Fotografía de Salvador Alís. Jardín Tropical. Monte. Madeira. 12-XI-2013. |
La
reflexión es el camino hacia la inmortalidad; la falta de reflexión,
el camino hacia la muerte.
El
insensato que reconoce su insensatez es un sabio. Pero un
insensato que se cree sabio es, en verdad, un insensato.
El
dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional.
Tu
deber es descubrir tu mundo y después entrégate con todo tu
corazón.
La
falsa imaginación te enseña que cosas tales como la luz y la
sombra, lo largo y lo alto, lo blanco y lo negro son diferentes y
tienen que ser discriminadas; pero ellas no son independientes unas de
la otras; ellas son aspectos diferentes de la misma cosa, ellas son
conceptos de relación, no de realidad.
No
es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita.
Cuida
el exterior tanto como el interior; porque todo es uno.
La
vida es el viaje; la muerte, el retorno a la tierra.
Todos
los conceptos tales como causalidad, secuencia, átomos y
elementos primarios, son todos creaciones de la imaginación y
manifestaciones de la mente.
Alégrate
porque todo lugar es aquí y todo momento es ahora.
Todos
los caminos de bondad conducen a la iluminación y al despertar.
La
verdad en sí misma solo puede ser alcanzada dentro de uno
mediante la más profunda meditación y conciencia.
Hay
dos cosas, oh discípulo, que conviene evitar: Una vida de
placeres; eso es bajo y vano. Una vida de mortificaciones; eso es
inútil y vano.
Nuestras
buenas y malas acciones nos siguen casi como una sombra.
La
mente universal es como un gran océano, con su superficie
ondulada y alterada, por las olas pero en su profundidad permanece
inamovible.
El
silencio tiene su lenguaje: sabe hacerse entender.
¡Despertaos!
Nunca seáis negligentes. Seguid la ley de la virtud. El que
practica la virtud vive felizmente en este mundo y en el próximo.
Más
grande que la conquista en batalla de mil veces mil hombres es la
conquista de uno mismo.
Si
hay solamente espacio, sin soles o planetas en él, entonces el
espacio pierde su esencia.
El
odio no disminuye con el odio. El odio disminuye con el amor.
Todo
lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado
en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos.
El
mundo exterior es únicamente una manifestación de la mente en si
misma. la mente lo capta como un mundo exterior simplemente por su
costumbre de seleccionar y de razonar falsamente.
Uno
mismo hace el mal, uno mismo lo sufre; uno mismo se aparta del mal,
uno mismo se purifica. Pureza e impureza son cosas de uno mismo,
nadie puede purificar a otro.
Como
una sólida roca no se mueve con el viento, así el sabio
permanece imperturbado ante la calumnia y el halago.
En
verdad que vivimos felices si no odiamos a aquellos que nos odian,
si entre hombres que nos odian habitamos libres de rencor.
Como
el viajero que al volver de un largo viaje, es recibido por su
familia y amigos, del mismo modo las buenas obras hechas en esta
vida, nos recibirán en la otra, con la alegría de dos amigos que se
vuelven a encontrar.
El
perfume de las flores no va contra el viento. Ni el del sándalo ni
el de la rosa o el jazmín. Sin embargo, el perfume del hombre
virtuoso se extiende por todas partes y en todas direcciones.
La
meta principal es la autorrealización intima del Ser, no debe
descuidarse por las metas secundarias, y el mejor servicio que puede
hacerse a los demás es la liberación de uno mismo.
La
mayoría de los seres humanos son como hojas que caen de los
árboles, que vuelan y revolotean por el aire, vacilan y por último
se precipitan en el suelo. Otros, por el contrario, casi son como
estrellas; siguen su camino fijo, ningún viento los alcanza, pues
llevan en su interior su ley y su meta.
Es
fácil ver las faltas de los demás, pero ¡qué difícil es ver las
nuestras propias! Exhibimos las faltas de los demás como el viento
esparce la paja, mientras ocultamos las nuestras como el jugador
tramposo esconde sus dados.
