viernes, 31 de mayo de 2019
DESALMADOS PÁJAROS SIN ALAS
DESALMADOS PÁJAROS SIN ALAS
En estos tiempos que corren, las noticias no son buenas;
un día sí y otro también, nos presentan sucesos inquietantes.
Un hombre mata a un perro con un disparo de escopeta;
una mujer empuja a un anciano fuera de un autobús y,
poco después, el anciano muere;
un joven le clava más de veinte veces su navaja
a una menor de edad con la que mantenía relaciones contradictorias;
una playa, en algún lugar del mundo, se tiñe de rojo
por la sangre de ballena vertida tras ser cazada y desangrada.
En estos tiempos que corren -y cito de memoria-,
las noticias no son buenas; la prensa escrita y los móviles
nos informan a todas horas de sucesos inquietantes.
Llegan a Mallorca, en un 737 de Ryanair,
alemanes neo nazis alterando el vuelo con sus canciones,
saludos, gritos y consignas;
una mujer joven, madre de dos hijos, se suicida
cuando muchas personas, incluido su marido, ven imágenes
de ella masturbándose cinco años atrás;
una niña pequeña (y su flotador) es adentrada en el mar
por una corriente o un viento y al final se ahoga;
otra niña de cinco años muere en el comedor del colegio,
indispuesta al enfrentar su alergia con un helado.
En estos tiempos que corren, cada día el mal se supera a sí mismo.
Constantemente desaparecen adolescentes;
un hijo estrangula a una madre que no reconocía y huye
a Bélgica con su novia y una tarjeta de crédito virtual;
un marroquí apuñala a otro marroquí frente a su mezquita,
han discutido por un móvil robado;
una anciana, a la vuelta de un viaje, se encuentra su casa okupada,
la policía no puede devolvérsela y la justicia es lenta.
En estos tiempos que corren, una avalancha de noticias
viene hasta nosotros cada día con su aparente falta de unidad
y sus relaciones ocultas.
Cada noche salen en Palma ciertas figuras criminales:
un pirómano que desde hace meses y con total impunidad
quema contenedores de basura, un encapuchado
que recorre las calles en bicicleta, un negro gigante;
una mujer resulta decapitada al engancharse los cables
de sus auriculares con alguna parte de un ascensor en marcha;
los infartos cerebrales existen, igual que los cánceres incurables,
pero igual se puede morir de un simple atragantarse
con un sorbo de agua, un bocado de pan, un grano de uva;
de vez en cuando, explota una bomba.
En estos tiempos que corren, y barajando estos acontecimientos,
se deduce que proliferan los delincuentes menores y mayores,
los forajidos, los ladrones, los violentos...
Pero lo peor es lo que le pasa a uno en su intimidad,
lo que no es noticia, donde están los verdaderos criminales.
La voz al otro lado del teléfono, hablando en nombre
de la Compañía de Seguros; el reguero de mierda líquida
que una vecina ha vertido a lo largo de la escalera;
el fontanero que no responde, que impone sus horarios,
que cobra en negro y que, siendo fiel a sus chapuzas,
abandona el trabajo sin acabarlo; la encargada de la limpieza
mintiendo sobre los días que limpia.
Desde el otoño del año pasado, la mendiga que empujaba
sus pertenencias de un lugar a otro no se ha movido,
instalada permanentemente de espaldas a un hostal abandonado
frente a la Plaza de las Columnas, parece intocable,
nadie la sacará de allí hasta que sea un cadáver.
En Australia es necesario exterminar dos millones de gatos;
y en algún país africano se autoriza de nuevo, mediante ley,
la caza del elefante; en cualquier lugar se asesina a una mujer
por el menoscabo de la masculinidad;
pero la muerte es femenina y canta su canción.
Se aproxima el momento del equilibrio y la paciencia.
Las noticias deben evaluarse según su afinidad con la verdad
o la mentira. Entre tantos desalmados pájaros sin alas,
yo me debo a mis principios.
Salvador Alís.
En estos tiempos que corren, las noticias no son buenas;
un día sí y otro también, nos presentan sucesos inquietantes.
Un hombre mata a un perro con un disparo de escopeta;
una mujer empuja a un anciano fuera de un autobús y,
poco después, el anciano muere;
un joven le clava más de veinte veces su navaja
a una menor de edad con la que mantenía relaciones contradictorias;
una playa, en algún lugar del mundo, se tiñe de rojo
por la sangre de ballena vertida tras ser cazada y desangrada.
En estos tiempos que corren -y cito de memoria-,
las noticias no son buenas; la prensa escrita y los móviles
nos informan a todas horas de sucesos inquietantes.
Llegan a Mallorca, en un 737 de Ryanair,
alemanes neo nazis alterando el vuelo con sus canciones,
saludos, gritos y consignas;
una mujer joven, madre de dos hijos, se suicida
cuando muchas personas, incluido su marido, ven imágenes
de ella masturbándose cinco años atrás;
una niña pequeña (y su flotador) es adentrada en el mar
por una corriente o un viento y al final se ahoga;
otra niña de cinco años muere en el comedor del colegio,
indispuesta al enfrentar su alergia con un helado.
En estos tiempos que corren, cada día el mal se supera a sí mismo.
Constantemente desaparecen adolescentes;
un hijo estrangula a una madre que no reconocía y huye
a Bélgica con su novia y una tarjeta de crédito virtual;
un marroquí apuñala a otro marroquí frente a su mezquita,
han discutido por un móvil robado;
una anciana, a la vuelta de un viaje, se encuentra su casa okupada,
la policía no puede devolvérsela y la justicia es lenta.
En estos tiempos que corren, una avalancha de noticias
viene hasta nosotros cada día con su aparente falta de unidad
y sus relaciones ocultas.
