viernes, 31 de diciembre de 2021
DEJA LA ESPINA COGE LA ROSA
COGE LA ROSA DEJA LA ESPINA
Escribir por nada. Escribir para no conseguir otra cosa
que un paisaje donde la niebla desdeña tu mirada.
Humo que arde y vela que se apaga.
Hablar ante nadie, para nadie y sin motivo porque las sombras
no escuchan, porque las manos se ocultan
y los pasos aplastan a los pasos con premura.
Decir lo mismo una y otra vez variando el gesto, el tono, la palabra
que se afirma para negarse y volver. Todo dicho
y todo por decir.
No diré mi nombre. No sé quién habla.
Días de un cuento extraño donde el silencio prisionero
enloquece en su castillo.
A lo lejos esta música y aquella otra tan cercana.
Espiral sonora que se cierra cuando se abre, que grita y calla.
Coge la rosa. Deja la espina.
Salvador Alís.
domingo, 26 de septiembre de 2021
EL OJO IZQUIERDO
EL OJO IZQUIERDO
El ojo izquierdo ha dicho "basta, hasta aquí hemos llegado",
hace tres días, al despertar de un largo sueño sin haber dormido,
el ingrato, el ojo vago, el que ve la media luna en un círculo
y el cielo negro.
Veinte años atrás ese ojo veía las letras en su tamaño
y nítido su contorno, no mezclaba las rayas del tigre con su selva,
no se agotaba por nada, no se compadecía de sí.
Veinte años ya cediendo el paso al ojo derecho y siempre detrás,
más lento, más inseguro,
pero feliz al compartir con el oído de su lado todo lo que suena
con más alto volumen.
El oído derecho se confiesa tocado, medio sordo, apático.
En el fondo se trata de esto: mitades que funcionan
y otras que no.
Medio cuerpo se deteriora a mayor velocidad que su contrario,
por partes entrecruzadas, a izquierda y derecha,
lo que resiste y lo que se va.
Una diminuta nube, una pincelada de humo, una gota de agua sucia
en el ojo izquierdo, el recuerdo del ojo seco
que llevó a la muerte al corazón felino,
la casualidad que iguala desgracia y destino:
Nube y Hombre envejecen por igual y así deben sentir y acatar.
Los párpados se relajan en dunas onduladas,
piel que ha perdido su potencia y su tensión, cuerda de un arco
que ha cedido por el uso y ya no impulsa la flecha.
La pierna derecha más vulnerable que la izquierda,
no el hueso sino de nuevo la piel,
ese envoltorio al que cuesta regenerar,
heridas que no cicatrizan, llagas que renacen,
quemaduras que no dan tregua.
Todavía el ojo derecho, con su verde fulminado y sus ojeras,
es capaz de ver por él y por su antagonista,
todavía ¿y hasta cuándo?
El ojo izquierdo ha dicho "basta", quizá la retina ha decidido,
hastiada, desprenderse de toda referencia material y utilitaria.
Las gafas de tres aumentos se rompieron,
y se quebró la persiana para dejar pasar una luz que no descansa,
tres días con sus noches sin otra oscuridad
que la del alma.
Salvador Alís.
domingo, 19 de septiembre de 2021
QUISIERA SER OPTIMISTA
Quisiera ser optimista, tener de mi lado la verde esmeralda,
cambiar mi vieja piel por agua fría, creer
que cuando un pájaro cae, detenido en el aire por nube malsana,
no muere, y dejando inerte su cuerpo en la tierra o el asfalto
prosigue su vuelo.
Quisiera esperanzado complicar un poco más mi voz,
hasta que los distraídos presten atención
y los que huyen vuelvan la cara y vean aquello que les persigue.
Y de tal forma y en consecuencia, buscar siempre el mar
porque el mar me alegra y estremece.
Quisiera entonces obtener del paseo de esta tarde su provecho:
Escaleras de granito y cantos rodados,
pinos, palmeras, y un cielo de fondo aguado y gris y turbio.
Dos músicos, flauta y guitarra, y la clara entonación
de una cantante adolescente.
Las luces de un decrépito barco oxidado aún apagadas.
Y la inocente jauría de perritos blancos
que se reconocen y saludan con hocicos húmedos y colas vibrantes.
