ANOTACIONES 12-II-2016
La actualidad te aburre más cada día, deja de interesarte cuando su relato no puede ser de ninguna forma concluido. No vives por tanto en el presente; vives en el futuro (en cuanto especulación) y en el pasado (en cuanto memoria). La idea de especular con el pasado e imaginar un futuro ya vivido tampoco te es ajena.
Unos pocos piensan en muchos. Muchos piensan en unos pocos. Y la mayoría sólo piensan en sí mismos; a esto último se le puede llamar egoísmo, depravación moral o instinto de supervivencia. Pero todos los títulos pueden ser aplicados igualmente a las dos primeras alternativas.
Es fácil llevar una doble vida, eso lo hace cualquiera. Lo complicado es llevar tres o cuatro o cinco o más vidas a la vez. Y llevar una sola, ser siempre igual a uno mismo, se me antoja que debe ser imposible.
Bajo una farola de luz amarillenta se distingue una pequeña estrella roja, una especie de flor de achira suspendida en el aire, flotando a un par de palmos de la cubierta de la bombilla. La farola, del otro lado de la calle, se yergue y se curva frente a mi balcón, delante de la fachada del colegio San Francisco de Asís. Esa pared que antes era uniformemente blanca, después de la restauración de hace unos años, aparece ahora cubierta con grandes paneles de colores crema, amarillo mostaza, ocre y burdeos. Mientras intento descifrar cuál es la naturaleza de la estrella inmóvil en la invisible línea vertical que une la cabeza de la farola con el suelo, la estrella comienza a elevarse lentamente hasta fundirse con la luz más intensa y próxima al foco y luego desaparece. Creo que se trata de una araña que pendía de su hilo, al acecho de los numerosos insectos que suelen acercarse hipnotizados a toda fuente de luz, que buscaba darse un festín y a la que tal vez asusté con mi presencia. Siendo simplemente una araña, y a pesar de lo poco que me gustan los arácnidos, jamás diría de ella que fuese egoísta.
Has pagado por tu destino con todo tu pasado, ese ha sido el precio, pero sólo un anticipo, el primer plazo; el segundo será la vida que te quede por vivir; y el tercero y definitivo, para saldar la deuda, será la muerte.
Se dice que al morir los seres humanos perdemos algunos gramos: los correspondientes al alma (que se escapa del cuerpo) o a ciertas funciones neuronales (que cesan o se apagan); pero no hay acuerdo ni evidencia científica que lo ratifique. Lo que es seguro es que yo, sin necesidad de morirme, peso hoy menos que ayer: simplemente me sacaron una muela.
A veces los monigotes se asustan de los titiriteros. Para comprender esto hay que ir a las fuentes. El argumento de la obra es otro.
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