Cada noche salen en Palma ciertas figuras criminales:
un pirómano que desde hace meses y con total impunidad
quema contenedores de basura, un encapuchado
que recorre las calles en bicicleta, un negro gigante;
una mujer resulta decapitada al engancharse los cables
de sus auriculares con alguna parte de un ascensor en marcha;
los infartos cerebrales existen, igual que los cánceres incurables,
pero igual se puede morir de un simple atragantarse
con un sorbo de agua, un bocado de pan, un grano de uva;
de vez en cuando, explota una bomba.
En estos tiempos que corren, y barajando estos acontecimientos,
se deduce que proliferan los delincuentes menores y mayores,
los forajidos, los ladrones, los violentos...
Pero lo peor es lo que le pasa a uno en su intimidad,
lo que no es noticia, donde están los verdaderos criminales.
La voz al otro lado del teléfono, hablando en nombre
de la Compañía de Seguros; el reguero de mierda líquida
que una vecina ha vertido a lo largo de la escalera;
el fontanero que no responde, que impone sus horarios,
que cobra en negro y que, siendo fiel a sus chapuzas,
abandona el trabajo sin acabarlo; la encargada de la limpieza
mintiendo sobre los días que limpia.
Desde el otoño del año pasado, la mendiga que empujaba
sus pertenencias de un lugar a otro no se ha movido,
instalada permanentemente de espaldas a un hostal abandonado
frente a la Plaza de las Columnas, parece intocable,
nadie la sacará de allí hasta que sea un cadáver.
En Australia es necesario exterminar dos millones de gatos;
y en algún país africano se autoriza de nuevo, mediante ley,
la caza del elefante; en cualquier lugar se asesina a una mujer
por el menoscabo de la masculinidad;
pero la muerte es femenina y canta su canción.
Se aproxima el momento del equilibrio y la paciencia.
Las noticias deben evaluarse según su afinidad con la verdad
o la mentira. Entre tantos desalmados pájaros sin alas,
yo me debo a mis principios.
Salvador Alís.
lunes, 20 de mayo de 2019
BALANCE / SEGUNDA PARTE
BALANCE / SEGUNDA PARTE
El viaje por la vida, por la realidad en el espacio y el tiempo, y más cuando ese viaje requiere una investigación, un análisis centrado en el alguna de sus etapas, puede hacerse de lo particular a lo general o de lo general a lo particular, tanto da..., como si nos desplazáramos del frigorífico al supermercado y del supermercado al frigorífico. Según nuestras preferencias, nuestro presupuesto y la capacidad de nuestro frigorífico (lo particular), haremos la compra en el supermercado (lo general). Según el abastecimiento del supermercado, cumpliremos nuestros deseos y nos alimentaremos.
Se puede ir del individuo a la sociedad (con sus leyes generales), o de la sociedad al individuo (con su propia ley e incluso sin leyes).
Lo general sería esto: En Malasia, algunos personajes públicos y significativos, quizá un miembro del gobierno, un abogado, un psicólogo, la propia policía o los jueces, están preocupados por la salud mental de los malayos. El motivo tiene que ver con la siguiente historia particular: Una adolescente de 16 años somete a consulta en Instagram si debe elegir entre la D -death- o la L -life-; es decir, si debe suicidarse o no. La opinión de sus seguidores cuenta. Esta noticia es copia de otra publicada por infobae, según la cual la adolescente saltó de un edificio cuando el 69 % de los encuestados respondió afirmativamente a la cuestión planteada.
Si la edad de la vida fuera una simple línea recta, partiendo de no se sabe dónde para llegar a un lugar que se ignora, esa línea podría curvarse o fragmentarse, ser espiral o cielo estrellado, sin dejar de ser línea.
En el caso que nos ocupa, mejor sustituir la línea por el triángulo: edad cronológica, biológica y mental. En muchos lugares del mundo, la edad mental vence en importancia a las otras edades. Hay aldeas de sabiduría y ciudades y países enteros infantilizados porque los ritos, la filosofía y la creación han sido sustituidos por el juego pasivo.
Tres jóvenes de unos 30 años, con el aspecto que yo tenía a su edad -cuando a mi edad yo estaba inmerso en el verdadero juego de la vida-, se cruzan conmigo en la noche, caminando en fila india por una acera gris. Hablan de tres dragones de un vídeo juego que, no siendo irreal (pues ellos lo ven y lo viven), tampoco es real, siendo por tanto el resultado de una estrategia mental. No debería ser necesario decir que las mentes se manipulan y que la edad mental puede ser acelerada, retrasada o contenida según convenga a cada momento.
Si definir mi edad cronológica es fácil, y algo más complicado definir mi edad biológica, dilucidar cuál sea mi edad mental es imposible. ¿Tengo todavía la mente de aquel niño menor de 5 años que prendió fuego a las cortinas de la habitación de sus padres, una tarde de verano, con un mechero de gasolina? ¿Tengo la mente decidida del novio que desafía a la novia regalando un paquete de Camel a un desconocido en el borde de una piscina? ¿La mente del exiliado en las islas, permanentemente huyendo por temor a su herencia? ¿La mente del pintor que ve colores donde otros ven sombras, el día frente a la noche? ¿La mente del lector que lee entre líneas, la del escritor que no somete a revisión sus palabras? ¿Acaso tendré yo una edad mental que no se corresponda con mi edad?
Siempre he sido un rebelde, dice el viejo recordando al niño que fue. Bastaba con que me dieran una orden para que yo la desobedeciera. Las frases hechas (de las que a veces se usa y se abusa por elección) son órdenes no escuchadas. Ni al niño, ni al joven, ni al adulto ni al viejo, les gustan las ideas preconcebidas. Una orden no es más que la repetición de un esquema ya existente, en modo alguno una creación, la posibilidad de algo nuevo, una puerta abierta.
Con órdenes y leyes se controla la edad mental. Y sobre todo con la información diseñada para viajar por el mundo a la velocidad de la luz. Las órdenes y las leyes se expresan mediante frases hechas.
