, medir las palabras.
Entre la mujer y el pintor hay un espejo
de donde el pintor extrae la silueta del hombre.
Cuando la pintura esté acabada y sea expuesta,
se abre la posibilidad de formas palabras a partir de letras,
frases a partir de palabras, anuncios y revelaciones. 
Los límites de un cuadro no son garantes
de ninguna intimidad.

Salvador Alís.

jueves, 14 de abril de 2016

ANN-MARGRET / IT MIGHT AS WELL BE SPRING

ANOTACIONES 14-IV-2016

ANOTACIONES 14-IV-2016

VACACIONES. Soy inconstante, impreciso, dubitativo. Al poco de comenzar las vacaciones decido ponerles fin, volver. Cambio de idea a cada instante, no acabo mis proyectos, no cumplo mis promesas. Pero esto se debe, supongo, al igual que sucede en el juego de ajedrez, a que la estrategia no puede ser nunca una línea recta ni una opción independiente, pues cada movimiento elegido y ejecutado (luego de pensar, comparar y valorar otros posibles movimientos) no procede del capricho sino que es consecuente con el último movimiento del contrario, nuestro enemigo.
Cada vez es más difícil elegir un destino al que viajar, un destino donde poder relajarse, sorprenderse, cambiar unos pensamientos por otros y, en definitiva, renacer.

FALSO HAIKU. Por sugestión, asimilación o imitación, luego de una breve lectura de poesía japonesa, poesía antigua escrita cuando Japón aún no era Japón, cuando todavía era concebible que la generosidad fuera recompensada, cuando era concebible el valor, la justicia y la honradez, cuando los emperadores gobernaban según muy firmes principios éticos, y la belleza y la creación eran consideradas virtudes humanas emanadas del pensamiento, he compuesto sin mérito y sin importancia este falso haiku:

En el cielo, una sola estrella.
Dos ojos en un mismo rostro la contemplan.
Esa mirada puede llamarse "soledad".

VENENO. Hablo demasiado, eso nadie lo pondrá en duda. No sé mantener la boca cerrada, lo que me ha supuesto y me supone más de un problema. Pero ignoro qué porcentaje de lo que digo corresponde a la verdad. Y me pregunto de qué vale comunicar opiniones, críticas, preocupaciones, sueños, sentimientos y, en general, cualquier tipo de delirio, por muy sentido que a uno le parezca. Hablar, cuando es innecesario, puede llegar a ser una forma de agresión sumamente molesta para quienes escuchan.
Y sin embargo dice un proverbio africano: "Una palabra que no puede salir de la boca acaba convirtiéndose en baba ponzoñosa."

MIA COUTO. En compensación por los problemas a los que he tenido que enfrentarme durante las últimas semanas, algunos encauzados y la mayoría aún sin resolver, hoy me he comprado un libro. El autor es Mia Couto (nacido en Mozambique, el mismo año que yo); el título: La confesión de la leona. No lo hubiera comprado de no haber visto su portada, una fotografía en blanco y negro de la fiera; no lo hubiera comprado si no hubiera leído la cita que encabeza el texto: "Hasta que los leones inventen sus propias historias, los cazadores serán siempre los héroes de los relatos de caza." Y sin embargo, después de leer el primer capítulo, puedo afirmar que este libro no es en absoluto un relato de caza, y que va a gustarme y que será bueno para la estabilidad de mis emociones. Si tuviera que definirlo de antemano diría que es extraño; veremos cuál es la definición al concluir su lectura.

FARMACIAS. PRIMERA VERSIÓN. Esta tarde en una farmacia he sentido asco; no parece el lugar más propicio para sentirlo pero no lo he podido evitar. "Asco" es una palabra que uso en contadas ocasiones; ahora no encuentro otra mejor. Tres clientes por delante; uno de ellos se tambaleaba ligeramente de espaldas a mí, buscaba algo nerviosamente con una mano en un bolsillo y con la otra no paraba de tocarse la boca. Al llegar su turno le ha pedido a la farmacéutica "un medicamento de nombre raro que me han puesto en la tarjeta y que no sé para qué es". La señora le ha explicado que era un enjuague bucal para tratar la candidiasis y cómo debía emplearlo y cuántas veces al día. Imagino que el hombre no se habrá enterado de nada. Al acercarme yo al mostrador, de repente, el asco me ha dominado. No quería tocar la superficie de cristal que él había tocado, pero también pensaba que las manos de la farmacéutica, sin guantes (¿pero de qué sirven los guantes?), que habían entrado en contacto con el billete procedente de las manos del enfermo, bien podrían, al manipular las cajas de vendas auto-adhesivas y de gasas estériles que yo compraba, transmitirme el hongo. Por eso he buscado cuanto antes, al salir de la farmacia, un lugar donde lavar mis manos tres veces consecutivas.

