E. M. Cioran. Rasinari (Imperio Austrohúngaro), 1911 - París, 1995. |
En otro agosto, hace ya 15 años, en una situación única y muy preocupante para mí, la lectura de los Cuadernos 1957-1972 de Cioran hizo posible que yo mantuviera mis pensamientos dentro de mi cabeza. Lector de toda su obra, descubrí a Cioran en 1979, y desde entonces hasta ahora vuelvo a él de vez en cuando porque me resulta inagotable.
De los Cuadernos:
"Hace unos días... Me disponía a salir cuando, para atusarme el pañuelo, me miré en el espejo. Y de repente un espanto indescriptible: ¿quién es ese hombre? Me resultaba imposible reconocerme. De nada me sirvió identificar mi abrigo, mi pañuelo, mi sombrero, no sabía quién era, pues no era yo. Duró unos treinta segundos. Cuando logré recuperarme, el terror no cesó al instante, sino que se degrado insensiblemente. Conservar la razón es un privilegio del que podemos vernos privados."
"Debo forjarme una sonrisa, armarme con ella, ponerme bajo su protección, tener algo que interponer entre el mundo y yo, camuflar mis heridas, aprender por fin a llevar la máscara."
"Nunca he podido entusiasmarme por causas destinadas al éxito. Mi predilección se inclinaba siempre por las que me parecían secretamente condenadas. Siempre he estado, por instinto, de parte de los perdedores, aunque su causa no fuera válida. La tragedia es preferible a la justicia."
"Me han citado el ejemplo de un perro un poco deslucido que, celoso de otro perro, más joven, que habían traído a la casa, se puso a cojear para provocar piedad y, por tanto, favor. Cuando no lo veían, caminaba y corría normalmente."
"A la larga, la tolerancia engendra más males que la intolerancia: ése es el drama real de la historia. Si esta afirmación es cierta, no hay acusación más grande contra el hombre."
"La rebelión es una señal de vitalidad, al tiempo que de indigencia metafísica. Cuando hemos ido al fondo, no ya de las cosas, sino de una sola cosa, podemos aún rebelarnos, pero ya no creemos en la rebelión."
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