2 DOS CUENTOS EXTRAÑOS
"Una sola palabra para estimular las lecturas."
"Un 8 ocho enorme, hecho de mierda e infinito,
fruto de la fuerza, el pensamiento y el deseo.
¿Cómo explicar la infinitud del símbolo?
El hecho más simple, el más inmediato y verdadero
es el 8 ocho oscuro e imponente sobre la porcelana blanca."
S. A. / 15 de enero de 2021.
GUARDERÍA
En el primer piso de una vieja casa que mira al mar, sobre una alfombra de rosas bordadas, bajo una cúpula de oro y ventanas rematadas en arco, un grupo de niños se han sentado en círculo para jugar un juego de adultos. Hay una baraja grande y muy usada. Alguien mezcla las cartas y las reparte. Luego, comenzando por la derecha del crupier, los niños van echando cartas en su centro. Cada carta es una apuesta en cuyo enunciado se guarda la trama del juego.
"Apuesto todos los ríos de la Tierra, en su condición actual." -Así dice el primero.
"Pues yo apuesto la libertad de intervenir en la Amazonia." -Sigue el de su lado.
"Me apuesto las 5 cinco ciudades más pobladas del Mundo, con sus luces, esqueletos y almas." -Propone otro niño.
"En mi carta veo un tanque. Entonces apuesto un ejército invencible ." -Dice el siguiente.
"Yo apostaré animales, decenas de especies en proceso de extinción." -Enseñando los dientes, el niño con cara de perrito.
"Apuesto toneladas de drogas, una cantidad abrumadora y en todas sus variantes." -Este niño mira el cielo, mientras habla.
"Apuesto mujeres de todos los colores y de todas las edades, con clítoris y sin él, vírgenes o putas, en carne y alma, para ser usadas según convenga." -Dice de corrido este niño.
"Apuesto cualquier imagen existente, vista o no vista, soñada, imaginada, producto de una alucinación, o sugerida, o impuesta." -Dice el octavo niño.
"Pues yo me apuesto todas las escuelas, iglesias, doctrinas, ciencias y otras visiones del Mundo." -Dice la niña más hábil en el uso del lenguaje.
"Apuesto toda la suciedad, la contaminación de la Naturaleza, los satélites que giran alrededor de esta Tierra echa pedazos." -Añade la siguiente niña.
"Mi apuesta será sin duda la mayor: pongo en juego a Dios con su Corte de Ángeles y su Contracorte de Demonios." -Dijo el niño con cara angelical.
"Me apuesto la fortuna más grande imaginada." -Dijo.
"Me apuesto el control absoluto de las mentes." -Dijo.
"Apuesto la sexualidad ancestral, tanto la necesaria como la innecesaria, la inventada, la fingida, la representada, incluso la real. -La niña no debía tener más de 8 años.
"¡Apuesto la maldad!" -Dijo tajante el siguiente niño.
"Para concretar mejor, yo apuesto la tormenta, el silencio, el frío extremo, el fuego que brilla en la oscuridad, el grito, el espejo de bordes cortantes y otras cosas parecidas." -La niña sugirió que deseaba concluir.
"Mi apuesta, si se trata de que gane la mayor, es simple y definitiva. Pongo sobre vuestras cartas dinero contante y sonante, en la medida que no lo podáis rechazar." -Y el último niño exhibió un buen fajo de billetes.
Y en ese justo instante, el crupier dijo: "¡Gana la Banca!"
"Se abrió una puerta y entraron algunas cuidadoras."
"Es el momento de cambiar los pañales."
Salvador Alís.
EL CABALLISTA
De lejos parece que monta un único caballo, pero en realidad son varios los que se juntan en esa silueta esbelta y orgullosa. Se trata de un caballo complicado, compuesto de un número de caballos cada vez más numeroso. Todos se ocultan en uno, y el Caballista lo sabe: debe coordinar sus movimientos, guiar en la dirección certera sus decenas de patas, sujetar las riendas que mandan sobre tantos hocicos, y no ser desorientado por la suma de sus resoplidos y el atronador batir de los múltiples y caprichosos cascos. Estos caballos que se agrupan y se funden bajo la silla de montar tienen cada uno su nombre y su carácter, y por ello toman decisiones individuales, se apartan en ocasiones del camino, saltan sin razón, se detienen, se lanzan al galope, se meten en un río. Cada cual obedece una voz distinta, de manera que el esfuerzo del Caballista también debe ser renovado a cada paso. Debe conocer y pronunciar las palabras secretas que cada animal entiende y acata. Debe hablarles a todos con dulzura y firmeza.
El caballo llamado El último quiere llegar el primero, tiene prisa, es fuerte, empuja hacia delante, convence a otros para que tiren con él. A veces el Caballista afloja y le deja salirse con la suya, de puro agotamiento, y avanzar un largo trecho en un segundo.
Al Caballista le relaja montar a Cielo, que levanta la cabeza a menudo y se pierde en contemplaciones.
Al habilidoso que en las paradas hace dibujos con las patas delanteras sobre la arena, la tierra o la hierba bajo un horizonte propicio, le han llamado Iluminado.
Y al que parece que habla, al resoplar, y le cuenta al Caballista historias de caballos, sus pasados y futuros, experiencias y afanes, a ese le han llamado Parlanchín.
Hay un Caballo Loco y otro que por su pelaje merece llamarse Humo. Hay un caballo que adora las setas y las malas plantas, El Brujo.
Hay un caballo que siempre anda en la dirección opuesta, la cabeza alineada en paralelo con las colas del resto, y por eso se llama Contrario.
El Caballista los conoce bien, a todos los que monta desde hace años y a su manera le son fieles. Con otros que surgen, sin embargo, de repente y de los lugares más inverosímiles, debe tener cuidado. Uno sale de una nube blanca que casualmente pasa, otro vence los barrotes de un bosque cerrado, otro salta sobre las olas de una playa y cubierto de espuma. De esos caballos debe guardarse, pues le son extraños y ajenos. Con los caballos nuevos, que sin cesar vienen a formar parte de su montura, debe tomar precauciones, nombrarlos sin demora, saber cómo dirigirse a ellos, controlar sus deseos y conseguir su obediencia. Es el objetivo principal.
El Caballista no ha sido derribado todavía. En ese logro se encuentran su determinación y su desafío. De lejos parece que domina la situación, aunque a veces pierde algún caballo al que no puede sujetar. Hoy se fue Juventud, mañana El Soñador, y quién sabe pasado mañana.
El caballo que responde por Nocturno ha tropezado y se ha roto un tobillo. Se ha vuelto inestable, le cuesta seguir andando. El Caballista prepara un arma para evitar su dolor. Pero antes del disparo tiene dudas: ¿Y si mata a otros, al estar tan mezclados, y reduce así las posibilidades de su confusión? ¿Y si Nocturno no muere y reaparece? ¿Y si la bala rebota con mala suerte, si se da vuelta y vuelve aquí?
"Llevamos al acusador dentro, pegado al acusado,"
"Me siento culpable por no haber tomado el buen camino,
incluso aunque no haya buen camino."
P. M. / 15 de enero de 2021.
Salvador Alís.
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