jueves, 30 de enero de 2014

VIVALDI

en días nefastos o en días alegres
frente a finales caóticos o pincipios de esperanza
cuando algo comienza y cuando algo termina


martes, 28 de enero de 2014

GLENN GOULD / BEETHOVEN

VISITA A LA CASA DE THOMAS BERNHARD

"Lo que prefiero es estar solo.
     En el fondo, es una situación ideal.
     Mi casa es también en realidad una cárcel gigantesca.
     Eso me gusta mucho; en lo posible paredes desnudas. Es denuda y fría. Eso produce un efecto muy favorable en mi trabajo. Los libros, o lo que escribo, son como el lugar en que habito.
     A veces me parece que los distintos capítulos de un libro son como las distintas habitaciones de esta casa. Las paredes viven... ¿no? Por eso... las páginas son como paredes, y eso basta. Sólo hay que mirarlas intensamente. Cuando se mira una pared blanca, se comprueba que no es blanca, que no está desnuda. Cuando se está largo tiempo solo, se adiestra uno en la soledad, se descubren cada vez más cosas allí donde para la gente normal no hay nada. Se descubren en la pared grietas, pequeñas fisuras, desigualdades, sabandijas. En las paredes hay un movimiento monstruoso.
     Realmente, las paredes y las páginas de los libros se parecen por completo."

Thomas Bernhard, Tres días. 1970.






sábado, 25 de enero de 2014

LA LEICA DE HEINRICH HOFFMANN

     Heinrich Hoffmann (Fürth, 1885 - Múnich, 1957) fue un destacado miembro del Partido Nazi, aunque sin cargos políticos, y amigo y fotógrafo personal de Adolf Hitler.
     Estudió y trabajó en Inglaterra con el prestigioso Emil Otto Hoppé (quien, además de fotografiar a gentes anónimas de la calle y señalar la belleza de mujeres que no eran de raza blanca, retrató a muchos artistas e intelectuales, por ejemplo Arthur Conan Doyle o Albert Einstein).
     Durante la 1ª Guerra Mundial, Hoffmann ejerció como fotógrafo militar de las tropas bávaras. Se afilió al DAP (más tarde NSDAP) en 1920, y conoció a Hitler en 1923. Se calcula que realizó unas 2000 fotografías al Führer, y muchas más a otros jefes y personalidades del Tercer Reich. Sus fotografías sirvieron pues a la propaganda nazi y al enaltecimiento o culto al lider. También fue el responsable de presentar a Eva Braun, que era una de sus empleadas, a Hitler.
     Su amistad y relación con el Führer, hizo de él un hombre muy rico, pues cobraba derechos de autor por sus trabajos (que fueron ampliamente editados y reproducidos en libros, tarjetas postales y carteles). De poseer un pequeño estudio pasó a abrir importantes sucursales en Frankfurt, Berlín, París y Viena.
     Al acabar la guerra se le condenó a cuatro años de cárcel por su colaboración con el Régimen Nazi.
     Al parecer fue un apasionado y virtuoso de las cámaras Leica. La que se reproduce bajo estas líneas le perteneció y tiene grabado su nombre. En 1986, la empresa del fabricante Ernst Leitz acreditó su autenticidad al propietario de la cámara, un ciudadano francés, y aseguró haberla vendido a Hoffmann en 1935. Esa cámara fue el ojo que siguió a Hitler en muchos de sus mítines y acciones de guerra.


jueves, 23 de enero de 2014

NAVAROVÁ & KOA / SOSKE

NAVAROVÁ & KOA / PRO LABUTE

NAVAROVÁ & KOA / ZATÍM HODNE PUS

AUTORRETRATO A LOS 2O AÑOS

Fotografía de Salvador Alís. Cámara Kodak. Valencia 1976.

