lunes, 23 de julio de 2018
RECONOCIMIENTO Y DESPEDIDA
RECONOCIMIENTO Y DESPEDIDA
Desde abril de 2013 he publicado 1.286 entradas en DÍAS VOLANDO, textos, imágenes y música. Pero hace ya un par de meses, impelido por las dudas de este empeño, decidí comprar un cuaderno para uso personal. No es que reniegue del hecho de escribir para ser leído, por más que mis lectores fieles sean un puñado y los muchos anónimos y ocasionales sean perfectos desconocidos. Quizá necesitaba una pausa, un refugio, la promesa de estar a solas y atender a mi propia voz. En este tiempo, no se cuántos curiosos lectores me han visitado, escuchado y leído en 54.885 ocasiones.
En la quinta página del nuevo cuaderno aparece su título: VIDA, mi nombre y la fecha 19 de julio de 2018. Elegir una opción para ese título me ha llevado sesenta días, aunque finalmente -entre el diario, los apuntes y la autobiografía- he pensado que lo más conveniente sería no poner límites y agotar y mezclar todas las posibilidades.
De aquí en adelante, por lo tanto, escribiré mis textos a mano en el cuaderno recién estrenado, hasta su final. Y en DÍAS VOLANDO aparecerán o seguirán apareciendo canciones, algunas fotografías y tal vez, sin garantías, algunos fragmentos.
Agradezco la fidelidad y la curiosidad. Y espero que se comprenda que esta distancia se requiere para otros objetivos. Respecto a las imágenes pasadas y futuras (pues en este caso el presente no existe) desearía que cada cual las viese con una mirada limpia de prejuicios. ¿Y qué decir de las canciones? No siempre me han importado sus letras. En la mayor parte de las ocasiones, la responsabilidad de su inclusión ha recaído en la simple emoción de escucharlas.
Reconozco que DÍAS VOLANDO puede ser en sí mismo un diario, una autobiografía. Y reconozco que me ha gustado tener lectores fieles y otros esporádicos. Sin embargo, es hora ya de prescindir de aquellas condiciones. Es el momento de sentarse sobre el suelo y fijar la vista en una pared blanca.
Del tema que antecede a esta entrada no me interesa su mensaje cantado -a lo sumo, un par de frases: "Un jardinero de amor planta una flor y se va. Otro viene y la cultiva. ¿De cuál de los dos será?"- .
Lo que no puedo ocultar ni negar, como personaje y autor obsesivo, es la encarnada flor del hibiscus que la cantante acoge entre sus manos, mientras canta.
Sujetar una flor significa tanto que todo lo demás se desvanece en el paisaje. A través de esta ventana, de estos cristales rotos: la vibración adentro, las voces fuera.
Salvador Alís.
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