Existe en Malasia (o pudiera existir) una preocupación motivada por el gesto de una adolescente que se ha suicidado tras someter a consulta tal decisión. De un tiempo a esta parte, y esto parece preocupar menos, se suicidan peces y pájaros, las abejas desaparecen y se multiplican las moscas. Entre las especies amenazadas se encuentran los felinos -el rey león, el tigre místico, el gato montés-, algunos cornudos ciervos y el rinoceronte, los elefantes que nunca acudieron al dentista, el oso cegado por la nieve y añorando el hielo que se funde, los gatos en Australia, manadas de monos que a nuestro pesar (con excepciones) ya saben hablar, desde luego expresar emociones, hacer cálculos y observar con interés todo lo que sucede a su alrededor. Preocupa menos que grupos de delfines aparezcan muertos en las playas.
Una especie en extinción debería aferrarse a la vida sin temor a los cazadores, los que usan el fuego y el veneno, haciendo lo que fuera necesario para vivir.
Cuando la edad mental importa, Malasia se preocupa; en otros países suceden otras cosas: uno libera la venta de armas para dejar la vida de cada uno en sus manos, otro se muere de hambre y de sed, otro adquiere submarinos usados, otro dice ser "el pueblo elegido", otro presenta el síndrome del caracol que se mueve con lentitud y se esconde en su caparazón o caracola.
Los medios de comunicación publican cuentos para niños. Dicen que con la colaboración de la guardia civil española se ha detenido en Francia a un histórico de la ETA, un peligroso terrorista, un asesino prófugo de la justicia desde hace muchos años. Se escondía en una cabaña en el bosque, y daba largas caminatas siempre portando su mochila de supervivencia. Hasta aquí lo particular. En realidad, el futuro gobierno de España es cuestionado por las acusaciones de colaboración con el terrorismo. Nada más conveniente entonces que esta detención. ¿De verdad nadie conocía el paradero del vasco? ¿Las casualidades existen o no existen? Cuando conviene se encuentra a cualquiera, se le convence o se le anula. Un individuo solo nada puede ante los confabulados.
De lo particular a lo general, del cuerpo a las almas. No soy como tú crees. Por no alcanzar mi edad mental, te resulta imposible manipularla. O la aceptas o la rechazas. Seguirá una tercera parte.
Salvador Alís.
El viaje por la vida, por la realidad en el espacio y el tiempo, y más cuando ese viaje requiere una investigación, un análisis centrado en el alguna de sus etapas, puede hacerse de lo particular a lo general o de lo general a lo particular, tanto da..., como si nos desplazáramos del frigorífico al supermercado y del supermercado al frigorífico. Según nuestras preferencias, nuestro presupuesto y la capacidad de nuestro frigorífico (lo particular), haremos la compra en el supermercado (lo general). Según el abastecimiento del supermercado, cumpliremos nuestros deseos y nos alimentaremos.
Se puede ir del individuo a la sociedad (con sus leyes generales), o de la sociedad al individuo (con su propia ley e incluso sin leyes).
Lo general sería esto: En Malasia, algunos personajes públicos y significativos, quizá un miembro del gobierno, un abogado, un psicólogo, la propia policía o los jueces, están preocupados por la salud mental de los malayos. El motivo tiene que ver con la siguiente historia particular: Una adolescente de 16 años somete a consulta en Instagram si debe elegir entre la D -death- o la L -life-; es decir, si debe suicidarse o no. La opinión de sus seguidores cuenta. Esta noticia es copia de otra publicada por infobae, según la cual la adolescente saltó de un edificio cuando el 69 % de los encuestados respondió afirmativamente a la cuestión planteada.
Si la edad de la vida fuera una simple línea recta, partiendo de no se sabe dónde para llegar a un lugar que se ignora, esa línea podría curvarse o fragmentarse, ser espiral o cielo estrellado, sin dejar de ser línea.
En el caso que nos ocupa, mejor sustituir la línea por el triángulo: edad cronológica, biológica y mental. En muchos lugares del mundo, la edad mental vence en importancia a las otras edades. Hay aldeas de sabiduría y ciudades y países enteros infantilizados porque los ritos, la filosofía y la creación han sido sustituidos por el juego pasivo.
Tres jóvenes de unos 30 años, con el aspecto que yo tenía a su edad -cuando a mi edad yo estaba inmerso en el verdadero juego de la vida-, se cruzan conmigo en la noche, caminando en fila india por una acera gris. Hablan de tres dragones de un vídeo juego que, no siendo irreal (pues ellos lo ven y lo viven), tampoco es real, siendo por tanto el resultado de una estrategia mental. No debería ser necesario decir que las mentes se manipulan y que la edad mental puede ser acelerada, retrasada o contenida según convenga a cada momento.
Si definir mi edad cronológica es fácil, y algo más complicado definir mi edad biológica, dilucidar cuál sea mi edad mental es imposible. ¿Tengo todavía la mente de aquel niño menor de 5 años que prendió fuego a las cortinas de la habitación de sus padres, una tarde de verano, con un mechero de gasolina? ¿Tengo la mente decidida del novio que desafía a la novia regalando un paquete de Camel a un desconocido en el borde de una piscina? ¿La mente del exiliado en las islas, permanentemente huyendo por temor a su herencia? ¿La mente del pintor que ve colores donde otros ven sombras, el día frente a la noche? ¿La mente del lector que lee entre líneas, la del escritor que no somete a revisión sus palabras? ¿Acaso tendré yo una edad mental que no se corresponda con mi edad?
Siempre he sido un rebelde, dice el viejo recordando al niño que fue. Bastaba con que me dieran una orden para que yo la desobedeciera. Las frases hechas (de las que a veces se usa y se abusa por elección) son órdenes no escuchadas. Ni al niño, ni al joven, ni al adulto ni al viejo, les gustan las ideas preconcebidas. Una orden no es más que la repetición de un esquema ya existente, en modo alguno una creación, la posibilidad de algo nuevo, una puerta abierta.
