jueves, 29 de diciembre de 2016

EL DILEMA DEL ESCRITOR

EL DILEMA DEL ESCRITOR

Hoy ha sido un buen día, considerando la debilidad, la apatía, lo enfermizo de las dos últimas semanas, hoy ha sido un día fructífero y, en cierto modo, feliz. 

La sordera ha remitido, no ha cesado por completo, queda un resto (de incomprensión), pero prácticamente se ha resuelto. 


Hoy he podido, por fin y de nuevo, oír mi propia voz. 

Y mi propia voz me ha dicho, sin dudarlo, con determinación y provocación y otras intenciones evidentes y ocultas, con la seguridad que desprende una voz que sabe que la verdad no es transmisible, que tan sólo puede uno conocer la verdad por aproximación y reflejo. 

Hemos mantenido, mi voz y yo, una larga conversación y tocado una variedad de temas que, difícilmente, será posible reproducir aquí. 

No obstante, y aunque aspiremos a más, nos contentaremos con menos. Acaso simplemente los temas (al igual que las voces) sean nombrados, esos temas, Acaso nos conformemos con la cita inicial, el enunciado o, en el mejor de los casos, un breve desarrollo, una sinopsis, una insinuación. 

El ruido, los bombardeos, los ultrasonidos.

La cita de Tomas Bernhard sobre los escritores y los policías. 

Los dilemas éticos. El dilema del ladrón. 

La lógica de las armas. Las armas prehistóricas. Las armas como negocio. 

Giovanni Papini y su descripción de una necesaria biblioteca de acero en El libro negro

La lectura de TB hoy en el trabajo, entre avión y avión. 

El dibujo de un hombre cuya nariz es un grifo. La escultura de Juan Mora que pagué (al menos la mitad de su precio) y que no he vuelto a ver desde aquella primera visión. 

La música desatasca los oídos. La importancia de los auriculares. 

La escritura y la masturbación. Todos los escritores (reales) se masturban en tanto escriben. No se escribe nada (real) mientras se folla bien. 

Las solteronas, las masoquistas, las suicidas... 

Bukowsky, Henry Miller, De Sade..., excepciones a la regla.

Y, por otra parte, Kafka, Wittgenstein, Schopenhauer, Benjamin, el propio Bernhard... 

Dalí: El gran masturbador. La osadía de decir la verdad. 

Cela en una entrevista televisada ¿(en blanco y negro)? Aspirar agua por el culo. La capacidad de ver, tragar y asimilar la realidad visible, tragable y asimilable. ¿Pero qué pasa con lo invisible, lo que no se muestra ni permanece al alcance, lo que nos atraganta? 

En general no me gustan los cambios, pero estoy por cambiar la fuente negra por la fuente roja (en la escritura). 

Los discursos, los argumentos, los párrafos, todo eso cortado por el cuchillo que el tiempo ha forjado en mi cerebro. 

Conexiones aceleradas entre neuronas, cada vez menos neuronas, cada vez mayor aceleración. 

De una idea a otra a la velocidad de la luz (de las ideas), generando nuevas ideas, títulos para otras tantas consideraciones. 

La necesidad de prestar atención al más mínimo detalle, ruido, vibración, sospecha. Nunca me dejo llevar por la contemplación del horizonte -siempre alerta-, a cada minuto vuelvo la vista atrás; nunca sabe uno qué amenaza, qué peligro, qué ataque se producirá por la espalda. 

La biblioteca de acero imaginada por Papini (o su alter ego: Míster Harry Golding, profesor de papirología). 

Iniciar una serie de entradas con fotografías de las portadas de tus libros favoritos y algunas palabras al respecto. 

La inocencia de la infancia: las canciones y bailes de las nietas de mi hermano; los dibujos y los cruces de piscina de los nietos de mi hermano; las montañas de la hija de mi hermano; los números del hijo de mi hermano; la niña en el aeropuerto -esta misma tarde- que me ha golpeado fuertemente en el tobillo izquierdo, a la altura de la llaga, con su maletita de ruedas. 

Los que juegan con fuego, ignoran que el fuego puede ser su enemigo. Los que juegan a encender el fuego, ignoran que el fuego ya está prendido. 

Claro que si ustedes no han leído a Papini, poco o nada van a entender. Un escritor ateo y luego creyente. Un viaje de ida y vuelta pero en sentido contrario, de la negación absoluta a la absoluta afirmación. 

Los que arden sin saber que se consumen. Los que se consumen sin ver sus llamas.

Dibujar a un hombre ("el hombre antorcha") de cuya cabeza brotan llamas grandes y pequeñas, iluminadoras, pavorosas y letales, como si de un sol reducido se tratara. 