La ciudad también se mueve y agita,
igual que los discordantes vestidos rojos donde baila la brisa
de las modelos que, sobre inestables tacones,
suben y bajan incansables las escaleras de piedra gastada
mientras son grabadas por ojos incisivos.
Finales de agosto o mediados de septiembre,
temperaturas altas, el sol que va y viene, la humedad elevada
en encendidos atardeceres de vino tinto,
las nubes negras y las sombras desdibujadas
ante la extraña multitud de ojos rezagados de su mirada.
El despiste y la muerte, desde esta orilla y en esta hora,
interpretando su falso dueto improvisado.
La flauta y la guitarra ya no suenan y la cantante
acepta monedas a destiempo.
Un perro negro, imponente como una gárgola,
ladra con insistencia.
Los focos que van a iluminar la catedral se activan.
El viejo barco sin apenas luz se aleja y se pierde.
Y por más que se intenta, el horizonte no se ve.
Tras este impulso de aparente verdad declamada:
el olvido y la muerte.
Salvador Alís.
sábado, 17 de julio de 2021
VEJEZ
VEJEZ
"En la vida pasa como con el ajedrez: en ambos trazamos, ciertamente, un plan, pero este queda total y completamente subordinado por aquello que, en el ajedrez, se le antoja hacer a nuestro adversario y, en la vida, al destino."
Arthur Schopenhauer. El arte de sobrevivir. Herder. 2018. Pág.: 103.
Saberlo todo y no saber nada. Una flor se abre al atardecer, su rojo intenso será visible en la noche y manchará de lejos a la blanca luna y competirá con las estrellas. Más lenta o más urgente, esa flor mudará su color. Y al amanecer, frente a un nuevo espejo, se verá consumida y agotada y tendrá que marchitarse.
El espejo vertical, entre la cama y el armario, polvoriento por costumbre y enmarcado hace ya tantos años que no recuerda su origen, devuelve insensible la imagen de un cuerpo asimétrico: una oreja más grande y despegada del cráneo, un párpado que vencedor se desliza y cae más abajo, un brazo derecho que supera en músculo al izquierdo, las venas del dorso de una mano más pronunciadas y más azules, los gastrocnemios y sóleos diferentes de una pierna a otra, la nariz torcida y la imposible horizontal del labio superior.
Cuando uno anhela volver atrás en el tiempo, releer lo ya leído, contemplar otra vez lo ya visto, sin la precipitación original, pausadamente, de nuevo El señor de las moscas y de nuevo el Diario de la guerra del cerdo, y escribir el último poema como el primero y titularlo Ingenuidad.
Más joven, más alto, más fuerte, más bello y ambicioso, el semidiós se enfrenta a todos los que entran y salen de la casa común. El inconsciente no ha sabido evaluar la presencia del dios enmascarado que ensaya en público la trágica virtud de la humildad.
Un escenario inmenso, plataforma del salto y el despegue, que vincula la tierra y el cielo, donde se declama, se grita, se guarda silencio. Los recién nacidos se atascan en la repetición, lenguaje mínimo para entenderse entre ellos, en su ámbito. Los que llegan, sin duda fatigados, al punto de escape o puerta de salida, luchan contra la tentación de desandar sus pasos, volver a enmascararse y, a solas y en pie en el centro del proscenio, confesar que su personaje no es real y, pese a quien pese, insistir en que el mundo aparente no es el mundo verdadero y el dios de la escena se conforma con ser un simple actor.
La legítima ambición por dar la vuelta al mundo, más tarde que pronto, se revelará como fracaso puesto que el mundo es redondo, el principio es final y el final es principio.
Sentir el cuerpo propio como ajeno, los latidos, la respiración, la sed y el hambre, la falta de sueño y, al tiempo, los sueños en exceso, el ímpetu lo mismo que el cansancio, las heridas que no cicatrizan porque algunas células sanguíneas se volvieron locas, y la constante posibilidad de la locura. Todo lo que no se sentía ni importaba entonces, lo que ahora preocupa y gira sin cesar alrededor de uno.
Esta vejez incómoda e inmerecida, cuando aún se espera recibir aquella carta escrita y no enviada, cuando se aplaza indefinidamente la escritura, la firma y el sello. Y todo lenguaje se anula en el acto de ser pronunciado porque nada de lo dicho invalida al gran silencio donde nace.
