En los 10 años, 5 meses y 3 días que he trabajado en el aeropuerto, esperando aviones que tenían que llegar, y por matar el tiempo y encontrándome solo, he hecho miles de "dibujitos" en cartones grises de formato 14,5 x 21 cm. Nada del otro mundo. Tiempo invertido en cada uno: desde un minuto hasta diez como máximo.
El 99 % de esos "dibujitos" los abandoné a su suerte y se perdieron, fueron modificados, maltratados o alguien se apropió de ellos. Desde hace muy poco tiempo, y no sé por qué razón, en ocasiones los traigo a casa y los meto en una carpeta de cuero ambiciosamente llamada "posteridad".
Abundaron los autorretratos, las máscaras, la calaveras, las caricaturas, los monstruos...
Si los hubiera conservado todos -unos 2000 aproximadamente-, hoy podría componer un patchwork de mí mismo de unos 7,25 metros de anchura por 8,40 metros de altura. Una obra inmensa hecha de retales o fragmentos. Lamento no haberlos guardado, pero no lamento su destino.
Algunos piensan que estoy loco, y, sin embargo, cuando les pido que definan "locura", o bien no saben qué decir, o bien dicen: "lo que tú haces".
Los "dibujitos" que siguen, apresurados y quizá mal ejecutados, no del todo representativos, son una pequeña muestra de esa locura por definir.
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