ACTITUDES. En alguna página perdida, en algún libro (cuyo autor no recuerdo) abierto al azar en estos días, he leído estas aseveraciones que copio aquí filtradas por mi memoria inexacta y subjetiva: "Ante la ofensa de otros (o la ofensa de la vida), el débil se recrea en su idea de venganza, el fuerte olvida o perdona y el inteligente ignora."

FARMACIAS. SEGUNDA VERSIÓN. A pesar de su aspecto inmaculado, de la blancura dominante y del orden extremo en las estanterías, no sé hasta qué punto las farmacias son espacios seguros. Muchos de los clientes que franquean sus puertas (que a veces se abren solas) son enfermos en busca de medicamentos, por lo que cabe imaginar que en esas estancias de apariencia tan pulcra entrarán también enfermedades a diario. Lo anterior se disimula colocando en primer término y a la vista cremas regeneradoras, cepillos de dientes, balanzas, gafas de aumento, hierbas y caramelos; los productos principales, los tóxicos y los efectos secundarios se guardan en la trastienda. No lo había pensado antes pero lo pienso ahora. Recientemente he tenido que acudir unas cuantas veces a diferentes farmacias. En la última visita, un tipo con candidiasis bucal (como yo iba detrás suyo no pude evitar oír su conversación con la farmacéutica) no cesaba de pasarse el dorso de la mano derecha por los labios, y luego, con esa misma mano, entregó su tarjeta sanitaria y el dinero con que pagar; mientras aguardaba las monedas de cambio y su medicación (una bolsita de plástico con los frascos de enjuagues), mantenía las manos abiertas sobre el mostrador (quizá para guardar el equilibrio pues era evidente que a duras penas podía permanecer en pie). Pensé cómo haría la farmacéutica para protegerse de los potenciales contagios, de los agentes patógenos a los que debía enfrentarse en su trabajo. No llevaba guantes, aunque dudo que eso cambiara las cosas; bata blanca sí vestía, puesto que da impresión de higiene. Pensé que si los microscópicos "cándida" de la saliva del sujeto llegaban a sus manos, la farmacéutica podía a su vez hacerlos llegar a las mías. Evité tocar la superficie acristalada del mostrador, me mantuve a distancia y, apenas salir a la calle, entré en el primer bar y en el primer baño buscando agua y jabón como el sediento busca simplemente agua. Convivo con gatos y con libros; debo estar naturalmente vacunado para algunas variedades de alérgenos, polvo, ácaros, etc.; pero me vuelvo más y más escrupuloso cada vez. Mi organismo envejece, se vuelve vulnerable. Quizá no tenga miedo a enfermar sino miedo a morir; quizá no me asuste la muerte pero me fastidie sentirme enfermo. De cualquier forma la conclusión es que debo ser más precavido, nunca sabe uno dónde un microbio, una bacteria dañina, un virus o un hongo letal nos estará esperando.
Si no deseas la enfermedad, ante todo procura mantenerte alejado de médicos y farmaceúticos. Y luego, por supuesto, no separes tu mente de tu cuerpo y asume la responsabilidad de tu salud.

