LA MUJER DE SETENTA AÑOS
También se ha dicho que se puede pintar con palabras y escribir con colores
Los colores no son algo superficial, algo que no deba tomarse en serio
No llevo la cuenta exacta pero a estas alturas me parece que he superado a Van Gogh en el número de autorretratos. Pero cierto que el murió más joven
Y en cuanto a palabras escritas, más que Rulfo o Monterroso, seguro
En realidad todas las palabras se unen en una biografía pintada, capas sucesivas que no llegan a ocultar completamente a las que tapan
Estratos y sustratos de colores se superponen para que el libro de nuestra vida, página tras página, se vaya haciendo
Ambas cosas son artesanía en las manos de un hombre cualquiera, sin dependencia de su grado de locura
Es mentira que el alcohol se tome para olvidar. Se busca sin embargo concentración, se toma aire para sumergirse en las profundidades
Y tanto vale para el humo, el estar de pie varias horas con la noche abierta en la espalda
Los elementos de la pintura (soportes, pigmentos, pinceles) sometidos a una luz que produce sombras en ellos
Esas sombras oscilan, esas palabras oscilan. Todo va y viene de un lugar a otro, de una estancia de la casa a la siguiente y luego a la contigua
Todo se desplaza dentro y fuera de la memoria
Años dominados por un color concreto de muchas capas, meses rojos, días azules
La mujer de setenta años, vestida de negro y oro, desciende una escalera con zapatos de tacón. Parece provenir de un sol a escala cuyo diámetro triplica la altura de la mujer
Palabras pintadas, pinceladas inconexas
Salvador Alís.
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