martes, 8 de diciembre de 2015

REFLEXIONES EN TORNO A UNA MUELA

REFLEXIONES EN TORNO A UNA MUELA

     "Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él."
Augusto Monterroso.     

     Esta es la segunda vez que aplazo la extracción de una muela. No es una muela cualquiera. Yo tampoco soy el mismo que otras veces, movido sin duda por la inconsciencia, ha tomado decisiones precipitadas...
     Hace tres noches, escribía:  "Visitaré a un sacamuelas; si tengo suerte, acabará con un problema largo tiempo ignorado y desatendido, una solución postergada, un dolor calmado pero no resuelto..."
     Por suerte, guardé el archivo de texto y no lo publiqué en ese instante, pues me hubiera arrepentido...
     El asunto no tiene nada de literario; sólo un tercio de la pieza dental es visible, siendo dos tercios invisibles o interiores puesto que se hunden en el hueso de la mandíbula superior...
     El fantasma de mi padre y sus largos dientes amarillos -eso sí puede considerarse pura literatura, sueño y memoria y desmemoria a un tiempo...
     Pero una cosa es cierta: yo no invento mis procesos. No soy el fiscal, ni el abogado defensor, ni el testigo que señala o encubre, ni el juez que parte y reparte, que absuelve y condena...
     Permanezco al margen. Tomo notas, apuntes; elaboro esquemas y bocetos...
     Salgo de mí para observar lo que me sucede, pero me sumerjo en la vida para contemplar la vida...
     Dentro de cinco días cumpliré sesenta años. Y, desde luego, no es lo mismo un cumpleaños con muela que sin muela, malestar, dolor y menoscabo...
     Para la ocasión he dispuesto botellas de vino, especialmente dos, cuyos dibujos en blanco me complacen y atraen como centros de telas donde la flor, donde el centauro...
     Dentro de cinco días...
     Sesenta años...
     Se entenderá mal o no se entenderá en absoluto el capricho de este gasto...
     En mi descargo diré únicamente que no hay otro gesto efímero que me cause tanto placer...
     En la mesilla de noche, junto a la lámpara de luz, el agua, los somníferos, el despertador, el antifaz negro, la torre de libros, las tijeras melladas, abierto por esa y no otra página al azar el último de Monterroso...
     A veces el sexo, la aventura, la locura. A veces el sol del amanecer. A veces, ese sabor. Esa cuerda que se tensa o se retuerce sobre sí misma, adelgaza, se vuelve lazo, se vuelve nudo...
     He sido elegido suplente segundo del presidente. Y a las ocho de la mañana del día veinte...
     Muela insomne, dolor profundo bajo una manta ignífuga...
     ¡Qué mierda le importará a mi muela quién gobierne, qué niebla, qué frío, qué diciembre...!
     El pinot noir es otra cosa, el ácido riesling, la abeja zumbadora, la rosa, la flecha...
     A veces la vida y a veces la muerte...
     Como esta noche (y tantas otras noches no distintas, semejantes) donde una gota desborda la copa. Y fuego en el aire, y la vida como un juego, y la muela desde siempre y sus tres raíces...
     Como en esta noche, a las puertas de una estancia soñada donde el dolor no tiene fin...
     Apenas la anestesia mitigará la falta unas horas. Y después...
     Y después...
     Sólo un tercio de la pieza dental es visible, siendo dos tercios invisibles o interiores puesto que se hunden en el hueso de la mandíbula superior; el asunto no tiene nada de literario...
      "Un dolor calmado pero no resuelto, una extracción postergada, un problema largo tiempo ignorado y desatendido; si tengo suerte, dentro de tres días visitaré a un sacamuelas..."
      Esa muela tiene aproximadamente mi edad; ha mordido, desgarrado, triturado, sujetado y presumido durante tanto tiempo...
     Muela sin plomo, muela de ciervo y de cabrón, de marfil y de piedra viva...
     Muela de pólvora...
     Hasta aquí hemos llegado...
     Si el lector es tanto o más inteligente que yo, habrá adivinado que, en realidad, el tema central de estas reflexiones no es una muela, por más especial que nos parezca, etcétera, etcétera...
     Se trata, en realidad, del paso del tiempo, de no reaccionar cuando suena el despertador, o de hacerlo en sentido contrario, avanzando una y otra vez las manecillas (ganando cada vez algunos minutos), porque abrir los ojos, porque el agua fría, porque el café, salir de casa y todo lo demás...
     Aún no sé cómo actuar con Clemens Strobl, el cumpleaños, las elecciones. Y le exijo imperativamente, le ordeno a la muela con vehemencia que permanezca en su sitio, al menos una semana, hasta final de año, un mes incluso, hasta las próximas vacaciones...
     En el hueco -después del coágulo- dejado por esta muela, enterraré parte de la vida que todavía me pertenece. No pido mucho entonces. Estirar un poco el crédito. Otro mínimo plazo, antes de saldar la deuda, y respirar sin agobios esta noche...
     Tampoco me tranquiliza conocer el nombre del sacamuelas...
     Sin las raíces que sustentan este suelo, cuántos otros dientes cederán...
     Una boca como mi boca, asimétrica, de labios tan finos bajo nariz prominente; esta boca que ha besado cientos de miles de cigarrillos y un par de labios y mejillas de ángeles y el perfecto círculo de algunas copas; esta boca que ha pronunciado palabras, apenas gritos; y que sobre todo ha guardado silencio, secretos, un enigma o el enigma, algunas respuestas no maduras, uvas verdes, adivinanzas...
     Faltando en esta boca todo lo que falta: dientes, lenguajes, sensibilidad y perdón...
     La parte visible de la muela en cuestión, como carbón que asoma entre la ceniza, como pequeño cráter negro de un volcán dormido hasta ayer...
     Nadie, al parecer, escribe sobre su dentadura. Mal gusto hacerlo. Mal gusto decir: carezco de tantos dientes. Lo mismo sucede respecto a los centímetros de la virilidad, la cuenta bancaria existente o inexistente, la orina en el lavabo, la falta de fe...
     No está bien hablar de una muela perdida, pero nada impide reflexionar sobre esa muela...
     Botellas de vino he dispuesto para la ocasión -para despedir a la puñetera muela-, especialmente dos,  cuyos dibujos en blanco me complacen y atraen como centros de telas (de araña) donde la flor, donde el centauro...
     Para despedir a la pajolera muela, a este mal año, al caminito real...
     Intuyo que mi primer lector es en el fondo tan inteligente o más que yo. Para lograr esto he tenido que ser más inteligente que yo mismo...
     Una vez calmada la muela con aceite de clavo y algo de convencimiento, nada me impide seguir leyendo a Monterroso, bolsa de agua caliente a los pies, sábanas de franela, Somnovit, despertador no activado...
     Mañana será otro día...
     Y hasta aquí hemos llegado...
    
    
     
    
        
     
     
     
    
      
     
    
     
     


    
   
    

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