HE SOÑADO
He soñado con océanos inestables, aterradoras superficies de agua
como inmensas planchas de aluminio y de cobre, de vidrio líquido y sombrío.
He soñado sin dormir y a mi pesar,
sobre sábanas arrugadas y calientes, con viajes a lugares tan remotos y sin vuelta atrás.
He soñado que era preciso hacer cuanto antes copias de las llaves de la casa,
y buscar a un depositario de confianza,
por si el avión se cae y las gatas quedan encerradas.
He soñado con la duda impensable e insoluble del fuego donde arderán
mis palabras y mis imágenes.
He soñado que los pies desnudos no sirven para caminar bajo el volcán,
que la suerte es esa mala flor que se pisa sin querer,
que la montaña, que el mar, que el cielo, que la estrella son fotogramas
de una secuencia ya vista y de su banda sonora.
He soñado que los colores del sueño se ahogaban sin una queja, resignados,
y que una luz blanca e imbatible se adueñaba del universo.
Por suerte para mí, Nube me lame las manos mientras me sueña.
Salvador Alís.
domingo, 28 de junio de 2015
LE TEMPS QUI RESTE
Serge Reggiani, Le temps qui reste
Paroles: Jean-Loup Dabadie
Musique: Alain Goraguer
Combien de temps...
Combien de temps encore
Des années, des jours, des heures combien?
Quand j'y pense mon coeur bat si fort...
Mon pays c'est la vie.
Combien de temps...
Combien
Je l'aime tant, le temps qui reste...
Je veux rire, courir, parler, pleurer,
Et voir, et croire
Et boire, danser,
Crier, manger, nager, bondir, désobéir
J'ai pas fini, j'ai pas fini
Voler, chanter, partir, repartir
Souffrir, aimer
Je l'aime tant le temps qui reste
Je ne sais plus où je suis né, ni quand
Je sais qu'il n'y a pas longtemps...
Et que mon pays c'est la vie
Je sais aussi que mon père disait:
Le temps c'est comme ton pain...
Gardes en pour demain...
J'ai encore du pain,
J'ai encore du temps, mais combien?
Je veux jouer encore...
Je veux rire des montagnes de rires,
Je veux pleurer des torrents de larmes,
Je veux boire des bateaux entiers de vin
De Bordeaux et d'Italie
Et danser, crier, voler, nager dans tous les océans
J'ai pas fini, j'ai pas fini
Je veux chanter
Je veux parler jusqu'à la fin de ma voix...
Je l'aime tant le temps qui reste...
Combien de temps...
Combien de temps encore?
Des années, des jours, des heures, combien?
Je veux des histoires, des voyages...
J'ai tant de gens à voir, tant d'images..
Des enfants, des femmes, des grands hommes,
Des petits hommes, des marrants, des tristes,
Des très intelligents et des cons,
C'est drôle, les cons, ça repose,
C'est comme le feuillage au milieu des roses...
Combien de temps...
Combien de temps encore?
Des années, des jours, des heures, combien?
Je m'en fous mon amour...
Quand l'orchestre s'arrêtera, je danserai encore...
Quand les avions ne voleront plus, je volerai tout seul...
Quand le temps s'arrêtera..
Je t'aimerai encore
Je ne sais pas où, je ne sais pas comment...
Mais je t'aimerai encore...
D'accord?
Paroles: Jean-Loup Dabadie
Musique: Alain Goraguer
Combien de temps...
Combien de temps encore
Des années, des jours, des heures combien?
Quand j'y pense mon coeur bat si fort...
Mon pays c'est la vie.
Combien de temps...
Combien
Je l'aime tant, le temps qui reste...
Je veux rire, courir, parler, pleurer,
Et voir, et croire
Et boire, danser,
Crier, manger, nager, bondir, désobéir
J'ai pas fini, j'ai pas fini
Voler, chanter, partir, repartir
Souffrir, aimer
Je l'aime tant le temps qui reste
Je ne sais plus où je suis né, ni quand
Je sais qu'il n'y a pas longtemps...
Et que mon pays c'est la vie
Je sais aussi que mon père disait:
Le temps c'est comme ton pain...
Gardes en pour demain...
J'ai encore du pain,
J'ai encore du temps, mais combien?
Je veux jouer encore...
Je veux rire des montagnes de rires,
Je veux pleurer des torrents de larmes,
Je veux boire des bateaux entiers de vin
De Bordeaux et d'Italie
Et danser, crier, voler, nager dans tous les océans
J'ai pas fini, j'ai pas fini
Je veux chanter
Je veux parler jusqu'à la fin de ma voix...
Je l'aime tant le temps qui reste...
Combien de temps...
Combien de temps encore?
Des années, des jours, des heures, combien?
Je veux des histoires, des voyages...
J'ai tant de gens à voir, tant d'images..
Des enfants, des femmes, des grands hommes,
Des petits hommes, des marrants, des tristes,
Des très intelligents et des cons,
C'est drôle, les cons, ça repose,
C'est comme le feuillage au milieu des roses...
Combien de temps...
Combien de temps encore?
Des années, des jours, des heures, combien?
Je m'en fous mon amour...
Quand l'orchestre s'arrêtera, je danserai encore...
Quand les avions ne voleront plus, je volerai tout seul...
Quand le temps s'arrêtera..
Je t'aimerai encore
Je ne sais pas où, je ne sais pas comment...
Mais je t'aimerai encore...
D'accord?
viernes, 26 de junio de 2015
MICHEL GUY
MICHEL GUY
Hoy se ha desvanecido como árbol sin raíces un árbol viejo bajo el sol de la tarde.