Las torturas que parten del cuerpo y llegan al cuerpo. Las torturas que parten de la cabeza y llegan a la cabeza. 

Otra vez TB (cita del cuento correspondiente), en Acontecimientos y relatos... Claro que si ustedes no han leído a Bernhard... 

En el caso de WB no vale la pena fotografiar las portadas de los libros suyos, puesto que, para empezar, eres poseedor de sus obras completas en alemán, doce volúmenes encuadernados en tela roja. Mejor fotografiar sus lomos. 

Lo mejor de un animal es su lomo, tanto para ser comido como para ser acariciado. 

Otra neurona novedosa, que surge por la velocidad del impacto de trasmisión de dos hipotéticas verdades neuronales, y que contiene a su vez una crítica de la crítica. 

Eres (soy) el primero en decir !basta¡, pero el último en detenerse. 

La masturbación por la música, una idea vieja que me recuerda hoy un compañero de trabajo. 

Un tren que busca su propio descarrilamiento (o, mejor dicho, su desviamiento), mientras transporta en sus vagones incontables tesoros. 

Los verdaderos tesoros no se pueden describir sino de manera indirecta. 

Quien sepa leer que lea y quien sepa entender que entienda. No se pide más. No se exige menos. 

Si has resuelto el dilema desviando la trayectoria del tren para que atropelle a uno en lugar de a cuatro, bien hecho. Pero ¿cuál hubiera sido tu decisión si ese uno fuera tu hijo o alguien tan cercano a ti, sangre de tu sangre, vida de tu vida? 

El ladronzuelo que roba a la empresa donde trabaja, desviando cada día unas pocas monedas, y que se jacta de hacerlo (y conseguirlo) con absoluta impunidad y falta de remordimiento. 

Los que jamás se han confesado "como dios manda" ni disparado un fusil de asalto "contra la diana" seguramente no comprenderán de qué se habla. 

Como tú no eres -como él- un ladrón, y mucho menos un chivato, ni robarás siguiendo su ejemplo ni advertirás a tu jefe del robo. Hasta aquí ningún problema. Mas un día cualquiera, tu jefe te dirá que no va a pagarte la nómina porque alguien le está robando y carece del suficiente efectivo. 

La pregunta obvia, entonces, es la que sigue: ¿a quién roba el ladrón, a la empresa o a ti -que eres su compañero de trabajo? Si la consecuencia de sus actos es que algunos compañeros no perciban su salario, ¿no sería responsable el ladrón de hurtar y menoscabar los derechos de los que, en esta situación, son más honrados que él? 

Más honrado no significa (o debe significar) mas tonto. Pero eso es fuego para el que juega con fuego. El necio, el idiota, el estúpido, acaban resultando en el fondo los más grandes pirómanos. 

Se lamentan alemanes, franceses, españoles, rusos, norteamericanos..., por el ruido de camiones, trenes y aviones. Quizá inmersos en su propio ruido olvidan lo ensordecedor de los bombardeos incesantes sobre ciudades en ruinas donde, en los pocos sótanos que aún ofrecen refugio, tantos niños se tapan con tanta fuerza las orejas con las manos. 

El ruido brutal de la muerte indiscriminada, sin importancia, sin eco, el ruido que anula la voluntad y las emociones (en realidad no las anula): miedo, odio y venganza que se fijan para siempre. 

La ley del agricultor, la misma del segador: tal la semilla, tal la cosecha. 

Documental sobre los avatares de la creación de la primera bomba atómica. Y esa jerga incomprensible: fusión, fisión, uranio, plutonio, miles de grados en el centro, una nube como un hongo, un ruido que ensordece, que no se escucha. 

La pugna, el espionaje, la capacidad científica, la visión de futuro de unos y otros: los nazis, los norteamericanos, los rusos, los franceses, los ingleses. Y luego los judíos, sus armas dobladas. 

El mundo árabe, que vive en su edad media, todavía no, no es deseable. La lógica de las armas, el gran negocio, dice que los rusos (noticia de prensa) han probado con éxito 120 nuevas armas en Siria. Si tu avión vuela más rápido que el mío, tranquilo, pronto despegará de mis bases otro avión más rápido que el tuyo. 

De eso se trata. Una competición en toda regla (en ausencia de reglas). 

Sobre la pantalla del ordenador, Lolita me mira con sus grandes ojos abiertos y gira sus orejas atentas hacia los aparentemente imperceptibles sonidos de mi escritura. 

"Ve a dormir, busca el sueño..." -me dice. Y por suerte la escucho, porque mi sordera acabó.

Salvador Alís. 














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