El
hombre que tiene miedo, busca refugio en los montes, en los bosques
sagrados o en los templos. Sin embargo tales refugios no sirven, pues
allí donde vaya, sus pasiones y sus sufrimientos lo acompañarán.
Al
igual que la leche fresca no se vuelve agria de golpe, tampoco los
frutos de las malas acciones llegan de repente. Su malicia permanece
escondida, como el fuego entre las brasas.
Tu
peor enemigo no te puede dañar tanto como tus propios pensamientos.
Ni tu padre, ni tu madre, ni tu amigo más querido, te pueden ayudar
tanto como tu propia mente disciplinada.
El
que hace acequias controla el agua, el que fabrica flechas las hace
derechas, el carpintero domina la madera y el sabio domina su mente.
Disfruta
vigilando, cuida tu propia mente, sácate a ti mismo del camino de la
miseria, como se hace con el elefante que se ha metido en el barro.
Avanzando
estos tres pasos, llegarás más cerca de los dioses: Primero: Habla
con verdad. Segundo: No te dejes dominar por la cólera. Tercero: Da,
aunque no tengas más que muy poco que dar.
No
trates de cambiar tu deber por el de otro, ni descuides tu trabajo
por hacer el de otro. No importa lo noble que éste pueda ser. Estás
aquí para descubrir tu propio camino y entregarte a él en cuerpo y
alma.
El
verdadero buscador no se identifica ni con el nombre ni con la forma,
no se lamenta por lo que no tiene ni por lo que pudo haber sido.
Todo
existe por convención pero en realidad solo hay átomos y espacio.
¿Para
qué hacer cosas de las que luego tendrás que arrepentirte? No es
necesario vivir con tantas lágrimas. Haz sólo lo que esté bien,
aquello de lo que no tengas que arrepentirte, aquello cuyos dulces
frutos recogerás con alegría.
Apresuraos
en hacer el bien; refrenad vuestra mente hacia el mal, ya que
quienquiera que es lento en hacer el bien, se recrea en el mal.
No
lastimes a los demás con lo que te causa dolor a ti mismo.
Para
vivir una vida desprendida, no debemos considerar nada como de
nuestra propiedad.
Como
la lluvia penetra en una casa con mal tejado, así el deseo
penetra en el corazón mal entrenado.
El
hombre que hace el mal sufre en este mundo y sufre en el otro. Sufre
y se lamenta al ver todo el daño que ha hecho. Sin embargo, el
hombre que hace el bien es feliz en este mundo y también lo es en el
otro. En ambos mundos se regocija, viendo todo el bien que ha hecho.
Del
mismo modo que se custodia un pueblo fronterizo, guárdate a ti
mismo, por dentro y por fuera.
No dejes de vigilar ni un momento,
si no quieres que la oscuridad te venza.
No
ocupéis la mente con necedades y no malgastéis el tiempo en cosas
vanas.
Estamos
en este mundo para convivir en armonía. Quienes lo saben no
luchan entre sí.
La
máxima victoria es la que se gana sobre uno mismo.
Pocos
son entre los hombres los que llegan a la otra orilla; la mayor
parte corre de arriba a abajo en estas playas.
Uno mismo es
el amo de uno mismo.
Duda
de todo.
Encuentra tu propia luz.
La
vigilancia y la lucidez son los senderos de la inmortalidad.
Los
que vigilan no mueren.
La negligencia es el sendero de la muerte.
Lo
que hoy somos descansa en lo que ayer pensamos, y nuestros
actuales pensamientos forjan nuestra vida futura.
Más
que mil palabras inútiles, vale una sola que otorgue paz.
No
busques la amistad de quienes tienen el alma impura; no busques
la compañía de hombres de alma perversa. Asóciate con quienes
tienen el alma hermosa y buena.
Una
mente irreflexiva es un pobre techo. La lluvia de la pasión inundará
la casa. Pero al igual que la lluvia no puede atravesar un techo
fuerte, tampoco las pasiones pueden penetrar en una mente
ordenada.
No
creáis nada por el simple hecho de que muchos lo crean o finjan que
lo creen; creedlo después de someterlo al dictamen de la razón y a
la voz de la conciencia.
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