sábado, 29 de noviembre de 2014

CABALLOS


ESCULTURAS DE CABALLOS DE DIFERENTES ARTISTAS

JOHN LOPEZ

esculturas-chatarra-john10

 
HEATHER JANSCH
 
 
 
 
JAMES OLESON


 
CLAUDIA HECHAVARRIA Y ALBERTO MATAMOROS

 
GUSTAVO ACEVES


WILLIE BESTER



ADAM WESIERSKI


martes, 18 de noviembre de 2014

ZAZ / HISTORIA DE UN AMOR


EN EL BOSQUE

EN EL BOSQUE

No en los libros innumerables, valorados por más o por menos,
leídos o deshojados.
No en los gatos en miniatura, atados a su brillo y a su polvo
en las estanterías.
No en las viejas carpetas donde se pegan los dibujos unos con otros
y se mezclan calaveras con autorretratos.
No en los cuadernos negros, tampoco en las blancas cuartillas,
apuntes infinitos e innecesarios.
No en las canciones que agitan nuestros corazones,
todavía con sus claras voces al borde de un borroso acantilado.
No en las playas del ayer ni en los veranos del mañana,
ni en los castillos de arena o de piedra,
ni en las calles de esta ciudad donde no hallarás respuesta.
No en los objetos cotidianos y personales, ni en la copa de vino inacabada
ni en el cigarrillo humeante, ni en la almohada aún caliente,
ni en las botas de suela de hierro ni en las gafas de 2,5 aumentos.
No en las pinturas, ni en los tigres, ni en la noche donde ya no estoy
ni en el día que no me levanta.
No en las miles de fotografías de todo lo que vi,
en las sombras de mis ojos que algún día fueron verdes.
No en los secretos ni en los enigmas, en la mitad de mi cuerpo
inalcanzable, en los errores y en los pasos perdidos.
No en las palabras que aquí se deslizan como fracaso
en la pendiente.
No en los abrazos que el recuerdo pinta de colores,
ni en los cuentos imaginados ni en los sueños que regresan.
No en las caricias ni en las confidencias,
ni siquiera en el amor que supones verdadero.
No en el fruto prohibido, ni en la tentación, ni en el proyecto,
ni en la meta lograda, ni en la compasión, ni en la cosecha ni en el azar.

Cuando yo me haya ido, si quieres encontrarme otra vez,
no te detengas ante el bosque, porque yo...,
yo soy el bosque.

Salvador Alís.




sábado, 15 de noviembre de 2014

MIS OJOS ASIMÉTRICOS

Autorretrato. Ante el castillo de Langeais. Francia. 7-XI-2014.

SIA / CHANDELIER



                                             
A pantalla grande y máximo volumen.
La bailarina se llama Maddie Ziegler.

EL HERALDO MOTEADO

Érable Moucheté. Langeais. Francia. 8-XI-2014. Fotografía de Salvador Alís.

EL HERALDO MOTEADO

     El arce en el jardín pierde las hojas, no todas de una vez, 
dejándolas caer suavemente sobre la hierba de este viaje en el otoño.
Doradas con esfuerzo por un sol ya débil, elásticas hojas de once puntas,
brillantes cubiertas de rocio, heraldos que anuncian otra vida 
por una confusa y sin embargo acertada traducción.
     
     A través de los cristales de la puerta de la cocina, cada mañana vemos
como el arce se agita con lentitud, los cuervos creando el viento
que desprende las hojas, pero no vemos nunca la caída en el instante
por mucho que las pruebas esparcidas clamen por su evidencia.
Y en la misma cocina, cada noche, hablamos del alma y del miedo, 
del tiempo que pasa entre copa y copa de Chablis o de Vouvray.

     Con el rastrillo amontonamos el primer día las hojas,
despejando las baldosas quebradas de color burdeos, pero volvieron
al día siguiente, como los cuervos, como las nubes.
Verdes, amarillas y naranjas, con algún toque marrón y gris.
Y pese a todo no son hojas muertas porque renacerán. 

     Se fraguan destinos en la cocina, el sacacorchos no descansa,
los tapones se ennegrecen. Si la puerta queda abierta en la noche, el frío
penetra en la casa. Pero el arce en el jardín duerme sobre su manto
de hojas doradas de once puntas, y no tiene miedo y nada lo perturba.

     Tras el arce, otro árbol sin nombre o el esqueleto de un árbol.
Desnudo y oscuro, no acoje un solo nido, nos recuerda que todo
lo que es deja de ser, que los tiempos y los plazos son distintos,
que nada escapa a su sombra, que el cristal más transparente será velado.
Cualquier verdad tiene su excepción y su contrario.

Salvador Alís.

Árbol sin nombre. Langeais. Francia. 8-XI-2014. Fotografía de Salvador Alís.
 

     
 
 

    

lunes, 3 de noviembre de 2014

LAS CAUSAS DE LA RUINA DEL IMPERIO ROMANO

LAS CAUSAS DE LA RUINA DEL IMPERIO ROMANO

En el precio, el favor; y la ventura,
venal; el oro, pálido tirano;
el erario, sacrílego y profano;
con togas, la codicia y la locura;

en delitos, patíbulo la altura;
más suficiente el más soberbio y vano;
en opresión, el sufrimiento humano;
en desprecio, la ciencia y la cordura,

promesas son, ¡oh Roma!, dolorosas
del precipicio y ruina que previenes
a tu imperio y sus fuerzas poderosas.

El laurel que te abraza las dos sienes
llama al rayo que evita, y peligrosas
y coronadas por igual las tienes.

FRANCISCO DE QUEVEDO