Con órdenes y leyes se controla la edad mental. Y sobre todo con la información diseñada para viajar por el mundo a la velocidad de la luz. Las órdenes y las leyes se expresan mediante frases hechas.
Existe en Malasia (o pudiera existir) una preocupación motivada por el gesto de una adolescente que se ha suicidado tras someter a consulta tal decisión. De un tiempo a esta parte, y esto parece preocupar menos, se suicidan peces y pájaros, las abejas desaparecen y se multiplican las moscas. Entre las especies amenazadas se encuentran los felinos -el rey león, el tigre místico, el gato montés-, algunos cornudos ciervos y el rinoceronte, los elefantes que nunca acudieron al dentista, el oso cegado por la nieve y añorando el hielo que se funde, los gatos en Australia, manadas de monos que a nuestro pesar (con excepciones) ya saben hablar, desde luego expresar emociones, hacer cálculos y observar con interés todo lo que sucede a su alrededor. Preocupa menos que grupos de delfines aparezcan muertos en las playas.
Una especie en extinción debería aferrarse a la vida sin temor a los cazadores, los que usan el fuego y el veneno, haciendo lo que fuera necesario para vivir.
Cuando la edad mental importa, Malasia se preocupa; en otros países suceden otras cosas: uno libera la venta de armas para dejar la vida de cada uno en sus manos, otro se muere de hambre y de sed, otro adquiere submarinos usados, otro dice ser "el pueblo elegido", otro presenta el síndrome del caracol que se mueve con lentitud y se esconde en su caparazón o caracola.
Los medios de comunicación publican cuentos para niños. Dicen que con la colaboración de la guardia civil española se ha detenido en Francia a un histórico de la ETA, un peligroso terrorista, un asesino prófugo de la justicia desde hace muchos años. Se escondía en una cabaña en el bosque, y daba largas caminatas siempre portando su mochila de supervivencia. Hasta aquí lo particular. En realidad, el futuro gobierno de España es cuestionado por las acusaciones de colaboración con el terrorismo. Nada más conveniente entonces que esta detención. ¿De verdad nadie conocía el paradero del vasco? ¿Las casualidades existen o no existen? Cuando conviene se encuentra a cualquiera, se le convence o se le anula. Un individuo solo nada puede ante los confabulados.
De lo particular a lo general, del cuerpo a las almas. No soy como tú crees. Por no alcanzar mi edad mental, te resulta imposible manipularla. O la aceptas o la rechazas. Seguirá una tercera parte.
Salvador Alís.
martes, 14 de mayo de 2019
BALANCE / PRIMERA PARTE
BALANCE / PRIMERA PARTE
Veo en un documental sobre el envejecimiento que no siempre la edad cronológica coincide con la biológica, y que esa diferencia en la contabilidad vital puede detectarse mediante un análisis de sangre específico. Me pregunto a cuánto tiempo de verdadera vida corresponderán mis 63 años y 5 meses, en más o en menos. El documental se centra en una investigación sobre gemelos; al constatar las variaciones entre ellos, se llega a la conclusión de que la genética no importa tanto como los hábitos de vida. La alimentación, la actividad física y el estrés son determinantes frente a la herencia. No tengo un gemelo, así que no puedo compararme con él, pero la visión del documental me sirve de excusa para pensar en mí mismo, en mi genética y en mis hábitos. Si vemos en primer lugar mi rostro se comprobará que apenas presenta arrugas; y si descartamos las ojeras, hasta se diría que se trata del rostro de una persona más joven que yo. Las ojeras, y tal vez el bigote que lentamente se va volviendo blanco, son los elementos principales que envejecen mi rostro. También la paulatina caída de los párpados. En apariencia, si descartamos la cabeza, mi cuerpo no tiene más de 50 años, lo que incumbe al esqueleto, los músculos y la piel. De los órganos internos es muy difícil saber su edad. No hay análisis que certifique que mi corazón, mis pulmones, mi hígado son mayores o más jóvenes que yo mismo. Y qué decir de la sangre, los nervios, las neuronas. Las ojeras se deben principalmente a las muchas lecturas y los pocos cuidados. Mi madre nunca me advirtió de este peligro, nunca me dijo que leer tanto me quemaría los ojos. Lo que me dijo fue que las lecturas a todas horas me volverían loco. Eso pasó antes de que la nueva psiquiatría cerrara los manicomios y pusiera en cuestión la locura tal como hasta entonces se concebía. No creo haber acabado loco, pero ahí están las ojeras.
Los gatos, en general, presentan un aspecto siempre más joven en relación a su edad. En su caso, el envejecimiento ocurre tarde, en los últimos momentos; y cuando se detecta es una sorpresa que nos halla desprevenidos. En los últimos meses, Lolita ha conseguido igualar su edad cronológica y su edad biológica. 15 años, para una gata blanca común, equivalen a toda una vida. Sombrita, siendo una excepción, tiene la edad que representa. La que parece menor y no lo es, la que por sus hábitos descuenta más tiempo a su cumpleaños, es Nube, y a esta percepción ayudan sus ojos azules, su blancura y su fragilidad. Decir de un gato que es frágil supone incurrir en una contradicción. Pero las discrepancias en torno a la edad se apoyan en contradicciones y paradojas; no solo por lo que respecta a los animales (los árboles, las casas, las obras de arte, los parajes naturales), sino también y sobre todo en relación a las personas que conviven con esos animales (que habitan esas casas, que escriben, que dibujan, que se pierden en el bosque). Pero yo jamás me he perdido, jamás he dudado de mi edad. Otros, para reconocerse, tienen que mirarse a un espejo; yo me veo en las líneas que van surgiendo, en las palabras y sus significados.
