jueves, 19 de marzo de 2020

NUEVAS CUESTIONES SOBRE EL CORONAVIRUS

NUEVAS CUESTIONES SOBRE EL CORONAVIRUS


EL RELÁMPAGO. LA ILUMINACIÓN.

De repente esta noche, cuando pocos días atrás se pudo ver una super luna en el cielo, la luna aparece menguada y difusa, envuelta en una especie de neblina naranja. Y cuando se ha constatado que no hay invierno, que este tiempo es significativamente más cálido de lo habitual, hacen acto de presencia en el horizonte -sobre el mar- esplendidos relámpagos.

El relámpago inesperado es un toque de atención, una llamada similar (luz por sonido) al sonar de las campanas. El relámpago es iluminación, suerte de la naturaleza para el entendimiento humano.

"(Algunas) personas esperan que se produzca un acontecimiento cuyos actores principales desconocen. Al fin descubren que dicho acontecimiento empezó a producirse ya y que (ellas) son las protagonistas."

Nathaniel Hawthorne. Cuadernos Norteamericanos.

LA RISA. CUANDO COMIENZA A LLOVER.

Nadie en su sano juicio dudará que hay diferentes modalidades de risa, como las hay de todas las emociones humanas (incluido el miedo). Pero seguramente el miedo aconteció antes que la risa, experiencia primera o causante, y la risa vino después en forma de recurso defensivo y consecuencia. Al mal tiempo, buena cara -se dice cuando uno debe reír por no llorar. Son frases hechas, de acuerdo, pero es difícil ser original en estas circunstancias. Aconsejan los psicólogos reírse de las adversidades, hacer chistes y burlas para desahogar el temor que nos invade y mantener la cordura ante situaciones que nos superan. Desde tiempos inmemoriales saben los filósofos que la ironía funciona como relámpago y como medicina.

Aquí tenemos, por una parte, a la humanidad (en su globo) y, por otra, los hechos naturales (en su devenir). Una amenaza cae desde la naturaleza hacia la humanidad en su conjunto, como la lluvia que sigue a los relámpagos. Y entonces, nosotros, comenzamos a reír. Esta variante de la risa tiene que ver con el nerviosismo, la ansiedad e incluso el pánico. Uno se ríe de lo que no comprende, de las fuerzas elementales que lo sobrepasan. Pero no conviene olvidar que "fuera de lo que es propiamente humano, no hay nada cómico". (Henri Bergson. La risa.)

Desde luego, el coronavirus no es nada cómico, nada risible, nada que merezca ser tomado a mofa. Y sin embargo, se aconseja hacer chistes para rebajar la presión. Sin duda son las actitudes humanas, la mayoría de nuestras respuestas, las que crean una comedia abocada a la tragedia.

EL SUEÑO. DORMIR Y NO DESPERTAR.

Quizá este toque de atención, este repicar de campanas o este relámpago sirva para despertar a los que plácidamente dormían. Porque cuando no se piensa lo suficiente, se duerme más de lo necesario. Muchos de los nacidos a finales del siglo XX y principios del XXI han creído que nuestro mundo era un mundo ideal, una especie de paraíso, una calle de múltiples direcciones, una fiesta continua, un jolgorio, una playa que hollar, disfrutar y mancillar sin consecuencias.

No han vivido lo suficiente, no guardan la experiencia necesaria y, en definitiva, la memoria histórica les es ajena por nacimiento y desinterés. Estudiar, leer, pensar, dotarse de bases de conocimiento y recursos de opinión, sentido crítico, capacidad comparativa..., de todo eso, todo el aburrimiento, todo el tedio, todo el esfuerzo, ya se ocuparán otros -los viejos. Nosotros, se han dicho tantos y tantos jovenzuelos, somos preferentemente los protagonistas del Diario de la guerra del cerdo (Bioy Casares): matamos a nuestros mayores y negamos a un tiempo nuestro pasado y nuestro futuro.

Se produce pues un bucle temporal, lo que sucede hoy ya sucedió mucho antes. Así lo define Rousseau en su Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres: "Solo, ocioso y siempre en trance de peligro, al hombre salvaje debe gustarle dormir, y debe tener un sueño ligero como el de los animales que al pensar poco duermen, por así decirlo, todo el tiempo que no piensan."

Si tu mundo ideal se ha desmoronado, si el coronavirus desmonta tus mecanismos de supuesta estabilidad y felicidad, recuerda que para tus padres, abuelos, bisabuelos y antecesores hasta el origen de los tiempos, la vida fue cosa bien distinta. Recuerda o piensa (sin ir más lejos) lo que aconteció y creció en aquel mundo convulso del siglo XX: la primera guerra mundial, plagas y enfermedades incurables, la llamada "gripe española" y sus 40 millones de muertos, nuestra guerra civil, la segunda guerra, bombas atómicas, destrucción y hambre, represión, exterminio, éxodo, invasiones, Corea, Vietnam, guerra fría, dictaduras comunistas y fascistas, asiáticas, africanas, latinas, censuras, libertad anulada, servicios secretos, golpes de Estado, etc.

Y antes y mucho antes de este nefasto siglo, la historia te daría mil lecciones sobre la tragedia y la oportunidad del dolor. Si has disfrutado de una vida fácil, ahora se trata de dar la talla, de llegar a tu altura, de dar ejemplo de serenidad.

LA SEMANA SANTA. EL FANATISMO.

