Pero ante mí el camino se acorta y se detiene, y a mi espalda
es tan largo y tan hermoso y sin final.
No debo mirar atrás. Mi cabeza vuelta del revés.
Como un ave migratoria: es tan ancho y tan largo, bajo las alas,
y tan profundo el mar.
No puedo detenerme y, sin embargo,
el lugar del que partí me espera y me reclama.
Salvador Alís.
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