domingo, 17 de abril de 2016

ESBOZO PARA UN CUADRO

ESBOZO PARA UN CUADRO

El apunte para un cuadro de tamaño considerable
muestra la silueta de una mujer llena de palabras; esas palabras
no están pintadas sobre la mujer,
están dentro de ella.
La mujer no aparece de frente ni de espaldas al observador,
sino de perfil, apuntando sus pechos hacia el borde izquierdo
y girado su rostro hacia el derecho.
En realidad, más que palabras,
lo que contiene su cuerpo son letras,
letras que, una vez combinadas con acierto,
formarán palabras,
palabras que anuncian significados y que, por su número
y el azar combinatorio, completarán la lista
de la totalidad de lo que es (traducible en palabras).
El lado derecho del cuadro lo ocupa un hombre,
o la silueta de un hombre, que mira hacia el lado de la mujer.
Igualmente de perfil, el hombre tiene la boca abierta
y su lengua fuera de la boca; de esa lengua
surgen otras lenguas (de fuego),
llamas que avanzan hacia el costado de la mujer.
Donde inciden las llamas
las letras se ven parcialmente quemadas.
Otros detalles menores son el signo de interrogación
que los dos presentan en la palma de sus manos,
y el hecho de que uno de los pezones de la mujer
sea rosado y el otro azul.
Se debe intentar que parezca que conversan,
que ella escucha en tanto sus letras se ennegrecen
y consumen, que él habla alocadamente,
sin medir el alcance ni las consecuencias de sus palabras.
El hombre sin duda está excitado y agrede
con su lanzallamas verbal
a la figura de la mujer que considera pintada.
Esto sucede en el cuadro;
en el estudio donde el cuadro se imagina
las cosas son bien distintas:
el pintor que contempla a su modelo quiere hablarle dulcemente.
Aun así debe pensar siempre lo que dice, medir las palabras.
Entre la mujer y el pintor hay un espejo
de donde el pintor extrae la silueta del hombre.
Cuando la pintura esté acabada y sea expuesta,
se abre la posibilidad de formas palabras a partir de letras,
frases a partir de palabras, anuncios y revelaciones. 
Los límites de un cuadro no son garantes
de ninguna intimidad.

Salvador Alís.

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