El árbol de tus pulmones arde con brasa interna, con lentitud exasperante, humo que no se ve, calor atenuado por la vida y por el aire. Toda cuestión concerniente al destino se vuelve contra La pared, y a favor de La pared, pues ese muro invisible encierra la máxima significación.
De los bosques impenetrables huyen los pájaros perdiendo plumas y llamas, y se desbordan los ríos eligiendo el fango. Ningún incendio ni tormenta inquietan ya al viajero que se ha valido de la caña verde para doblegar su camino.
Sentado aquí, contemplando la vida que pasa, indiferente a viajes espaciales, experto en el arte de la imaginación, arma jamás usada en plenitud, pinturas que habrán de sobrevivir a su paisaje y autorretrato, desde que comenzó el verano creando la estructura de una historia, justificando un título, obra final, quizá obra maestra y perdida: El azar y la higuera.
Tantos años regalados. Vejez.
Salvador Alís.
sábado, 5 de junio de 2021
OPORTUNIDAD PERDIDA
OPORTUNIDAD PERDIDA
Oportunidad perdida. Domina la noche oscura.
Volver atrás en el tiempo. Abrir la carta sellada.
Negar y afirmar y negar. No se tuerce ni acaba
el camino llegando a su fin.
Oportunidad perdida. Memoria del resentido.
Siempre nunca y siempre culpa a otros de su fracaso
porque en sí mismo no encuentra causa.
Oportunidad perdida. Sin coste y sin reproche la espera.
El rencor en la esquina.
Un lápiz luminoso que borra su escritura.
Vueltas y vueltas y más vueltas.
El perdón el odio la sentencia.
Irrumpe lo inevitable.
Oportunidad perdida. Un destino especular.
Si hubiera sido elegido marcado.
Un camino en el bosque. Maleza y de nuevo maleza.
Un claro entre las nubes. Caer tan bajo desde tal altura.
Llegar a donde se ha llegado.
Alma que con dificultad respira.
Oportunidad perdida. Sueño que jamás se detiene.
Un espejo detrás suyo. Imposible mirar cambiar el gesto.
Sonrisa máscara y mueca. La piel recuerda.
Por instinto se abre la mano se cierra y sujeta
con fuerza impensable la cuerda de la ira.
Ir más allá aquí y ahora ya no es posible.
Salvador Alís.
lunes, 10 de mayo de 2021
miércoles, 5 de mayo de 2021
EN UN MAL DÍA
EN UN MAL DÍA
"¿En qué árbol está callando
lo que en mí canta? Mi llama,
¿de qué tinieblas se ceba?
¿O es el sigilo este canto
de la voz que no me asiste,
y oscuridad esta hoguera?
¿Es posible que, elocuente,
se finja voz el silencio
para que sea el poema;
y lo será que, incendiaria,
se finja la noche fuego
para salvar lo que incendia?
¿En qué oscuro mediodía
o en qué noche luminosa
luna y sol cambian su ausencia?
(Ángel Crespo. Segundo libro de odas.)
viernes, 22 de enero de 2021
DEFINICIONES
DEFINICIONES
CONCEPTO: Cada día decenas, cientos y miles de muertos, pero sólo en el primer mundo; Google, los informativos en televisión y la prensa escrita (una vez a la semana) los cuentan y exhiben. De los que mueren, cada día, en el Gran Bazar de El Cairo, nada se sabe.
SENTENCIA: Haz un dibujo, escribe un poema. No hagas ruido.
IMAGEN: La coqueta, la que muestra interés y su tímida compañera, la directa, las cuatro alumnas que rodean al profesor. Una no cesa de hacer preguntas; la otra elige vestidos, agita el pelo, ensaya movimientos; la tímida apenas parpadea mientras gira lentamente los ojos a izquierda y derecha, arriba y abajo; y junta los labios con el escote, la avanzada, mientras mira a los ojos al profesor.
IDEA: El profesor se regocija pensando a cuál de las cuatro pervertirá primero.
INSCRIPCIÓN: A veces recordar es igual que amar. Un álbum titulado "Nuestros Viajes". Viejas y nuevas fotografías. No es el final del Mundo, pero es el final de un Mundo. Los marcos provienen de una casa de acumulación. Son de madera y de acero, y servirán para aislar algunas visiones.