EL OJO DE LA MOSCA

     No recuerdo como llegó a mis manos, pero mi primera cámara fotográfica, a principios de los 70 del siglo pasado, cuando yo tenía 15 años, fue una Kodak Instamatic. A principios de los 80, y adquirida en un viaje a Suiza, la cámara que usé hasta los 30 años fue una Nikon FM2, una maravilla -según recuerdo. A partir de 1986, comprada en Gran Canaria, y hasta la irrupción de las cámaras digitales, disfruté de una Nikon F 301, alternada a veces con una Polaroid y una Asahi Pentax. 20 años después me hice con una Panasonic Lumix FX 01 (objetico Leica). Y, por último, habiendo manifestado yo que echaba de menos un zoom más potente, me regalaron otra Panasonic Lumix, la TZ 18 (objetivo Leica), mi cámara actual. Sin embargo mi sueño, desde hace mucho, hubiera sido disponer de una auténtica Leica, de la serie M, por ejemplo, pero eso ha quedado en un sueño.
     Para decir la verdad, he observado el mundo a través de las lentes fotográficas en una mínima proporción de su espacio y de mi tiempo, pero el resultado de esa observación llena cajas (miles de instantáneas plasmadas en papel) y muchos gigas en el disco duro del ordenador. He aprendido también del mundo y de su historia mediante miles de libros y millones de páginas. Mediante películas, contemplación de cuadros, esculturas, arquitecturas, artesanías y viajes. Mediante sueños. Y, sobre todo, por la observación directa del entorno (incluidos paisajes, ciudades, animales) y el conocimiento, el intercambio y el diálogo con otros seres humanos. Sin olvidar que del mundo, la realidad o la vida, un gran porcentaje de conocimiento lo debo directamente a la simple introspección.
     Y no obstante, el paso de los años y el cumplimiento inevitable de nuestra edad se constituye en la mejor cámara, el mejor maestro. Mi conclusión: La última fotografía es una imagen borrosa, altamente alterada. Un caleidoscopio alocado, descentrado, asimétrico y caótico donde giran sin cesar los fragmentos de mi visión del mundo sin orden ni concierto.
     Las múltiples facetas del ojo de la mosca ya no actúan coordinadas y la visión se muestra pervertida. No en vano el "señor de las moscas" es el mismo Belcebú.
     Si algo aprendí, desde mis primeras simples fotografías con la Kodak hasta las últimas con la TZ 18, es que nuestra presencia en el mundo es nefasta para el mundo, y prescindible para la naturaleza y la vida por la gran complejidad y sofisticación de nuestra maldad. Destruimos cuanto miramos, salvo excepciones. Y eso ya no creo que tenga solución.
     Nuestro tercer ojo, el objetivo de la cámara fotográfica o integrado en teléfonos móviles que la mayoría portamos habitualmente, no busca ya la sorpresa, ni la belleza, ni la denuncia ni la meditación. Nos apropiamos de la realidad para conservarla en un formol metafórico e incrementar nuestra colección de trofeos, mientras -al mismo tiempo- la realidad se extingue por nuestras acciones y, en su lugar, emerge un mundo fantasmagórico que seduce con su novedad y aún no da miedo porque sabe ocultar a nuestros ojos de mosca su verdadera y terrible cara.
     Tomemos incansables fotografías de nuestros cuerpos vestidos y desnudos, de nuestros estilizados vehículos, de nuestra veloz forma de vida, de las sonrisas nubladas, del tigre en el zoológico, de la botella vacía, de las lunas sobre las playas, de toda nuestra aparente trascendencia y segura futilidad, de nuestras hazañas y fiestas, poses y velas de colores, disimulados miedos, manifestaciones multitudinarias, de nuestra impotencia y nuestra impostura y tantas otras cosas. Y hagamos que circulen en la tupida telaraña que circunda el mundo.
    Las moscas son incomparablemente más antiguas que nosotros. Y todavía no sabemos cómo darnos la vuelta y contemplar de verdad el origen de las sombras animadas y danzantes que ante nuestros ojos fingen ser la realidad.

Salvador Alís.
     
    

miércoles, 22 de enero de 2014

SOBRE LA FOTOGRAFÍA

     Hoy he comprado La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía de Roland Barthes (Paidós, 2007). Hace un par de semanas compré Sobre la fotografía de Susan Sontag (Alfaguara, 2005). Y hace un par de años, otro libro con el mismo título, Sobre la fotografía de Walter Benjamin (Pre-Textos, 2007).
     Ninguno de los tres los he leído de principio a fin, sino que de vez en cuando los he abierto por cualquier página al azar (así es como creo yo que deben ser abordados este tipo de ensayos, en cierto modo persistentes o inagotables). Y así, también al azar, he decidido copiar hoy algunos párrafos.

     "Puede ocurrir que yo sea mirado sin saberlo, y sobre esto todavía no puedo hablar puesto que he decidido tomar como guía la conciencia de mi emoción. Pero muy a menudo (demasiado a menudo, para mi gusto) he sido fotografiado a sabiendas. Entonces, cuando me siento observado por el objetivo, todo cambia: me constituyo en el acto de posar, me fabrico instantáneamente otro cuerpo, me transformo por adelantado en imagen. Dicha transformación es activa: siento que la Fotografía crea mi cuerpo..."
Roland Barthes.

