Lhasa de Sela (su nombre, que es el de la capital del Tibet, lo eligió su madre intencionadamente) nació en Estados Unidos en 1972 y murió en Canadá en 2010, a los 37 años, a consecuencia de un cáncer. Su padre, mexicano, era profesor de español y escritor (aunque no sé si llegó a publicar algún libro); su madre, estadounidense, era fotógrafa. Tuvo tres hermanas que trabajaron en un circo.
A los 13 años, Lhasa ya actuaba en cafés en San Francisco, y más tarde, en Montreal, siguió con esa costumbre de cantar en ruidosos bares donde los clientes bebían y hablaban.
Sus influencias fueron Chavela Vargas, Billie Holiday, Amália Rodrigues. Le gustaba la música triste, decía. Y cantaba tanto en español como en inglés y francés.
Compositora e intérprete genial, dejó sólo tres discos: La llorona (1997), The living road (2003) y Lhasa (2009), y en ellos un conjunto de excelentes canciones.
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