DESCUBRIMIENTO: No tiene pasado ni futuro. Jamás habla de su madre o de su padre. En general habla poco; se guarda los sentimientos como agua que puede faltar.
DISTOPÍA: Años sin que el Alfabeto se relacione con sus letras; el conjunto con cada una de sus partes, de una en una o con varias a la vez, tomadas en su individualidad o agrupadas a capricho. Y sin embargo el Alfabeto, con nocturnidad y alevosía, encuentra fácil (incluso muy fácil) disfrutar de experiencias virtuales que desbordan la imaginación. Los pensamientos se escapan por la ventana; las letras quedan escritas. Decir que "lo distópico es la pornografía" pudiera no entenderse. Letras forman palabras y las palabras deben organizarse.
DESTINO: De repente, una luz. Y tu mano se ve mucho más vieja y frágil de lo que creías. La piel fina y arrugada. Las engrosadas venas, azules y tortuosas, en el dibujo de un árbol humano y sus raíces.
MUDANZA: Sé por qué te alejas. He vivido dentro de tu tiempo y con ventaja. Ahora ya nada es igual. Este Mundo cambiante y sinuoso. Esta sierpe y sus cambios de piel y su letargo.
EXTINCIÓN: Escribes para agradecer. La Vida te ha dado tanto.
Salvador Alís.
jueves, 14 de enero de 2021
2 DOS CUENTOS EXTRAÑOS
2 DOS CUENTOS EXTRAÑOS
"Una sola palabra para estimular las lecturas."
"Un 8 ocho enorme, hecho de mierda e infinito,
fruto de la fuerza, el pensamiento y el deseo.
¿Cómo explicar la infinitud del símbolo?
El hecho más simple, el más inmediato y verdadero
es el 8 ocho oscuro e imponente sobre la porcelana blanca."
S. A. / 15 de enero de 2021.
GUARDERÍA
En el primer piso de una vieja casa que mira al mar, sobre una alfombra de rosas bordadas, bajo una cúpula de oro y ventanas rematadas en arco, un grupo de niños se han sentado en círculo para jugar un juego de adultos. Hay una baraja grande y muy usada. Alguien mezcla las cartas y las reparte. Luego, comenzando por la derecha del crupier, los niños van echando cartas en su centro. Cada carta es una apuesta en cuyo enunciado se guarda la trama del juego.
"Apuesto todos los ríos de la Tierra, en su condición actual." -Así dice el primero.
"Pues yo apuesto la libertad de intervenir en la Amazonia." -Sigue el de su lado.
"Me apuesto las 5 cinco ciudades más pobladas del Mundo, con sus luces, esqueletos y almas." -Propone otro niño.
"En mi carta veo un tanque. Entonces apuesto un ejército invencible ." -Dice el siguiente.
"Yo apostaré animales, decenas de especies en proceso de extinción." -Enseñando los dientes, el niño con cara de perrito.
"Apuesto toneladas de drogas, una cantidad abrumadora y en todas sus variantes." -Este niño mira el cielo, mientras habla.
"Apuesto mujeres de todos los colores y de todas las edades, con clítoris y sin él, vírgenes o putas, en carne y alma, para ser usadas según convenga." -Dice de corrido este niño.
"Apuesto cualquier imagen existente, vista o no vista, soñada, imaginada, producto de una alucinación, o sugerida, o impuesta." -Dice el octavo niño.
"Pues yo me apuesto todas las escuelas, iglesias, doctrinas, ciencias y otras visiones del Mundo." -Dice la niña más hábil en el uso del lenguaje.
"Apuesto toda la suciedad, la contaminación de la Naturaleza, los satélites que giran alrededor de esta Tierra echa pedazos." -Añade la siguiente niña.
"Mi apuesta será sin duda la mayor: pongo en juego a Dios con su Corte de Ángeles y su Contracorte de Demonios." -Dijo el niño con cara angelical.
"Me apuesto la fortuna más grande imaginada." -Dijo.
"Me apuesto el control absoluto de las mentes." -Dijo.
"Apuesto la sexualidad ancestral, tanto la necesaria como la innecesaria, la inventada, la fingida, la representada, incluso la real. -La niña no debía tener más de 8 años.
"¡Apuesto la maldad!" -Dijo tajante el siguiente niño.