     "Mediante la fotografía, algo pasa a formar parte de un sistema de información, se inserta en proyectos de clasificación y almacenamiento que van desde el orden toscamente cronológico de las series de instantáneas pegadas en los álbumes familiares hasta las tenaces acumulaciones y meticulosas catalogaciones necesarias para la utilización de la fotografía en predicciones meteorológicas, astronomía, microbiología, geología, investigaciones policiales, educación y diagnósticos médicos, exploración militar e historia del arte. Las fotografías no se limitan a redefinir la materia de la experiencia ordinaria (personas, cosas, acontecimientos, todo lo que vemos -si bien de otro modo, a menudo inadvertidamente- con la visión natural) y añadir ingentes cantidades de material que nunca vemos en absoluto. Se redefine la realidad misma: como artículo de exposición, como dato para el estudio, como objetivo de vigilancia. La explotación y duplicación fotográfica del mundo fragmenta las continuidades y acumula las piezas en un legajo interminable, ofrece por lo tanto posibilidades de control que eran inimaginables con el anterior sistema de registro de la información: la escritura."
Susan Sontag.

     "Lo que hace a las primeras fotografías tan incomparables es quizá esto: que ofrecen la primera imagen del encuentro entre la máquina y el hombre."
     "Una de las objeciones (a menudo implícitas) contra la fotografía: es imposible que una máquina capte el rostro humano."
Walter Benjamin.

     Los tres libros son interesantes y no deberían faltar en las lecturas de ningún fotógrafo que aspire a ser algo más que un aficionado a la fotografía. Mi preferido, sin duda, es el de Benjamín, el más oscuro de los tres, pero también el más sugerente y de más largo alcance.

     Por último, la cita de una cita, de Susan Sontag citando un fragmento de las Conversaciones con Kafka de Gustav Janouch:
     "En la primavera de 1921, se instalaron en Praga dos máquinas fotográficas automáticas recientemente inventadas en el extranjero que reproducían seis o diez o más exposiciones de la misma persona en la misma placa.
     Cuando le llevé a Kafka una serie semejante de fotografías le dije de buen humor:
     -Por un par de coronas uno puede hacerse fotografiar desde todos los ángulos. Este aparato es un Conócete a ti mismo mecánico.
     -Un Desconócete a ti mismo, querrás decir -dijo Kafka.
     -¿A qué te refieres? -protesté-. ¡La cámara no miente!
     -¿Quién te dijo eso? -preguntó Kafka inclinando la cabeza-. La fotografía concentra nuestra mirada en la superficie. Por esa razón enturbia la vida oculta que trasluce a través de los contornos de las cosas como un juego de luces y sombras. Eso no se puede captar siquiera con las lentes más penetrantes. Hay que buscarlo a tientas con el sentimiento. Esa cámara automática no multiplica los ojos de los hombres sino que se limita a brindar una versión fantásticamente simplificada del ojo de una mosca."

    

viernes, 17 de enero de 2014

ERIK SATIE / BAJO LA LLUVIA

SONATA

SONATA

No toca la lluvia todavía el suelo, y el suelo ya esta mojado.
Como si las teclas blancas y negras del piano se hundieran antes de ser tocadas,
como si presintieran la caricia de los dedos, su acechante proximidad.
Sabe la lluvia que pronto se dejará caer, pero aguarda.
Sabe la mano izquierda y sabe la mano derecha
que más pronto o más tarde se cruzarán sin mezclarse.
De esta forma natural e inevitable se escriben las palabras,
sin que la punta recién afilada haya rozado aún el papel.
Y el teclado bajo los ojos. Y la ciudad dormida, tan lejos y fuera del plano.

¿Quién ha escrito la partitura? Tan bella y tan triste
en estas huellas frías que se precipitan, en este vuelo y en esta caída.
Libros apilados como ladrillos de adobe, palabras y hojas en el barro.
Se agotan las lenguas en su torre de babel, enmudecen
bajo un sol que no se abre paso. Gris y helada la belleza, la música.
Como si las teclas blancas y negras del piano supieran antes de saber,
como si en sus ojos una gota de tinta, como si comenzara a llover.
Portando ella en una mano el cristal y en la otra el acero.
Su ropa en el armario y desnuda, descendiendo una escalera.
No toca la lluvia todavía el suelo, y ya moja sus labios.
Trazos de grafito en las paredes, y un laberinto que se cierra.
El tiempo anticipa su melodía, a contraluz su versátil silueta sonora.