ADICCIONES. Manolo Tena, en una de las últimas entrevistas que le hicieron en televisión, dedicó unos minutos a hablar de las adicciones. No registré sus palabras concretas pero sí el mensaje subyacente: que además de la adicción a las drogas (las estimadas perniciosas como tales por estamentos interesados y la más vulgar opinión pública), el tabaco y el alcohol, existían otras muchas, más sutiles e incluso socialmente toleradas o, al menos, no definidas en su complejidad de uso y abuso; y que cualquier adicción puede o debe ser considerada como enfermedad. Cuando uno es adicto, lo demostrará consumiendo en exceso, sin importar cuál sea el objeto o el tema de su voracidad. Y si consigue librarse de determinada adicción, es más que probable que sucumba a otra, y así sucesivamente.
Se puede ser adicto al sexo, al trabajo, a la comida, al deporte, a la moda, a la religión..., a cosas tan comunes y en general tan poco sospechosas. En realidad todos somos adictos, es decir: enfermos. Adictos a la velocidad, a la cirugía estética, a los perfumes, a las marcas, a los viajes, a los libros, a la limpieza, a los fármacos, a la escritura, a la televisión, a la prensa, al riesgo, a los móviles, al amor, a la violencia, a los video-juegos, al dinero, a la mentira, a la política, a los sueños, a la pornografía, a la música, al fútbol, a las apuestas, al poder, a la soledad, a los donuts, a las hamburguesas, al cine, al circo, al espectáculo, a las palomitas de maíz, a las pipas de girasol, a la cerveza, a los tatuajes, al vino, a la siesta, al insomnio, a las oraciones, a la súplica, a la limosna, a la nostalgia, a la tristeza, al malhumor, a la ironía, a la crítica, a la fotografía, a los autorretratos, a los silencios, a los temores, a la magia, a las cartas de poker, a las cartas de tarot, a los dados, a los automóviles, a las motocicletas, a las montañas, a las olas, a las fiestas, a los bailes, a las máscaras, al vagar y al estar sin ser y a la elusión permanente... Y así hasta el infinito. Las periódicas epidemias de gripe, la inmunodeficiencia o el cáncer, por citar algunos ejemplos, no son nada, ni en número ni en calidad, comparados con la humana e inevitable tendencia a la adicción. Tan enfermo el que se inyecta heroína como el que se arrodilla y reza, tan miserables ambos, tan dignos de conmiseración pues actúan así, y así se someten, en busca de una trascendencia inalcanzable.

RELÁMPAGOS. Aunque cueste creerlo, a veces se dan en nuestro cielo oscuros relámpagos de múltiples e intrincadas ramificaciones. Entre los días catorce y quince de abril del año dieciséis del siglo veintiuno, este país tan necesitado de cuerdas y capirotes sigue sin gobierno; en las principales librerías de esta ciudad es imposible hallar un libro actualizado sobre robots y robótica, pero sí un libro-caja (made in China) para montar tres robots con piezas de cartón coloreadas y sencillos mecanismos de cuerda; los bancos esconden nuestros capitales y esperan que, de un momento a otro, Kafka y Marx se personen para contratar una cuenta on line; los necios siguen reproduciéndose desaforadamente; el jefe sigue siendo el jefe, a su pesar y pese a quien pese; y cada uno se duele de su mal y todo se deja atrás y todo se olvida y más tarde se recuerda; y tanto vale la cruz como la espada. 

 

miércoles, 13 de abril de 2016

FRAGMENTOS JAPONESES

FRAGMENTOS JAPONESES

" Cuando del Este sople la brisa,
exhala hacia mí tu perfume,
¡oh, flor del ciruelo!,
y aunque tu dueño esté lejos de ti,
no dejes de florecer en primavera."

"¡Ay!  Ahora
que ha llegado el momento
de vestir el traje de plumas,
he aquí que en mí el amor
se despierta..."

"En estos tiempos en que se cree
que todos los hombres somos hermanos,
en las orillas de los cuatro océanos,
¿por qué los vientos y las olas
hacen estragos?"

"Sigamos adelante
para admirar la nieve,
hasta llegar al sitio donde caigamos."

"Mucho se echaría de menos
la vida
en tales condiciones
si no se supiera ya
que hay que morir."

"Como las flechas lanzadas por el arco...,
pienso que nuestra suerte
es no volver jamás."

"Muy augusta
es la voluntad imperial;
pero si el ruiseñor
viene a reclamar su habitáculo,
¿qué podré yo contestarle?"

(Poemas o fragmentos de poemas, de diferentes épocas y autores japoneses, recogidos por Fukuyiro Wakatsuki en su libro Tradiciones Japonesas. Espasa - Calpe. 1940.)