Mi estrés se asemeja a un caballo, ahora camina elegantemente al paso, ahora enloquece y corre como si le hubieran prendido fuego a la cola. No obstante, a horcajadas sobre él y sujetando las riendas, creo dominarlo por el momento. El paseo a caballo no es propiamente un ejercicio, es un sueño. Ando al menos diez kilómetros diarios -el día que menos ando- y hasta veinte en ocasiones, como si tal cosa. Otros deportes no practico ni he practicado. Peso 67,5 kilos, lo que no está mal en relación a mi estatura. Me alimento siguiendo un método imaginado por mí: una cafetera para cuatro; un plato único que combina 200 g de legumbres (o arroz o pasta), 200 de verduras variadas, 200 de carne blanca y a veces roja, y otros 200 en forma de ajos, guindillas, aceite de oliva, copos de avena, semillas de lino y frutos secos; un segundo café; una merienda dividida en tres partes (un bocadillo, una fruta, unas galletas de algas); un litro de agua complementado con leche de soja, yogur, kéfir, una sopa; una cena siempre a base de pescado, crudo o asado, pan y verduras. Alguna vez, una porción de chocolate. En mi cocina no faltan las especias ni los aditivos: el curry, el jengibre, el azafrán, el laurel, el romero, el tomillo, el orégano, la albahaca, la hierba buena, la canela, el comino, el enebro, el clavo, la menta, el cardamomo, el pimentón, la mostaza, la vainilla, el cilantro, el anís estrellado y la pimienta en todos sus colores. Las repeticiones y los olvidos forman parte de mis hábitos.
Si mi edad biológica depende pues de estos hábitos, estos paseos a pie o a caballo y estos sueños, la ganancia sobre la cronología está garantizada. Pero hay otros hábitos, otras costumbres que desequilibran el equilibrio: las botellas de vino, los cigarrillos, las horas que no duermo, los párrafos que escribo. Juro que sujeto las copas de vino como si no tuviera más de treinta, que aún fumo con la ansiedad de un adolescente, que cada noche (cuando la noche se acaba) pienso lo mismo: mejor dormir cinco horas que nada. Y escribo porque escribir es vivir; y esta música que acompaña a los textos es vida que comprende y adelanta a la vida. En cuanto a mi forma física, dejando a un lado las consabidas amenazas sobre mi edad, de ninguna manera tengo los años que indica el calendario.
Que nuestra edad biológica se resista a alcanzarnos no es motivo de orgullo, es una simple evidencia, lo mismo que al contrario. Pero se trata de evidencias temporales. Si nuestras dos edades no se encontraran jamás, sin duda seríamos inmortales. Lo cierto es que tanto la edad biológica como la cronológica tienen sus límites. Llegado su final, con independencia de su acuerdo o desacuerdo, la muerte aparece y toma el control.
Salvador Alís.
Veo en un documental sobre el envejecimiento que no siempre la edad cronológica coincide con la biológica, y que esa diferencia en la contabilidad vital puede detectarse mediante un análisis de sangre específico. Me pregunto a cuánto tiempo de verdadera vida corresponderán mis 63 años y 5 meses, en más o en menos. El documental se centra en una investigación sobre gemelos; al constatar las variaciones entre ellos, se llega a la conclusión de que la genética no importa tanto como los hábitos de vida. La alimentación, la actividad física y el estrés son determinantes frente a la herencia. No tengo un gemelo, así que no puedo compararme con él, pero la visión del documental me sirve de excusa para pensar en mí mismo, en mi genética y en mis hábitos. Si vemos en primer lugar mi rostro se comprobará que apenas presenta arrugas; y si descartamos las ojeras, hasta se diría que se trata del rostro de una persona más joven que yo. Las ojeras, y tal vez el bigote que lentamente se va volviendo blanco, son los elementos principales que envejecen mi rostro. También la paulatina caída de los párpados. En apariencia, si descartamos la cabeza, mi cuerpo no tiene más de 50 años, lo que incumbe al esqueleto, los músculos y la piel. De los órganos internos es muy difícil saber su edad. No hay análisis que certifique que mi corazón, mis pulmones, mi hígado son mayores o más jóvenes que yo mismo. Y qué decir de la sangre, los nervios, las neuronas. Las ojeras se deben principalmente a las muchas lecturas y los pocos cuidados. Mi madre nunca me advirtió de este peligro, nunca me dijo que leer tanto me quemaría los ojos. Lo que me dijo fue que las lecturas a todas horas me volverían loco. Eso pasó antes de que la nueva psiquiatría cerrara los manicomios y pusiera en cuestión la locura tal como hasta entonces se concebía. No creo haber acabado loco, pero ahí están las ojeras.
Los gatos, en general, presentan un aspecto siempre más joven en relación a su edad. En su caso, el envejecimiento ocurre tarde, en los últimos momentos; y cuando se detecta es una sorpresa que nos halla desprevenidos. En los últimos meses, Lolita ha conseguido igualar su edad cronológica y su edad biológica. 15 años, para una gata blanca común, equivalen a toda una vida. Sombrita, siendo una excepción, tiene la edad que representa. La que parece menor y no lo es, la que por sus hábitos descuenta más tiempo a su cumpleaños, es Nube, y a esta percepción ayudan sus ojos azules, su blancura y su fragilidad. Decir de un gato que es frágil supone incurrir en una contradicción. Pero las discrepancias en torno a la edad se apoyan en contradicciones y paradojas; no solo por lo que respecta a los animales (los árboles, las casas, las obras de arte, los parajes naturales), sino también y sobre todo en relación a las personas que conviven con esos animales (que habitan esas casas, que escriben, que dibujan, que se pierden en el bosque). Pero yo jamás me he perdido, jamás he dudado de mi edad. Otros, para reconocerse, tienen que mirarse a un espejo; yo me veo en las líneas que van surgiendo, en las palabras y sus significados.