"Para concretar mejor, yo apuesto la tormenta, el silencio, el frío extremo, el fuego que brilla en la oscuridad, el grito, el espejo de bordes cortantes y otras cosas parecidas." -La niña sugirió que deseaba concluir.
"Mi apuesta, si se trata de que gane la mayor, es simple y definitiva. Pongo sobre vuestras cartas dinero contante y sonante, en la medida que no lo podáis rechazar." -Y el último niño exhibió un buen fajo de billetes.
Y en ese justo instante, el crupier dijo: "¡Gana la Banca!"
"Se abrió una puerta y entraron algunas cuidadoras."
"Es el momento de cambiar los pañales."
Salvador Alís.
EL CABALLISTA
De lejos parece que monta un único caballo, pero en realidad son varios los que se juntan en esa silueta esbelta y orgullosa. Se trata de un caballo complicado, compuesto de un número de caballos cada vez más numeroso. Todos se ocultan en uno, y el Caballista lo sabe: debe coordinar sus movimientos, guiar en la dirección certera sus decenas de patas, sujetar las riendas que mandan sobre tantos hocicos, y no ser desorientado por la suma de sus resoplidos y el atronador batir de los múltiples y caprichosos cascos. Estos caballos que se agrupan y se funden bajo la silla de montar tienen cada uno su nombre y su carácter, y por ello toman decisiones individuales, se apartan en ocasiones del camino, saltan sin razón, se detienen, se lanzan al galope, se meten en un río. Cada cual obedece una voz distinta, de manera que el esfuerzo del Caballista también debe ser renovado a cada paso. Debe conocer y pronunciar las palabras secretas que cada animal entiende y acata. Debe hablarles a todos con dulzura y firmeza.
El caballo llamado El último quiere llegar el primero, tiene prisa, es fuerte, empuja hacia delante, convence a otros para que tiren con él. A veces el Caballista afloja y le deja salirse con la suya, de puro agotamiento, y avanzar un largo trecho en un segundo.
Al Caballista le relaja montar a Cielo, que levanta la cabeza a menudo y se pierde en contemplaciones.
Al habilidoso que en las paradas hace dibujos con las patas delanteras sobre la arena, la tierra o la hierba bajo un horizonte propicio, le han llamado Iluminado.
Y al que parece que habla, al resoplar, y le cuenta al Caballista historias de caballos, sus pasados y futuros, experiencias y afanes, a ese le han llamado Parlanchín.
Hay un Caballo Loco y otro que por su pelaje merece llamarse Humo. Hay un caballo que adora las setas y las malas plantas, El Brujo.
Hay un caballo que siempre anda en la dirección opuesta, la cabeza alineada en paralelo con las colas del resto, y por eso se llama Contrario.
El Caballista los conoce bien, a todos los que monta desde hace años y a su manera le son fieles. Con otros que surgen, sin embargo, de repente y de los lugares más inverosímiles, debe tener cuidado. Uno sale de una nube blanca que casualmente pasa, otro vence los barrotes de un bosque cerrado, otro salta sobre las olas de una playa y cubierto de espuma. De esos caballos debe guardarse, pues le son extraños y ajenos. Con los caballos nuevos, que sin cesar vienen a formar parte de su montura, debe tomar precauciones, nombrarlos sin demora, saber cómo dirigirse a ellos, controlar sus deseos y conseguir su obediencia. Es el objetivo principal.
El Caballista no ha sido derribado todavía. En ese logro se encuentran su determinación y su desafío. De lejos parece que domina la situación, aunque a veces pierde algún caballo al que no puede sujetar. Hoy se fue Juventud, mañana El Soñador, y quién sabe pasado mañana.
El caballo que responde por Nocturno ha tropezado y se ha roto un tobillo. Se ha vuelto inestable, le cuesta seguir andando. El Caballista prepara un arma para evitar su dolor. Pero antes del disparo tiene dudas: ¿Y si mata a otros, al estar tan mezclados, y reduce así las posibilidades de su confusión? ¿Y si Nocturno no muere y reaparece? ¿Y si la bala rebota con mala suerte, si se da vuelta y vuelve aquí?
"Llevamos al acusador dentro, pegado al acusado,"
"Me siento culpable por no haber tomado el buen camino,
incluso aunque no haya buen camino."
P. M. / 15 de enero de 2021.
Salvador Alís.