¿Quién ha escrito la partitura? Tan triste y tan bella.
Porque belleza y tristeza juegan en el aire y se cruzan sin mezclarse.
Y no se escriben las palabras, no se unen con las hojas en el barro,
no levantan paredes escritas. Todo en suspenso espera su motivo.
Se cierran los ojos para ver y se desvían las miradas.
La lluvia se dispone a caer y, sin embargo, la ciudad ya brilla.
Dormida tan lejos y fuera del plano, como vista en otra vida.

¿Cuántas, como ella, habrán nacido sin nacer, en una mano el cristal,
el acero en la otra mano? Y sobre el piano, la lluvia.
Libros entre libros, el teclado bajo los ojos, la ciudad dormida.
Se despierta la belleza. El sol del otro lado.
Sujetan los dedos su vuelo, y se hunden las teclas blancas y las negras.
Y la lluvia no comienza. Y anticipa el piano su latido.


Salvador Alís.



domingo, 5 de enero de 2014

TEHO TEARDO & BLIXA BARGELD



PRIMERA ESTACIÓN

PRIMERA ESTACIÓN

     Un ángel llama por teléfono. Lo que dice no es audible porque habla en el lenguaje de los ángeles

     Cuando llama el enano, sin embargo, todo está claro

     Uno da, el otro reclama

     Se detiene el tren que partió de una gran ciudad en la primera estación, algunos pasajeros bajan, cae una fina lluvia

     Al final de su trayecto, el tren quedará vacío

     Se apearán todos, estación tras estación, hasta el destino final

     El viaje habrá durado una noche, una larga noche subiendo al norte, a los bosques, al aire helado de la meseta donde vuelan los cuervos y las águilas

     La mujer que vuela satisface al cielo y al infierno

     No hay cruces en este camino, no hay fronteras, bifurcaciones, nada que altere el discurrir natural de las cosas que se mueven por impulso propio

     Un ángel llama por teléfono, llamada oculta. Un enano llama a la puerta, se disparan las alarmas

     En esta ciudad hay una calle al final de una calle, bordeada por barandillas de hierro de un puente sobre un riachuelo. Trepadoras verdes ascienden hasta mi frente

     Mi frente que imagina contener pensamientos, como un muro o el portón de una fortaleza

     En la primera estación

     Tan largo el viaje y tantas -y tan distintas- las estaciones, hasta el destino final

     Mujeres salen de su cuerpo y lo esclavizan, se hacen dueñas de él, imponen su habla porque dominan tanto el lenguaje del ángel como el lenguaje del enano

     Ese tren que partió de una gran ciudad en 1975. Atravesó túneles y se perdió su rastro

     Dormir en un tren, emborracharse en un tren, hallar en un tren el amor

     Las palabras justas, el movimiento exacto

     Ir, hacia quién sabe dónde. Ir, a pesar de todo. Ir. Y estar yendo

     En un tren. A toda velocidad

     No se resiste la luna llena a ser contemplada en ese viaje, los pinos en la noche a ser comtemplados, la carretera paralela a ser contemplada. El tren en sentido contrario

     En ese tren, el viajero escribe hasta la primera estación. Continuará el viaje. Se acabará la tinta. La batería del dispositivo que permite escribir sin tinta y sin papel

     Volarán papeles entre las vías. Frases en la noche hacia destinos inciertos

     7000 kilómetros entre las islas. 33 toneladas de tiempo. Un túnel que no se acaba. Un sueño del que nunca se despierta

     Nunca. Nunca se despierta


Salvador Alís.



    

    

    