Mi estrés se asemeja a un caballo, ahora camina elegantemente al paso, ahora enloquece y corre como si le hubieran prendido fuego a la cola. No obstante, a horcajadas sobre él y sujetando las riendas, creo dominarlo por el momento. El paseo a caballo no es propiamente un ejercicio, es un sueño. Ando al menos diez kilómetros diarios -el día que menos ando- y hasta veinte en ocasiones, como si tal cosa. Otros deportes no practico ni he practicado. Peso 67,5 kilos, lo que no está mal en relación a mi estatura. Me alimento siguiendo un método imaginado por mí: una cafetera para cuatro; un plato único que combina 200 g de legumbres (o arroz o pasta), 200 de verduras variadas, 200 de carne blanca y a veces roja, y otros 200 en forma de ajos, guindillas, aceite de oliva, copos de avena, semillas de lino y frutos secos; un segundo café; una merienda dividida en tres partes (un bocadillo, una fruta, unas galletas de algas); un litro de agua complementado con leche de soja, yogur, kéfir, una sopa; una cena siempre a base de pescado, crudo o asado, pan y verduras. Alguna vez, una porción de chocolate. En mi cocina no faltan las especias ni los aditivos: el curry, el jengibre, el azafrán, el laurel, el romero, el tomillo, el orégano, la albahaca, la hierba buena, la canela, el comino, el enebro, el clavo, la menta, el cardamomo, el pimentón, la mostaza, la vainilla, el cilantro, el anís estrellado y la pimienta en todos sus colores. Las repeticiones y los olvidos forman parte de mis hábitos.
Si mi edad biológica depende pues de estos hábitos, estos paseos a pie o a caballo y estos sueños, la ganancia sobre la cronología está garantizada. Pero hay otros hábitos, otras costumbres que desequilibran el equilibrio: las botellas de vino, los cigarrillos, las horas que no duermo, los párrafos que escribo. Juro que sujeto las copas de vino como si no tuviera más de treinta, que aún fumo con la ansiedad de un adolescente, que cada noche (cuando la noche se acaba) pienso lo mismo: mejor dormir cinco horas que nada. Y escribo porque escribir es vivir; y esta música que acompaña a los textos es vida que comprende y adelanta a la vida. En cuanto a mi forma física, dejando a un lado las consabidas amenazas sobre mi edad, de ninguna manera tengo los años que indica el calendario.
Que nuestra edad biológica se resista a alcanzarnos no es motivo de orgullo, es una simple evidencia, lo mismo que al contrario. Pero se trata de evidencias temporales. Si nuestras dos edades no se encontraran jamás, sin duda seríamos inmortales. Lo cierto es que tanto la edad biológica como la cronológica tienen sus límites. Llegado su final, con independencia de su acuerdo o desacuerdo, la muerte aparece y toma el control.
Salvador Alís.
domingo, 12 de mayo de 2019
sábado, 4 de mayo de 2019
NUEVAS FORMAS DE ESCRIBIR
NUEVAS FORMAS DE ESCRIBIR
“En la Constitutional
Convention americana de 1787, John Dickinson, de Pensilvania, opuso a la
razón la experiencia, cuando dijo: <<La experiencia debe ser nuestro
único indicador de caminos. La razón puede hacer que nos extraviemos. >>”
Max Horkheimer. Crítica de la razón
instrumental. Sur. 1973. Pág.: 35.
“El ambicioso toma un camino y se
equivoca, pero lo sigue ciegamente hasta encontrar el obstáculo; entonces se da
la vuelta, regresa al cruce, y toma otro camino que, sin embargo, ya está
ocupado. El ambicioso le dice aparta al ocupante; el ocupante
le dice al ambicioso detente. De situaciones así depende el arte de
la política.”
Salvador Alís. Vida.
Desde hace algún tiempo practico una nueva forma de escribir, diferente a la más simple y directa, un poco más enrevesada: escribo por turnos, durante la noche, en diásvolando y el cuaderno negro; después publico la entrada pero al día siguiente la corto y la pego en un archivo de Word; en la próxima noche, añado y suprimo escritura a ese archivo, lo vuelvo a publicar y lo dejo dormir hasta que me despierto, y entonces lo actualizo en el archivo de Word, lo imprimo y adjunto las hojas al cuaderno negro –donde se escribe Vida. Y así sucesivamente.
Esta entrada, que se publicó como APUNTES POSELECTORALES, y que
fue sustraída dos veces, es un ejemplo de esta nueva forma de escribir.
¿En qué se diferencia un votante de un no-votante? ¿Acaso en los
años, en la experiencia y las decepciones, en el miedo, en la esperanza, en una
implicación superficial o impuesta…?
¿Qué significan Derecha e Izquierda, Ultra Derecha e Izquierda
Radical? Se diría que ponemos etiquetas simples a situaciones complejas. La
política actual le debe mucho a la publicidad. Un mensaje corto, por más
ridículo o absurdo que sea, penetra con facilidad en las mentes mal
estructuradas y mejor aún en las que atesoran grandes vacíos.
El miedo también vota.
A los que no tienen esperanza se los puede comprar con la
esperanza.
Cuando parece necesario crear organismos de verificación, cuando
se pone en duda todo lo que se presenta como verdad, es porque la mentira se ha
convertido en algo habitual.
Con los pensamientos, cuando son bien gestionados, ocurre como con
las bibliotecas: cada día llegan nuevos libros, pero siendo el espacio limitado
es inevitable que otros abandonen los estantes. Se produce así una actividad
crítica, una selección necesaria en virtud de la cual los libros presentes
siempre serán los más valiosos al gusto del bibliotecario.
También el cerebro es un espacio limitado. Las ideas nuevas deben
competir con las viejas y, a veces, desalojarlas. Otras veces, seguramente,
pierden el desafío y son rechazadas. Pero un cerebro incompleto, un cerebro que
no ha sido saturado por la experiencia y la reflexión, aceptará de buen grado
la idea más banal en tanto sea novedosa.
