CON LA MIERDA A CUESTAS / REVISADO Y AMPLIADO
Hay noticias que parecen chistes. Pero esas noticias, así presentadas, son las que prefiero. Ante ellas siempre me acuerdo de lo difícil que es hacerle ingerir a un gato un medicamento en forma de pastilla. Los gatos odian las pastillas y la única manera de conseguir que las traguen (no siempre con éxito) es mediante el ardid de ocultarlas en una bolita de carne. La realidad, con sus tragedias, muchas veces se asemeja a una odiosa pastilla; por eso es necesario camuflarla bajo la apariencia de la ironía, edulcorarla con risas y engañar así a los consumidores para que el trance les resulte más liviano.
La noticia concreta, la noticia-chiste a la que voy a referirme, aparece enmarcada en la página 43 del Diario de Mallorca (13 de junio de 2018), dentro de una noticia global (Bloomberg / AFP) acerca del encuentro en Singapur de Kim Jong-Un y Donald Trump. La firman las iniciales R. J., y se titula "Las extravagancias de Kim: se lleva a la cumbre su propio inodoro."
En lugar de facilitarles un resumen, copiaré algunos fragmentos, advirtiendo no obstante que la redacción de R. J. no es lo buena que debería ser. Pero ya se sabe: unos tienen la capacidad y otros la oportunidad. A pesar de todo, me basta con la intención y, por eso, cito y aplaudo a R. J.
Dice R. J.: "El líder norcoreano, Kim Jong-un, siempre mantiene a su alrededor extremados controles de seguridad siempre que viaja al extranjero. Entre las medidas figura la de llevar siempre consigo su propio inodoro, ya que sus enemigos podrían hacerse con sus heces y conocer detalles de su estado de salud, según publicó ayer el periódico surcoreano Chosun." Repetir tres veces en dos líneas "siempre" está de más. Y es un error obviar que los controles de seguridad también se impongan cuando el líder no viaje al extranjero.
Sigue R. J.: "El Líder Supremo se llevó a la cumbre de Singapur su inodoro. Y ello a pesar de que se ha hospedado en uno de los mejores hoteles del mundo, el ST. Regis. El inodoro impedirá a los buzos de aguas residuales -de las alcantarillas- recopilar información cuando evacúe-." R. J. escribe en el primer párrafo líder con minúsculas y en el segundo con mayúsculas, como si hace un minuto fuese un líder cualquiera y poco después fuese el Supremo. ¿Acaso se ha parado a pensar R. J. que por muy líder o Líder que uno sea, por el hecho de cagar en un gran hotel, su mierda no vaya a mezclarse inevitablemente con las mierdas de otros huéspedes, resultando por tanto imposible diferenciarlas?
Imaginen la siguiente escena (y díganme si no sería digna del genio paródico de Stanley Kubrick, por ejemplo, en su genial parodia -la repetición es intencionada- Teléfono rojo o Dr. Strangelove): Gina Haspel, actual directora de la CIA, reúne en su despacho ultra secreto a sus mejores y más curtidos agentes y les encomienda una misión imposible: deberán viajar a Singapur, adentrarse en las cloacas de la ciudad, localizar la mierda de Kim, tomar muestras puras, es decir evitando toda posible contaminación, envasarlas y trasladarlas a un laboratorio de confianza para un concienzudo análisis y la consecuente obtención de datos transcendentales y de interés nacional, vitales para la defensa de su país.
El tercio superior de la citada página del Diario de Mallorca está ocupado por una foto que muestra a Kim y Donald dándose la mano. El estudio gestual es importante. Y puesto que la interpretación de la gestualidad es una disciplina que me interesa y a la que he dedicado no pocas horas, les adelantaré algunas conclusiones fáciles de mi propia cosecha: Kim es más bajo que Donald, pero mantiene la cabeza erguida mientras Donald la inclina (sumisión). Kim extiende totalmente su brazo derecho; Donald retrae el suyo flexionando el codo (defensa). Tras ellos, el fondo está cubierto de banderas de ambos países, pero la foto encuadra tres de EEUU y dos de Corea del Norte (triunfo de la decoración).