JANNAT MAHID




UN SUEÑO / 3

     El paisaje es abrupto, espectacular y grandioso: profundos barrancos y altísimas montañas. Un pequeño pueblo animado, turístico, lleno de gente que pasea por sus angostas y empinadas calles, en mitad de una montaña; y cientos de casas desperdigadas por las laderas y las cumbres. En el fondo del barranco principal, un río transcurre lentamente formando pequeñas lagunas entre rocas.
     Rodeo con mi brazo la cintura de una mujer joven. Tengo mucho sueño y quisiera hacerle una pregunta, pero no sé cómo formularla: ¿Podemos dormir juntos? ¿Quieres dormir conmigo? ¿Puedo acostarme contigo? Etcétera.
     En un  momento dado, la tomo en brazos y nos elevamos por el aire. Al levantar el vuelo, al principio, cuesta un poco; se tropieza y se tiene que esquivar multitud de hojas y ramas de árboles que cubren gran parte de las montañas. Después todo se acelera, la ascensión es muy rápida, vertiginosa, hacia las alturas a media tarde bajo un cielo gris y entre ráfagas de viento frío.
     Luego caemos en picado. No sé si nos vamos a estrellar contra las rocas o acabaremos en el agua, pero no tengo miedo.
     Nos detenemos suavemente. A continuación estoy solo en ese pueblo medieval lleno de escaleras, túneles, arcos, muros y edificios fortificados y, sin embargo, iluminado por muchas luces, tiendas, tabernas acogedoras y multitud de paseantes. A la salida de una curva bajo un puente veo una pared vertical de piedra que escalan dos alpinistas sin piernas. Van pertrechados con todo lo necesario, vestimentas, cascos, arneses, cuerdas, nudos dinámicos, frenos, anclajes, mosquetones, magnesio; y se mueven trepando por la pared con agilidad a pesar de carecer de piernas.
      No sé por qué motivo siento un gran deseo de atemorizar a los alpinistas. Me elevo en el aire hasta su altura y comienzo a rugir, primero en un tono bajo y luego más fuerte, al tiempo que azoto con una especie de látigo a uno de ellos, el que ha quedado rezagado y apenas puede protegerse colgado de su cuerda. El látigo tiene atado en un extremo un pequeño objeto pesado, quizá un trozo de hierro o de plomo.
     Sigo teniendo mucho sueño y quisiera acostarme con la jovencita que me espera en el suelo, sólo para dormir. Esa idea, esa intimidad, me excita considerablemente.
     Al llegar al hotel donde me alojo (o se aloja), me aguardan dos detectives con anchas gabardinas marrones y sombreros anchos. Alguien me ha denunciado (no sé si por volar, atacar a los alpinistas sin piernas o pretender acostarme con la joven). Los detectives quieren interrogarme. Permanezco tranquilo.
    

jueves, 2 de enero de 2014

ANBB - ONE

CUENTO DE PRINCIPIO DE AÑO

CUENTO DE PRINCIPIO DE AÑO

     El hombre que duerme le dice al hombre que sueña que todo es un sueño. Cierto -le contesta el hombre que sueña-, pero un sueño que no es soñado por ti

     Esta noche, el gato llamado Robertito el Volador se convierte en REV. La necesidad puede confundirse con la crueldad; la saturación, con el desapego

     El fuego en la nieve es posible; la nieve en el fuego, no

     El sueño de la noche anterior estaba dominado por gatos. Cuento de final de año

     Los tumores en el gato asustan al durmiente. Otro gato sonríe

     A su manera sonríe otro gato y, el tercero, el más viejo, contempla a los otros dos sin inmutarse

     El sueño de la noche anterior

     El sueño de la noche que se repite. En la noche

     Se parecen todas; en la nieve se parecen todas, pero son distintas en el fuego donde la nieve no puede darse

     El gato con tumores no entristece al gato que sonríe. El gato que sonríe no alegra al gato con tumores. Ambos son vigilados de cerca

     Ni el uno vive realmente ni realmente el otro muere. Gatos soñados

     El gato que contempla espera ver como, más pronto o más tarde, los contemplados interactúan

     El durmiente no es el mismo que sueña. El durmiente sucumbe al sueño y a las emociones del sueño

     El que sueña hace aparecer y desaparecer gatos a su antojo

     El cuento de final de año se convierte en el cuento de principio de año

     Todo prosigue porque todo es azar. Todo es combustible

     Una frase no justifica a la anterior ni tampoco a la posterior

     La lógica de los sueños no dispone las frases

     Líneas blancas en el espectro que desaparece en la nieve y aparece en el fuego

     Una hoguera sobre un espacio blanco. Arden las hojas

     En las calles, en la noche, el viento agita las hojas. El amanecer las reúne

     Montones de hojas secas en una hoguera. En la noche

     Se proyectan desde la memoria imágenes de gatos

     La mano que acarícia el lomo y la barriga del gato sólo encuentra terciopelo

     El gato que sonríe abre la boca desmesuradamente

     Y el tercer gato desde su altura impasible

     El gato siberiano y el gato que se llamó REV, la diosa del amor y de la guerra, los gatos del jardín

     En la espesura del sueño: una hoja amarilla


Salvador Alís.

    

GOOD CLEAN FUN - CAT POWER