lunes, 21 de abril de 2014

EL SOL DECLINA


EL SOL DECLINA

" ¡Pronto cesará tu sed,
ardiente corazón !
El aire es sofocante,
un soplo me llega desde bocas desconocidas,
- empieza a refrescar...

Mi sol ardía sobre mí a mediodía:
¡ Bienvenidos seáis,
vientos inesperados,
fríos espíritus del atardecer !

Pasa la brisa extraña y pura.
¿ Me estará haciendo guiños la noche
con su oblicua
mirada seductora ?


¡ Mantente firme, valiente corazón !
No preguntes por qué.

¡ Días de mi vida !
El sol declina.
Dorada está ya
La superficie del agua.

Cálida respira la roca:
¿ durmió sobre ella la dicha
su siesta a mediodía ?
Entre verdes luces
prueba suerte todavía el oscuro abismo.

¡ Días de mi vida !
Ya anochece.
Ya tus ojos brillan
semicerrados,
ya caen gota a gota
lágrimas de tu rocío,
ya sobre la blancura de los mares
se extiende tu purpúreo amor,
tu última felicidad vacilante.

¡ Ven, áurea serenidad,
el más dulce sectreto y anticipado gozo
de la muerte !
- ¿ Recorrí demasiado presuroso mi camino ?
Justo ahora que mis pies están cansados
me alcanza tu mirada,
me alcanza tu dicha.

Sólo olas y juego alrededor.
Todo cuanto fue fatigoso una vez
se ha hundido en azul olvido -
Ociosa está ya mi barca.
¡ Ha dejado atrás tormenta y viaje !
Ahogados deseo y esperanza,
en calma están el alma y el mar.

¡ Séptima soledad !
Nunca sentí
tan cercana la dulce certeza,
tan cálida la mirada del sol.
- ¿ No resplandece aún el hielo en mi cumbre?
Plateado, ligero, un pez
desliza ahora mi barca..."

( Friedrich Nietzsche. Poemas. Hiperion. 1979. )

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