Ambos mandatarios parecen personajes de dibujos animados. El Pato Donald y Mickey Mouse (con perdón para los ratones y los patos). Alguien diría, sin errar, que Kim se parece a Mickey por su astucia ratonil, su pelo negro, su consistencia; y que Donald, por su altanería y su peluquín amarillo, se asemeja más bien a un pato. Al margen de estos parecidos, como ha señalado con acierto cierto comentarista televisivo (la cacofonía es intencionada), los dos parecen niños compitiendo con sus bombas de juguete. Solo que en este caso las posibles bombas son del tipo de las que pueden estallar y estallan.
La verdad es que son dos hipócritas, dos inconsecuentes. Si hace dos días, "como aquel que dice", se amenazaban mutuamente con lanzarse misiles o destruir completamente sus respectivos países, ¿cómo es que ahora se dan tan cordialmente la mano? EEUU reconoce en esta cumbre a Corea del Norte. Donald Trump (o el tío Gilito) sueña con expandir sus negocios inmobiliarios. Retirará su amenazante flota y cesarán sus maniobras militares a cambio de la hipotética desnuclearización del enemigo. La armas nucleares disuasorias, el equilibrio en la paz por el previsible apocalipsis del enfrentamiento, es un argumento válido tan sólo entre los grandes. A una mierda de Estado como Corea del Norte -deben pensar los amos del mundo, los que fabricaron y mueven la marioneta distinguida con una corbata roja- se le puede comprar con las tópicas promesas del capitalismo: hoteles, turistas, dinero a manos llenas (para los elegidos). Si realmente EEUU estuviera interesado en reducir (por el peligro inherente) la capacidad nuclear repartida entre los Estados que la poseen, ¿por qué se rebaja a una fácil negociación (o soborno, o compra) con Corea del Norte? ¿Por qué no afronta la cuestión con sus iguales: Rusia o China? ¿Por qué no con su avanzadilla en el mundo árabe, Israel?
Ayer, cuando ya la noche estaba muy cerrada, y a medias interesado y a medias somnoliento, contemplé partes de un documental en televisión sobre un luchador japonés de sumo, su vocación, su entrenamiento, su dieta, sus logros, su desencanto. En una secuencia extraordinaria (en mi opinión), un viejo maestro de la escuela donde los aprendices aspiran a ser maestros, diserta sobre el peligro de la castidad: "Dentro de vuestros cuerpos, en los testículos, se acumula día tras día el esperma. Esa acumulación no es buena, se opone a la salud física y mental, al equilibrio, a la serenidad. Deberéis por tanto deshaceros de esa acumulación, auto-satisfaceros para libraros de ella." Kim Jong-Un me recuerda a un luchador de sumo que hubiera envasado su esperma en cohetes, su energía sobrante. Pero la mierda la guarda en un inodoro transportable. Allí donde va, caga y guarda su mierda, la lleva de vuelta consigo, aunque ignoramos qué hace con ella. Quizá la destruya mediante soluciones químicas. Quizá la incinere. Quemar la mierda propia debe oler mal para uno mismo.
De la mierda (o las cagadas) de Donald la información que tenemos está intoxicada. Pero es lícito imaginar que también lleve consigo su propio inodoro (de oro), que intente preservar su mierda lejos del análisis de otros o de los simples ojos curiosos de cualquiera. Probablemente EEUU sea el país del mundo con mayor índice de obesos. Si un luchador de sumo adquiere su volumen gracias, fundamentalmente, a su brutal ingesta de arroz, un norteamericano tipo engorda por su consumo de carne, grasas, hidratos de carbono de ínfima calidad y azúcar líquida de una marca harto conocida, y todo ello sumado a su falta de ejercicio y su ignorancia.
