SUCEDE UN DÍA
Apenas he podido dormir esta noche;
me acosté como un héroe
cansado y feliz,
pero el valor, entre mi cuerpo y las sábanas,
no fue posible apaciguarlo.
He despertado cobarde y derrotado,
sensible a la luz,
y mi mano tiembla en las caricias.
Sucede un día por otro:
que la tristeza suplante a mi alegría
y que no sea la potencia proyectada.
Vivir o morir por esta idea,
todos los miedos pintados,
todo el dolor escrito,
toda la química y toda la meditación en vano.
Como en una gastada canción:
veleta al capricho del viento.
Si aprendo de los tigres, crece mi desconfianza;
toda experiencia es inútil, inaccesible
la última puerta cerrada.
Esta tarde he dormido en el aire,
nubes sobre mi frente y la media luna
próxima y lejana.
Me tumbé como hombre y he despertado
como hombre.
Sé que moriré por mis sueños, porque imagino en ellos
al asesino que me busca sin descanso.
Y si todavía soy y permanezco alerta,
se debe a mi terquedad de héroe vencido,
a la debilidad que se niega a sí misma:
veleta al capricho del viento.
Salvador Alís.
No hay comentarios:
Publicar un comentario