CHEZ NOUS
Primero el cuerpo, luego la casa; cuando también la mente sea atacada,
¿qué te quedará por defender?
Si el sueño es profundo, si el soñador parece ingrávido, reclamará entonces
la necesidad una materia más sólida sobre la que soñar.
La grieta, la fisura, la hendidura, la herida, el tajo, lo que se rompe,
se quiebra, se abre, estalla, revienta, cruje y hace callar o impone silencio;
lo que se revela y aparece como sol inverso en la mañana.
Emprenderás tu viaje portando una maleta negra y vacía;
los cantos externos e internos de tus ojos desgarrados, grapados,
unidos forzosamente para evitar mayores pérdidas.
En pos del coloso que ya no existe, tras el refugio en el cráter de la bomba,
tras el anhelo de un castillo inconquistable. Ya ni siquiera confiar
en el armario bajo llave, en la chaqueta de hojalata,
en la corbata que no ceñirá tu cuello, en el cinturón de la horca;
ya ni siquiera confiar, creer, soñar, decir, viajar, esperar ni ver.
Tus ojos azules se han bebido el mar entre las islas con infinita sed.
Primero el cuerpo, luego la casa; cuando también la mente sea atacada,
¿qué te quedara por defender?
Salvador Alís.
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