Lo anterior no es un deliz ni un capricho. La ignorancia se ve acompañada a menudo de una severa falta de interés y preocupaciones y, por esa razón, la ignorancia engorda. Repasando la historia de la humanidad, se me ocurre que no ha habido muchos sabios gordos y sí muchos delgados. Será porque el hambre aguza el ingenio. Pero este silogismo no puede ser definitivo. Don Quijote era flaco y Sancho gordo, y la comunión entre ambos iluminó (e iluminará) los siglos.
Cuanto mayor sea el diámetro de la cintura, tanto mayor será el volumen del estómago y la capacidad de ingerir y digerir. Con esos diámetros sobre dimensionados, igualmente la longitud y el grosor de los intestinos se incrementa. Respecto a los líderes reunidos en la cumbre de Singapur, ¿disponemos de las medidas oficiales de sus respectivas cinturas? La ley excrementicia que siguen muchos ascetas y faquires dice que no es bueno almacenar mierda en el cuerpo, que para llevar una vida sana se debería cagar tantas veces al día como se come. La idea de que la mierda es tóxica se impone. Y mantener dentro de uno kilos de esa toxicidad, cuando se sufre por vicio o por capricho una obesidad mórbida, puede afectar gravemente la movilidad y el pensamiento.
Qué duda cabe que un retrete portátil es un gran invento. La paranoia de algunos facilita el avance de las sociedades. A partir de ahora, siguiendo el ejemplo de los dictadores sin complejos, conviene que controlemos y destruyamos nuestras defecaciones. No lo hacen así quienes falsean sus currículum, quienes intentan ocultar sus fraudes a la Hacienda Pública, sus cuentas en Paraísos Fiscales, sus amistades peligrosas, sus oscuras violaciones, su pasión por la caza, sus billetes negros y la tentación de exhibir un poder ilimitado; esos viven con el agua al cuello, con la mierda a cuestas.
Dos luchadores de sumo en un combate son dos bolas de grasa entrechocando, pero sometidas a unas reglas claras y muy simples. De dos dibujos animados frente a frente ¿qué se puede esperar sino un resultado absurdo?
De la base de estas reflexiones risibles surge una pregunta nada complaciente: ¿qué diferencia a una dictadura básica o primitiva de otra más sofisticada? ¿Hay por ventura en este mundo todavía un lugar o espacio que pueda llamarse libre?
Imagino el azoramiento de los intérpretes en esa cumbre. Kim Jong-Un, General de Cuatro Estrellas y educado en Suiza, dominando varios idiomas, entre ellos el alemán y el inglés, pretendiendo hacerse entender por el bachiller, organizador de eventos (miss USA, miss Universo) y acomplejado hombre de negocios Donald Trump. Si no fuera por la información de sus satélites, ¿sabría Trump ubicar en un Mapa Mundi dónde se encuentra Corea (cualquiera de las dos)?
Si Kim es tan celoso de su intimidad como afirma R. J., cada vez que echa un polvo debe hacerlo con preservativo y guardar éste a buen recaudo con su exiguo contenido de semen supremo, tal como hace con su mierda. ¿Hará lo mismo Trump, desaprovechando las posibilidades del libre albedrío, el placer del derroche, el coste y el uso de las fantásticas Viagras que seguramente le recomendó su amigo Berlusconi, apelando a la seguridad nacional?
El riesgo de "viajar" por la vida con la mierda a cuestas es que en algún momento la "bolsa" o "la caja" que la contiene se rompa y la mierda se esparza, y que entonces una rata interesada hurgue en la mierda ajena, que las "cagadas" de quien se pretende sincero y honrado queden al descubierto. Ejemplos hay en abundancia.
Para evitar ser blanco de estas mismas mismas acusaciones, no suelo esconder mi opinión. Y este texto y los anteriores son prueba de lo que digo. Mucho tendríamos que aprender de los gatos, que de forma natural y simple rehúsan ocultar sus necesidades; exponen claramente lo que quieren; cagan cuantas veces les apetece, y tapan su mierda por respeto e higiene, sin pretender engañar a nadie. Y sin necesitar traductores.
Salvador Alís.
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