Por el coronavirus se suprimirá la Semana Santa. Pero la devoción fanática vestirá a sus actores para que, a pesar de todo, salgan a la calle y muestren su histeria. Bajo sus caperuzas afiladas, locos locales e importados (restos del carnaval y el ku klux klan), cantarán saetas apocalípticas, según su deber. Las calles oscuras y desiertas se iluminarán con velas. Los falsos sacerdotes llamarán a su dios, aquel que por estrés y descanso ha metido en un cajón insonorizado su audífono.

SUICIDIOS. AISLAMIENTOS.

Los que teman contaminar (los menos) o ser contaminados (los más) se aislarán voluntariamente. Pero ¿cuántos muertos van a contabilizarse como víctimas del destino cuando murieron por su propia mano y voluntad?

El arzobispo, el obispo o el secretario, en representación de la Conferencia Episcopal o de su propia Iglesia, sostienen que los templos deben permanecer abiertos, lugares de esperanza y rezo, sostienen que Dios está también presente en las epidemias. Acudirán a la llamada los ingenuos y aquellos que tengan su vida hecha y poco o nada esperen del futuro.

Los contaminados, mediante la confesión, contaminarán a su vez. Bajo el suelo de esta iglesia hay espacio para tantos.

FALSA ESPERANZA. NADA ESPERES.

Nada esperes de tu gobierno ni de las autoridades sanitarias. Nadie sabe lo que dice, todos suponen y anticipan (con reservas) lo que debería suceder, mas pocos aciertan.

Cuídate de ti mismo. Cuida a los que te rodean (no eres el centro del mundo). Lo que importa es sólo tu responsabilidad.

Una adolescente pelirroja llega al aeropuerto. Se protege la boca con una mascarilla rosa. Entre las manos, el móvil. Se sienta en el suelo, apoya las manos para sentarse. Se quita la máscara. Comienza a comer galletas. Con sus finos dedos de uñas rojas las acerca a la boca, les da mordiscos, se chupa los dedos. Y a continuación se coloca de nuevo la mascarilla rosa.

EL CAPITAL. PREOCUPADO POR SÍ MISMO.

Todo el mundo va a perder (quizá no todo el mundo), unos más y otros menos. Lo que le ocurra a la Bolsa, ¿qué le importa al que no llega a fin de mes? Frases hechas, de nuevo, para un humilde análisis de una humilde realidad. Los que posean fondos y reservas, lingotes y recursos, que no se inquieten (no se inquietan): pueden aislarse en sus ranchos y mansiones, a salvo en mitad de sus campos de golf, en la cúspide de sus montañas, en sus escaleras de caracol, en sus ascensores descendentes, en sus saltos espaciales.

Dijo Rousseau: "Concibo dentro de la Especie humana dos suertes de desigualdad; una que llamo natural o física, por cuanto se halla establecida por la Naturaleza y que consiste en la diferencia de edad, de salud, de las fuerzas del cuerpo, y de las cualidades del Espíritu o del Alma; otra que puede llamarse desigualdad moral, o política, porque depende de una especie de convención y que se halla establecida, o al menos autorizada por el consentimiento de los hombres. Ésta consiste en los diferentes Privilegios de los cuales gozan algunos en perjuicio de los demás, como el ser más ricos (...), más poderosos que éstos o en condiciones de hacerse obedecer." (op. cit.)

EL HOSPITAL Y EL BÚNKER. LOS HÉROES Y LOS COBARDES.

En toda guerra o conflicto hay una primera línea y una retaguardia. E incluso existe una retaguardia de la retaguardia, llámese nido, búnker o palacio. Unos se juegan la vida propia y otros se juegan (con sus cartas marcadas) la vida de los demás. En abril de 1945, Hitler, el Gran Cobarde, se suicidó en su ratonera. Hoy los reyes y los nobles se guarecen en sus castillos.

Sólo los honestos y responsables, en esencia y no en apariencia, asumen que salvar vidas y ocupar su posición no es gesto que espere recompensa ni orden que cumplir.

El coronavirus, su extensión y sus consecuencias, hace que muchos (acertada o equivocadamente) se protejan tras una fina máscara, pero también está causando (y causará) que otras máscaras más gruesas y duras se caigan y muestren el verdadero rostro del egoísmo, la insolidaridad y la cobardía.

Desde que se decretó el Estado de Alarma, cada tarde se aplaude a los trabajadores de los hospitales y otros centros de salud, desde el personal médico hasta el personal de limpieza, pasando por las enfermeras y enfermeros, conductores de ambulancia, etc. Esos aplausos suenan como lluvia. Y está bien que así sea, sin olvidar que otros muchos merecen iguales aplausos, y que siendo la lista tan larga podría resumirse en todos los que por su trabajo y condición sirven a la sociedad en su conjunto y a los más necesitados en particular. Sin embargo, cada vez más, se observan comportamientos tan interesados que bien pudieran ser calificados de obscenos y delictivos. Jefes que abandonan a sus subordinados. Conductores que dejan tirados a los pasajeros. Estrellas de tantos ámbitos que cierran sus garajes y sus cajas fuertes. Fortunas en los paraísos, coches de lujo, relojes de diamantes. Cuando no se sabe gestionar el miedo y es débil el carácter, el que puede rescatar a los perdidos los abandona a su suerte. Y el que debería dar ejemplo (de integridad) escapa corriendo con el rabo entre las piernas. Tiempo al tiempo. La crisis del coronavirus, la sanitaria, la económica y la hipocondríaca, tras sus verdades y sus mentiras, significará un antes y un después en nuestra historia, abrirá muchos ojos que estaban cerrados (se espera) y pondrá a cada cual en su sitio.

CONTINUARÁ.


Salvador Alís.























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