Verdades o mentiras, anzuelos para los peces, redes para los
pájaros; durante los últimos días se han escuchado estas arengas (y otras muchas
que no figuran aquí):
-Un derecho abierto a todos (pues algunos ya lo tienen) a comprar
armas, en principio para defenderse y defender a nuestras familias, pero nunca
se sabe.
-Cierre de Medios de Comunicación (prensa, canales televisivos...)
que nos cuestionen. Una Ley Mordaza amplificada y de consecuencias
imprevisibles para la Libertad de Expresión.
-Ilegalizar Partidos Políticos, comenzando por supuesto por los
más pequeños, y luego se verá. Prohibir aquellos Partidos que se alejen de
nuestros ideales.
-Supresión de las Autonomías, porque el Poder Absoluto no tolera
poderes parciales. El poder más cercano es siempre el más débil. Si no puedes
controlar tu reino a distancia, no eres un verdadero Rey.
-Las mujeres, la mayoría de ellas "feministas" y
algunas, además, "nazis", pueden mentir, odiar a los hombres, fingir
agresiones y violaciones, secuestrar a los hijos y humillar hasta al mismo
demonio.
-A los migrantes irregulares (sin especificar cuáles son ni por
qué motivo) hay que sacarlos de nuestro territorio. Un muro en las ciudades
fronterizas pagado por el vecino. De las costas y del amplio mar todavía no se
habla. Si hay una mafia marina a combatir, también hay mafias económicas y
políticas, pero ese es otro tema.
-Cuando las pensiones de jubilación no puedan ser pagadas, se
espera que los avispados tengan ya su plan alternativo, que dispongan de un
crédito avalado por sus ahorros. La pregunta es ¿quién puede ahorrar con los
salarios actuales?
-La Disciplina ante todo. El aprendizaje de la Autoridad. Que el
Servicio Militar o el contacto con lo Militar sea obligatorio. Que no se
olviden las guerras ni las armas.
-Que no se rompa España, como si España no fuera una entelequia.
-La Eutanasia no es una opción. Nuestra muerte, su tiempo y su
modo, se presentará a su debido momento, que no decidimos nosotros, con su luz
y su dolor. Y si uno mismo no puede quitarse de en medio, tampoco el Aborto
(concebido como asesinato) puede darse por la voluntad de una Madre que niega
la Vida.
Las guerras y las armas son negocios cuya prosperidad sólo ponen
en duda los necios. Hablar con necios, como ya advirtiera Carlo María Cipolla,
es perder el tiempo cuando el tiempo es oro.
El Decálogo no es más que un ejemplo. Se han dicho otras cosas y
hablado hasta la saciedad. Prometer es más fácil que cumplir. La mentira admite
rectificaciones. Me desdigo de lo que dije porque tengo un argumento que
justifica el cambio.
Más de dos millones y medio de españoles han caído bajo el influjo
de la bandera y han votado a favor del Decálogo. No son cinco ni diez pero son
dos y medio. Que no se menosprecie el número, que no se olvide que el voto de
un gigante vale igual que el voto de un enano (en algunos casos, de mil
enanos). En estos conceptos no hay menosprecio por unos ni otros, no hay
animadversión ni queja alguna.
Esta luz no quiere cegar sino iluminar el camino.
Que el Partido Socialista Obrero Español sea un Partido es lógico;
afirmar que sea Socialista implicaría indagaciones y comparativas que no vienen
al caso; la palabra Obrero con mayúsculas ha perdido su capacidad de
representación; si este Partido es o no es Español habría que estudiarlo en sus
archivos de Política Exterior.
Que Ciudadanos sea una bandera cambiante sobre un mástil
telescópico, ¿quién se atreve a ponerlo en duda?
Que el Partido Popular ya no lo sea tanto; que su líder debiera
pasar a un segundo plano, o a un tercero o desaparecer; que una perfecta
dentadura no ilusione a la mayoría; que un discurso no sea convincente y por
tanto determinante...; estas cosas ocurren a veces.
Que Podemos pierda ejes de su rueda para que otro vehículo pueda
avanzar, cuando la meta es la misma, no importa demasiado. Pero importa que la
mitad de los votos se traduzcan en la tercera parte de escaños.
Que Vox, a pesar de alzar la voz, haya perdido la batalla, no
garantiza que no insista en su Alzamiento y su Revolución.
Toreros y generales y un mínimo porcentaje de adinerados no
definen a Vox; dos millones y medio tienen que nutrirse de otras leches.
Obreros y fanáticos del fútbol y sus apuestas; obreros con minúscula;
trabajadores comprados con una insignificante jefatura.
Yo he votado a Vox -dice- no porque quiera que gane Vox sino para
que sepan que estamos aquí; soy muy patriota y me gusta la Unidad de España.
Las preguntas que provocan estas afirmaciones no obtienen respuesta: ¿Quiénes
estáis aquí? ¿Qué lugar es aquí? ¿Quién debe saberlo? ¿Qué se entiende por
Patria? ¿Qué se entiende por Unidad?
A ese votante, en concreto, se le pregunta que tiene que ver con
un habitante de Cáceres, de Cuenca, de Cataluña, de Castillo Perdido o de Aldea
Negada. Se le felicita por su amor a la Patria pero se le interroga por el
Cambio Climático, la justicia de la Justicia, la Desigualdad Social, los
Bancos, los Muertos, las Agredidas. No hay respuesta.
Las amenazas también votan.
A los que sienten miedo se les puede comprar con el miedo.
El miedo y la esperanza son variables que deben tenerse en cuenta.
Importan las siglas, la popularidad que han perdido los populares.
De los cinco partidos en liza, cuatro han fallado en sus nombres. ¿A qué viene
eso de llamarse Ciudadanos? ¿Quizá ignoran que un ciudadano en un
habitante de la ciudad? ¿Y entonces, qué pasa con los no-ciudadanos? Podemos es
un mal nombre para un partido; y si le antecede Unidas la cosa
se complica. Las siglas largas y demasiado explícitas producen dolores de
cabeza.
