martes, 15 de diciembre de 2015

PROMESAS INCUMPLIDAS

PROMESAS INCUMPLIDAS

     Cada noche me prometo a mí mismo ir a dormir más pronto,
cerrar los ojos, dejar de pensar.
     Una copa menos que ayer.
     Cada noche me digo: de mañana no pasa, mañana
me hago arrancar la muela.
     Y el dolor es lo de menos.
     Me digo a mí mismo que todas las cartas están sobre el tapete,
que las apuestas están cerradas,
que en las manos solo hay aire y silencio.
     Promesas incumplidas: tres vidas y tres muertes
sobre el abismo azul oscuro del anochecer,
algunos mínimos destellos en la lejanía,
las luces de un barco dibujando lentamente una línea
que el horizonte no reconoce ni acepta.
     Problemas del amor que se dejan llevar.
     Ella tendida en una cama cuyas patas se elevan
a una altura inalcanzable.
     Mírame otra vez. Dame otra oportunidad.
     Me dije a mí mismo, tantas veces, que no jugaría a este juego,
partidas de ajedrez perdidas,
de un lado y de otro lado en los espejos,
volver a abrir la puerta de cristal
y estirar las uñas en el árbol de los gatos.
     Tanta nostalgia. Playa que nadie ve. Piedra que se rompe.
     Cada día me propongo que, cuando la ocasión sea propicia,
deberé llamar a la familia y decirle simplemente: os quiero.
     Fotografiar los cartones que no se dejan escanear.
     Me digo mil veces que mis tablas, lienzos, pieles, papeles,
metacrilatos, metales y palabras
deberían ser ordenados y preservados.
     Lo que pasé después no me importa.
     Pausa para ver lo que el veneno hace con mi cuerpo.
     Cada noche las tres gatas esperan que algo no falte,
que Tom Waits no falte, que si las piernas fallan
los brazos sujeten al que se derrumba y mi voz le diga que el centro
de su gravedad está entre sus cejas,
en mitad de la frente, para ser más preciso,
y de ahí hasta el suelo, y del suelo hasta una hora precisa,
una marca en el reloj.
     Mírame otra vez. Dame otra oportunidad.
     Me he dicho a mí mismo tantas cosas,
tantas cosas que no puedo escuchar, reconocer, recordar ni obedecer.
     Alguien que se parece a mí
me acaba de confesar que todo es una broma,
que en realidad Tom Waits canta para sí mismo, sin importar
quién está en el espectáculo
ni que esta noche inmensa sea fingida.

Salvador Alís.
    
     

    
    

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