LA LLAGA
Un accidente doméstico y estás tocado, señalado, malherido,
una extraña noche de agua caliente en los pies, ni siquiera agua
hirviendo,
humedad y calor y la llaga en el tobillo.
La llaga tiene los bordes enrojecidos, la forma de tu dedo pulgar,
su tamaño, una depresión de tres milímetros, el interior
blanquecino.
Pero día tras día la llaga muta, se convierte en otra cosa, lo
indeseable,
se convierte en dolor y en furia, se expande y se encoge,
lo blanco se vuelve verde, las gasas y los esparadrapos no la
contienen.
La sangre acude en defensa de la sangre, moviliza
a sus avanzadillas de glóbulos blancos, se enfrenta a las
bacterias.
La fiebre te hace pensar, los pensamientos alertan,
mas no temes un peligro inmediato causado por la llaga,
temes a los propios pensamientos, pensar es lo que cuenta.
Y en ese delirio producido por la llaga recuerdas a los cruzados,
aquellos que por la cruz abandonaron los cinturones de hierro,
se demoraron años en travesías y batallas, perdieron llaves,
cruzaron mares, invadieron tierras infieles, y todo ello bendecido
por el hijo bastardo de dios y en su propio nombre y bajo su
bandera.
La llaga no se contenta con taladrar los tejidos, intenta llegar
al hueso.
La llaga te recuerda que en aquellas fechas lejanas
aún yacía oculto el oro negro bajo los desiertos,
y que algunos siglos después, otros capitanes al mando de
asesinos,
dando una vuelta de tuerca llegaron a un nuevo mundo
para cargar sus naves con el oro amarillo de otros infieles
llamados indígenas, en realidad llamados exterminio.
Cruzados y Conquistadores devastaron pueblos y culturas,
a su favor el metal y la pólvora, los caballos resoplantes, las
epidemias.
La llaga te dice que el lenguaje no es inocente, ni la historia,
ni la piel, y que una sangre no es igual que otra sangre.
Y por esos accidentes y casualidades de la vida, es la llaga
incurable
la que te hace leer las iluminadas palabras de Fray Bartolomé
de las Casas, que pusieron acento a una barbarie antigua
y lo ponen otra vez, ¿cuántas veces?, a esta confusa época
donde los impotentes y los asesinos, los saqueadores y los
genocidas,
siguen defendiendo su nombre y el nombre de su dios,
su bandera, su llave perdida: "En estas ovejas mansas,
y de las calidades susodichas por su Hacedor y Criador así
dotadas,
entraron los españoles, desde luego que las conocieron,
como lobos e tigres y leones cruelísimos de muchos días
hambrientos.
Y otra cosa no han hecho de cuarenta años a esta parte,
hasta hoy, e hoy en este día lo hacen,
sino despedazarlas, matarlas, angustiarlas, afligirlas,
atormentarlas
y destruirlas por las extrañas y nuevas e varias
e nunca otras tales vistas ni leídas ni oídas maneras de
crueldad."
Entraron los españoles, sí, y también entraron portugueses
e ingleses, franceses, holandeses, belgas, alemanes y, por
simplificar,
vanguardias y bacterias de muchas naciones, y de los nuevos
y poderosos imperios, soles y estrellas, hoces y martillos,
y siempre las cruces, los abanderados, los uniformes negros.
Diez horas caminando cada día, cuatro pisos sin ascensor,
subir y bajar, bajar y subir, y drenar cada mañana y cada noche
la herida que no cicatriza, el pensamiento que no se contiene.
Esta llaga febril y fervorosa te indica que todo está sucediendo
al mismo tiempo, sin orden ni concierto,
que todo es lo que fue, que la espada, el cañón, la energía
atómica,
el polvo blanco, los helicópteros grises, las escuchas, los
cascos,
los encriptamientos, la esvástica, las capuchas, la libertad, el
terror,
la triple k, los mayas, los incas, los aztecas, la derecha, la
izquierda,
los protocolos, las paranoias, los suicidas por su causa,
el Cristo del Gran Poder, Judea, Palestina, el G-20, los virus,
la Bolsa, la Vida y la Muerte y hasta el dominio del espacio
exterior
son lo que son y lo que fueron, el big bang de una manzana
podrida,
una llaga en el tobillo que te hace medir los pasos
y por momentos renegar de la ilusión de una vida decente
que pueda llegar a su cénit sin mayores contratiempos.
Te dirán que la escritura no es neutral, lectores privilegiados
a los que muestras tu herida. Pero no deben importarte los
lectores,
los lectores no son nada ante los eritemas y fibrinógenos,
ni los que callan ni los que opinan, los que leen para sí,
los que expanden lo leído como infección descontrolada,
infección que no se combate con Silvederma, Iruxol o Urgo Clean,
los que se retraen, los que contraatacan, los que comprenden,
los incomprendidos, los que sienten miedo, los no llamados y no
elegidos,
los ungidos con sueros fisiológicos y estériles,
los que hablan por hablar, los que incluso te sorprenden.
En sus respectivos cielos, Zeus, Guan Yin, Ra, Atenea, Vishnú,
Abraxas,
Epona, Mitra, Xochiquétzal, Yahveh, Gea, Shangdi, Isis,
Huiracocha,
Lilit, Júpiter, Ixchel, Xwedè, Ishtar, Shivá, Sarasvati, Allah,
Tiamat,
Quetzalcoatl, Nyame y Asase y todos los dioses y diosas que
faltan,
que no son pocos, deben contemplarte
como un bicho raro, alguien que hace de su llaga una historia
que pretende ser la Historia. Apenas llueve hoy en día,
pero desde esos cielos ha llovida tanto.
Ayer te habló la luna llena: "Dioses humanos te están jodiendo
la vida".
Y también: "En tu sangre luchan alcoholes, tétanos y eritromicinas,
pero el verdadero enemigo, el oculto, el desconocido, es otro."
Salvador Alís.
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