Un acierto Vox, que no son siglas sino palabra latina.
Lo que importa finalmente en una botella es su contenido, el
trago, aunque a veces la etiqueta sea determinante en su adquisición. Y por
esto suelo ocurrir que una atractiva etiqueta nos defraude. Y por esto ocurre
también que el buen vino se impone a sus disfraces.
El político de oficio salta sobre el escenario vestido de tablero
de Ajedrez, cuadros negros y blancos, con una estrategia basada tan sólo en el
ataque. Al ignorar la defensa, está perdido. Por el camino más corto y menos
complicado, otro político pretende jugar a las Damas. Pero el mejor rival es el
que tira los dados jugándose a la suerte su trayectoria y su avance.
¿Sería posible que el único antídoto contra la Política fuera
el Nihilismo?
El tataranieto de Drácula, el alumno aventajado, el hombre alto y
el general, ¿dónde colocarán sus apuestas? ¿Dónde las colocarán el gigante y el
enano?
Dice el escéptico: No creo nada de lo que decís y vuestra voz me
molesta e irrita cada vez más. Mentirosos patológicos, vencidos por la
ambición: vuestra cocaína ya fue mi cocaína, vuestro deseo lo rechacé.
Hay olas marinas y olas terrestres. Las primeras mueven el agua y
crean la espuma; las segundas son invisibles. Causa gran deterioro
una ola que no se percibe como ola. El movimiento se ha iniciado y la mayoría
de bañistas no lo saben.
Verdadero o falso, un dirigente de Vox dijo que le gustaba
desayunar oliendo el pánico, relegando el aroma del café a un segundo plano,
extasiándose ante un olor primario. ¿A qué huele el poder, la aspiración, la
firma comprometida, el afiliarse por convencimiento o el tirar las cartas
porque uno se rinde, cuando no se aguanta la apuesta y se pretende otro escenario?
Los banqueros hablan de política; los empresarios se pronuncian;
las iglesias establecen doctrinas sexuales. Los que gozan de salud prohíben la
muerte a los enfermos. Los que detentan el verdadero poder piensan en el precio
y lo asumen como mal menor. Si una guerra, en definitiva, resulta beneficiosa,
si llegara a ser rentable, ¿que nos impide provocarla?
Miles de ventanas cerradas, la mayoría a oscuras; y entre ellas
unas pocas abiertas (con su luz blanca o amarilla).
Después de haber vivido bajo una dictadura, una etapa de
transición, el fervor por el cambio, los tanques en la calle, gobiernos
socialistas, gobiernos populares, sin olvidar que el dinero manda y a todos
obliga, se vota o no se vota en función de la cobardía de cada cual. A mayor numero
de cobardes, mayor democracia.
Ante este panorama desolador, reconforta saber que una lincesa ha
parido cuatro cachorros en los Montes de Toledo.
Pero al tiempo incomoda que Yakarta se hunda en el mar. Que los
micro-plásticos aparezcan en los análisis de orina. Que los postulantes centren
su vista en la silla y en el cetro.
Los pactos tras las elecciones se parecen a esas partidas de póker
donde uno apuesta lo que tiene y otro lo que no tiene. El votante depende del
acierto de su voto para ser feliz. El no-votante prefiere no apostar.
Cuando el elector convencido escucha la trompeta o el toque de
campanas, acude raudo a la cita.
El anuncio publicitario no admite discusión: o todo o nada, o
gobierna el orden o gobierna el caos; en esa playa desaparecida y en esta
pesadilla el anuncio es el mismo. Volar para escapar no impide que otros vuelen
para alcanzarte. Mas si otros vuelan tras de ti, ten cuidado, anticípate,
guarda tu ropa en la orilla, un arma bajo la almohada, una linterna al alcance
de las manos y tu silencio sobre todo.
Se intuyen días complicados, un verano por encima de las
expectativas, más y mejor de lo que se teme y, en algunos aspectos, menos y más
de lo que se espera.
No reconozco a nadie que hable en mi nombre; no creo que mi voto
sea comparable al voto de otros; ni el partido, ni el partido del partido
significan otra cosa que estrategias interesadas.
Las Perfectas Democracias prefieren la Gran Contradicción: quieren
representar a aquellos a los que pueden convencer con sus idearios . En
realidad ni siquiera necesitan el convencimiento, les basta una orden.
Si no he levantado la voz, a estas alturas, será porque muchos de
mis oyentes son irremediablemente sordos.
Leonardo murió hace quinientos años. Su cadáver reposa –según
parece- en el castillo de Amboise, a orillas del largo río de mil kilómetros
llamado la Loire. Comparados con él, los políticos actuales son
poco más o poco menos que insectos en desbandada.
Si no he levantado la voz, a estas alturas, será porque tú sólo
percibes los tonos bajos, un susurro de amor, un obediente sí o un obediente no
sin alzar la voz; pero mi voz se impone sobre otras voces. Y por eso no hay
manera de saber quién habla.
Santana canta en sueños. Las uñas de su guitarra las lima fuera de
su guitarra. Quien no es capaz de sentir no es capaz de votar. Quien no siente
cuando vota no merece dignidad.
Confesaré que concibo todo voto como inútil; que votar es eludir y
por tanto esquivar una cierta responsabilidad. Y tras el voto, sea cuál sea su
intención, sólo aparece el vacío y la delegación. No tengo ideas –dice el
votante- pero anhelo ser gobernado.
Cualquier gobierno posible introducirá sus datos en la
calculadora; la democracia como una operación matemática. Tontos sin remedio,
olvidan que ninguna fórmula puede prever lo impredecible.
La música de Santana que pretendía acompañar a estos apuntes ha sido suprimida.
Si no sucede ya, sucederá muy pronto:
Salvador Alís.
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