sábado, 31 de agosto de 2013
SYRIAN ATTACK 2
Lo cierto es que Estados Unidos ejerce (o pretende ejercer) un control totalitario sobre el resto del mundo. Y que su política internacional es representativa de una dictadura planetaria. Decir que tal o cual país está sometido a una dictadura -lo contrario de una democracia- es cuanto menos una ignorante o interesada simplificación. Porque, en esencia, todos los gobiernos son iguales, todos son dictaduras: algunas sin disfraces y otras convenientemente maquilladas. Las apariencias cuentan, y mucho, y de la manipulación de las apariencias y del uso de efectos especiales nuestro amigo americano sabe todo lo que hay que saber, desde escenificar un alunizaje hasta convencer a la mayoría de que las Torres Gemelas fueron derribadas por aviones pilotados por terroristas.
Un buen amigo mío sostiene la teoría de que en España vivimos bajo una dictadura, una dictadura que se renueva cada cuatro años, pero una dictadura al fin y al cabo. Porque ¿qué otro nombre merece un gobierno de mayoría absoluta, en manos de un partido político sospechoso de corrupción, que veta cualquier alternativa de la(s) oposición(es), que no hace ningún caso de las protestas o demandas de los ciudadanos, que incumple prácticamente todo su programa electoral, y que acata órdenes y consignas exteriores (de Alemania, el FMI, los mercados, etc.) ignorando la realidad del propio país? Lo que ocurre hoy en España lo podemos hacer extensivo al conjunto de países denominados "libres". De una u otra manera, las democracias nunca son verdaderamente sistemas políticos donde los pueblos soberanos se gobiernan a sí mismos a traves de sus representantes electos. No nos engañemos. El poder político se compra con poder político, con dinero, con el control de los medios de comunicación, con el miedo, con el adoctrinamiento y embrutecimiento de las poblaciones, y con otras muchas artimañas que sería largo detallar aquí. Hay dictaduras y dictaduras, por supuesto. Dictaduras que no esconden serlo y otras que no lo parecen. Pero en el fondo quién manda en el mundo y quien dicta las directrices de todas las políticas es el dinero, los grandes negocios y las élites económicas.
La guerra, qué duda cabe, es uno de esos grandes negocios: la fabricación y compraventa de armamento y, sobre todo, el uso que de él se hace. La posesión de un buen arsenal otorga poder, influencia, atemoriza al enemigo, permite acabar con rebeldes de cualquier clase, traspasar fronteras, invadir territorios, conquistar. Y todos sabemos en manos de qué paises están las armas más terribles y sofisticadas. Y cuando estalla una guerra en un país pobre, donde por ejemplo faltan productos básicos como educación, medicina y alimentos, sin embargo sobran las armas (suministradas a uno y otro bando, precisamente, por aquellas potencias que se llaman a sí mismas democráticas y que afirman defender la paz mundial). Rusia o China le venden a una parte y EEUU, Reino Unido, Francia (o incluso España) le venden al otro bando. Y que se maten entre ellos hasta que alguien decida intervenir.
Las armas están para usarlas, la munición ante todo. Los arsenales tienen que destruirse progresivamente para poder sustituirlos por otros más grandes, más potentes, más innovadores, para poder -como ocurre con cualquier otro producto del mercado- alimentar la rueda capitalista de la fabricación y el consumo. Lo malo es que la destrucción del material existente implica la destrucción de pueblos, ciudades, naciones enteras y sus habitantes. ¿Alguien se ha parado a pensar en lo que cuestan los destructores, submarinos nucleares, portaaviones, helicópteros y cazas que están tomando posiciones en el mediterraneo? ¿Lo que cuesta un simple misil scud o patriot? ¿La cantidad de escuelas, hospitales, programas de alimentación e infraestructuras diversas que podrían obtenerse a cambio?
Si una pequeña parte del coste y esfuerzo bélico se invirtiera en el diálogo, en la consecución de la paz, ¿qué frutos daría? Resulta difícil de digerir que ya en pleno siglo XXI el mundo sea incapaz de vivir en armonía, justicia y libertad. ¿Dónde está el humanismo, la inteligencia, la ética y todos los valores que se suponen deberían caracterizarnos como especie evolucionada? ¿Se sabe poner un robot en Marte o levantar un rascacielos de mil metros y no se sabe impedir que muchas personas mueran de hambre o sean desplazadas o masacradas?
(continuará...)
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Por supuesto que se sabe pero no interesa que algunos pueblos sean los sanos y educados ya que así sería más difícil robarles
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