Hoy, tal vez ayer, después de 15 días sin fumar, al volver a casa una vez finalizada mi jornada laboral, la grata sorpresa de escuchar este tema, "Kutlama", en los últimos momentos de una intrascendente película italiana, dirigida por un turco, que emitían por televisión en su versión francesa.
El saludo (al parecer eso significa) de Sezen Aksu y Arto Tunçboyaciyan, lo he recibido como señal de buena suerte y anticipo de la primavera.
Nada o casi nada tengo en común con el argumento de la película. Pero la voz de Sezen me dice que el invierno ya se acaba.
Extremadamente feliz, sospechosamente feliz, sin esfuerzo, sin voluntad, sin miedo, sin falta y sin gasto.
He roto la cadena, he tumbado la primera ficha de la fila infinita del adictivo dominó.
Nada volverá a ser como antes.
Lolita sobre mi regazo. Me quito los auriculares y los coloco, más o menos abiertos, en proximidad a sus orejas de terciopelo blanco. No salta de mis piernas asustada. Gira lentamente su cabeza y escucha.
Si a Lolita le gusta Sezen, ¿cómo no me va a gustar a mí?
También contribuye a mi felicidad el haber acabado con ciertas contradicciones. Amo profundamente a mis gatas y me tortura el daño que he podido causar, inhalando y exhalando humo cada noche y cada día, en sus pequeños pulmones.
Pocas horas después de la radiografía, suprimí la imagen de mis pulmones. Es lícito y sucede a veces, cambiar de opinión. Eso no pudo evitar que alguien contemplase estupefacto mis alas en blanco y negro y, consecuentemente, emitiera una opinión: locura absoluta.
15 días sin fumar. No hay síndrome de abstinencia, no hay ansiedad, no hay estrés, no hay malhumor, no hay renuncia, ni carencia ni sustitución.
Volverse loco es inevitable. Que uno ya esté loco es cuestionable.
Locura es todo lo que no se entiende. Jamás aprendí turco. Pero me encanta escuchar, una y otra vez, "Kutlama".
Hoy ha ocurrido algo en Túnez.
Mis pulmones emprenden el último vuelo.
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