martes, 3 de mayo de 2016

TRABAJOS DE AMOR PERDIDOS

TRABAJOS DE AMOR PERDIDOS

"Vosotros por ese camino, yo por éste."
Así acaba Sobre la voluntad en la naturaleza,
obra publicada por Arthur Schopenhauer en 1836,
cuando contaba cuarenta y ocho años de edad,
como ampliación y confirmación
de sus ideas filosóficas fundamentales
ya expuestas en El mundo como voluntad y representación.
El traductor de la obra de Schopenhauer,
y del verso de Shakespeare contenido en ella, a su final
-You, that way; we, this way.-,
fue Miguel de Unamuno, el mismo que contrario
a las traducciones al uso de la comedia de 1595
halló un diferente y acertado título para ella:
El perdido trabajo del amor.

Las damas y los caballeros, la princesa y el rey,
"los señores del crisol y la retorta", 
el mensajero, el paje, el mentiroso, el loco, la muerte..., 
y "hasta sesenta especies de monos", incluidos Berowne y Kant,
todos mezclados en este baile de máscaras
donde abundan las paronomasias, los equívocos,
los incumplimientos.

En la página 115 de la edición de Alianza de 1970,
dice Schopenhauer:
"En las Noticias, de Froriep, año de 1833, número 832,
hay un corto artículo acerca de la locomotividad de las plantas. 
Plantas colocadas en una tierra mala cercana a otra buena
envían a éstas una rama,
tras de lo cual se seca la planta originaria,
prendiendo la rama que se extiende y se hace planta completa."
No es el caso de este árbol de mil pasos, mil raíces,
puesto que las raíces pueden elegir
donde alimentarse sin que el árbol tenga que morir.

"Vosotros por ese camino, yo por éste."
Así acaba Uber die Wille in der Natur, al fin.

Salvador Alís.









 

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