martes, 29 de diciembre de 2015

CAJAS

CAJAS

     En algún momento, y no debo tardar mucho, he de construir
(con mis propias manos) varias cajas que resulten sólidas y manejables a la vez...
Esas cajas servirían para contener mis palabras, imágenes y colecciones...
     La primera (identificada con la letra "E") guardará un libro editado
y otros impresos por mí mismo, notas manuscritas,
cartas, cuadernos de notas, artículos publicados, poemas de juventud...
     Lo que se encuentre en diasvolando no será necesario guardarlo,
pues se halla al alcance de cualquiera...
     La segunda (identificada con la letra "I") no podrá almacenar
mis cuadros de cierto tamaño, pero sí los cartones, bocetos, álbumes,  
collages, grabados, dibujos, pinturas sobre papel,
e incluso fotografías no digitales...
     La tercera (identificada con la letra "C") protegerá a mis queridos gatos
en miniatura, mis pequeñas máscaras, mis sellos de correo
y todo un sinfín de humildes objetos rescatados del olvido y la destrucción
por el inexorable paso del tiempo...
 
     Una cuarta caja (desechada por irrealizable) contendría mis libros...,
al menos los favoritos, los señalados por una especial significación...,
pero sin duda esa caja sería enorme y de un peso insoportable...
     Y quizás una quinta caja (si fuera posible) para mis camisas y disfraces...
   
     Dependiendo del instante concreto de mi desaparición,
algunas de esas cajas, las que consiga fabricar, llenar y cerrar
-incluso bajo sello de lacre- compondrían la parte esencial de mi herencia...
     En el caso de que tal herencia fuera recibida y aceptada, una petición:
Conserva, regala, vende o prende fuego, pero que nada acabe
en el vertedero, mezclado con otros residuos semejantes...
     Ya un autorretrato mío (con estrellas blancas sobre fondo azul...
o a la inversa), por circunstancias complejas, terminó hace años
entre la basura... Yo mismo podría acabar en ese paraje,
buscando como un loco mi viejo autorretrato. Pero no quiero imaginar
que mis gatitos de Lisboa o de Madeira, que una sola página
donde he dibujado un simple corazón o una simple calavera,
que un solo poema de mis noches (dictado por dios o por el diablo),
se oxidan o se pudren sin una mirada que los redima...

     Aunque pensándolo bien, esta herencia sería sin duda gravosa...
Mejor entonces reducirlo todo a una pequeña caja de joyas,
contradicciones, dudas y paradojas...
     Y sobre todo, como última instrucción
(si las anteriores no pudiesen ser cumplidas),
expresar mi fehaciente deseo de no acabar yo mismo -mi cuerpo-
en una caja... En las cajas "E", "I" y "C" indudablemente estará mi alma...
Pero yo ¿dónde estaré...?
   
     Vuelvo a pensar en mi hija, que tal vez tenga que abrir las cajas...;
y en mi madre, que antes de morir quemó todas sus intimidades...;
y en mi padre, que no me dejó nada salvo su imagen, tan poderosa
como inolvidable...
     El tema que aquí tratamos no es nuevo, es el mismo de siempre:
¿ser enterrado bajo una pirámide o sumergirse en el fondo del mar...?
¿Que algún día alguien rescate tu máscara de oro
o al destripar un tiburón aparezca, de repente,
el anillo que nunca ciñó tu dedo...?

     En el supuesto de que las cajas lleguen a existir y tu heredera las abra,
no olvidar que, bajo las tapas, el primer envoltorio se llamará ternura,
el segundo sonrisa verdadera y el tercero te quiero...
 
     Todo lo anterior es fruto de la noche y nace en la noche, sí,
pero ¿cómo redactar mis deseos y configurarlos como texto legal
ante notario...?

     También puede ocurrir que tarde en construir las cajas...,
que no las haga nunca..., o que una vez hechas contrate
una agencia de transporte y me las envie a mí mismo en el pasado...
     La vida diurna y la nocturna no sólo no se parecen sino que suelen
entrar en conflicto.
  
Salvador Alís.




     

     
    

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