domingo, 14 de junio de 2015

ASÍ ES LA VIDA (Y) NUNCA ES TARDE

ASÍ ES LA VIDA (Y) NUNCA ES TARDE

     Después de 20 años sin verte, tu rostro aparece sin marca alguna en la pantalla.
No te reconozco y te reconozco. No te quise pero te quise tanto.
Inolvidables fueron los viajes y las estancias, el cordón de cuero con que te até
y la mano abierta como una golondrina.

     Con sus pequeñas garras, anteayer, se sujetaba a la palma de mi mano,
rechazaba el pan y el agua, y giraba como peonza emplumada bajo mi dedo corazón.

     Después de 25 años sin verte, tu rostro donde la sequía aparece en la pantalla.
Recuerdo una larga tarde a oscuras, fotografías en blanco y negro.
Tú no quisiste. Y yo no quise el cuchillo curvado y frío acariciando mi cuello
con los colores de la locura.

     Para elegir su muerte tuve que hacer valer el valor que no tengo: la noche helada
o las fauces del gato. La pequeña golondrina es ella y es la otra y también aquella.

     Después de 25 ó 30 años, tu silencio es más amor que el propio amor perdido.
Así es la vida de caprichosa. Sabrás que hablo de ti, golondrina caída de tu nido
sobre el negro asfalto de la tarde nublada de junio. Me quisiste tal vez,
y tal vez me quieras aún porque nunca es tarde.

     Tu rostro ausente en la higuera junto al camino, como un río de arena
donde el sol se desliza, lentamente, hasta el puerto donde un barco quiere partir.

     Despues de 30 años, isla por isla y el mismo mar, rostros y calaveras
en la pantalla. Agua caliente y el aire irrespirable por la calima. Nunca es tarde
para decir lo que se ve y se teme y se espera y se defiende. El compromiso
de tu rostro, los ojos cerrados y largas mechas rubias ocultando tus orejas.

     Naturalmente la noche cae sobre la golondrina que no sabe volar.
La vida breve de los pájaros, y su gozo que estalla en aleteos sin sentido.

     Nunca es tarde para ser sincero, sí, pero ¿cuál es la verdad? 35 años han pasado
como un sueño interrumpido que cierra y abre los párpados. Ninguna sábana,
en el calor del verano, envuelve un cuerpo desnudo y lo reseca. Rostros
dibujan rostros que no se reconocen a sí mismos ante la luz que una pluma altera.

     Almas no son alas. Recuerdos no son hechos. Así es la vida y Nunca es tarde.
Una cría de golondrina muere y todos los rostros del amor se desvanecen.

Salvador Alís.   

     

     



    

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