Los pájaros ancianos que anidaban en sus ramas han volado en todas las direcciones.
Faltaron gotas de lluvia resbalando por las mejillas de su estatua,
gotas de lluvia que llovieron aquí, tan lejos, tan a contratiempo.
Hoy ha muerto un hombre que ayer cerró su maleta y guardó doblado su billete;
un hombre de palabras incomprensibles y gestos claros como el cristal.
Su corazón mecánico, sus manos grandes, y su voz que suena como el mar plateado
y tan cansado ya de ir y venir hasta la misma playa donde la luz se acuesta.
Hoy espera la llama; el tiempo que falta es cero. Hoy termina el largo viaje emprendido
en el año veintinueve del siglo pasado. Hoy la muerte entre junio y julio decide
detener este reloj de cuerda. Hoy la innombrable nos recuerda que tarde o temprano
todos beberemos el exquisito vino blanco de la cosecha de nuestro nacimiento.
La esposa se frota los labios con el pulgar, la vista fija en la pared en blanco.
La cuñada se estremece al pensar que lo que hoy se va, la vida,
no contempla excepciones. Los hijos, indescifrables. Los nietos, sentimentales.
Y yo -embriagado en mi noche-, intentando comprender esta canción.
Salvador Alís.
Hoy se ha desvanecido como árbol sin raíces un árbol viejo bajo el sol de la tarde.
Los pájaros ancianos que anidaban en sus ramas han volado en todas las direcciones.
Faltaron gotas de lluvia resbalando por las mejillas de su estatua,
gotas de lluvia que llovieron aquí, tan lejos, tan a contratiempo.
Hoy ha muerto un hombre que ayer cerró su maleta y guardó doblado su billete;
un hombre de palabras incomprensibles y gestos claros como el cristal.
Su corazón mecánico, sus manos grandes, y su voz que suena como el mar plateado
y tan cansado ya de ir y venir hasta la misma playa donde la luz se acuesta.
Hoy espera la llama; el tiempo que falta es cero. Hoy termina el largo viaje emprendido
en el año veintinueve del siglo pasado. Hoy la muerte entre junio y julio decide
detener este reloj de cuerda. Hoy la innombrable nos recuerda que tarde o temprano
todos beberemos el exquisito vino blanco de la cosecha de nuestro nacimiento.
La esposa se frota los labios con el pulgar, la vista fija en la pared en blanco.
La cuñada se estremece al pensar que lo que hoy se va, la vida,
no contempla excepciones. Los hijos, indescifrables. Los nietos, sentimentales.
Y yo -embriagado en mi noche-, intentando comprender esta canción.
Salvador Alís.
miércoles, 24 de junio de 2015
A VUELA PLUMA / 2
El marroquí de 1,90 metros llega tarde para la entrega, pero sube hata el 4º sin ascensor 90 botellas de 2 litros y 20 garrafas de 6 litros, entre otras cosas. La propina es merecida; la admiración no se cuestiona.
Se lanza uno a la calle como a una batalla perdida (de antemano), pero no sucede así. Todo lo que se vive se gana.
En la primera parada, me llenan la copa con un Ribera del Duero (Ars Romántica) por 3,50 euros, a temperatura ambiente, es decir: 29º centígrados. Vino malogrado, sin duda, bebido con el disimulo requerido, aunque al final pudo expresarse. Y en la carta, curiosamente, un Losling de Clemens Strobl a 51 euros la botella.
En la segunda parada, una copa de albariño Trico a 6,60 euros. Se paga ese precio pero vale la pena; su color y su frescura y su aroma y sabor lo justifican.
En la tercera parada, encuentro y compro una botella de Breca 2011. Pido que me abran otra botella de La Escucha y paso una larga hora fascinado ante las preparaciones de una mujer que emplata en platos japoneses tomates y quesos, aceitunas y alcaparras, membrillos y mermeladas y brotes verdes; mientras sus manos vuelan y el búho se separa de la etiqueta y su delgadez extrema.
Y cuando subo la cuesta donde algunos exhiben su vuelta de tuerca, cuando me dejo llevar y desciendo a las profundidades de la ruina, lo que salta a mis ojos es un grueso volumen encuadernado en tela verde y letras doradas: Juicio Universal de Giovanni Papini, primera edición en Planeta, 1959. El vendedor, antes de pedir su precio, sube hata El Anticuario y baja con dos copas de un frío y dulce moscatel, y puesto que no tiene cambio para mí, decide fiarse y me permite elegir libros y gatos y jarras de té. Ateo como yo, pregunta por qué Papini. Bastaría Gog y bastaría El libro negro, pero no estaría de más citar alguno de sus requerimientos, éste por ejemplo:
"Confesaste en vida tus suciedades y latrocinios, todas tus vergüenzas, pero no las confiaste a los oídos de los hombres sino, secretamente, al papel, con una escritura que considerabas indescifrable.
Pero ahora es el momento de confesar a Dios y a los hombres la inmundicia de tu vida con palabras claras y disculparla, si puedes."
El gato de cerámica, un siamés de 30 centímetros de altura, no se ajusta a los parámetros de mi colección, pero el que ordena la subasta confiesa su amor por los robots y lo muestra en sus tatuajes.
La jarra de Susan Williams Ellis, 5 euros a pagar más tarde, vale su peso en oro, gold flame.
Una vez en casa, y abierta y auto servida la botella de Reina de Castilla, inicio conversaciones con Sombrita, con Nube y con Lolita. Quiero saber cuánto quieren vivir y por qué.
LOLITA: ¿vivir?
NUBE: estufa de gas en el invierno y ventilador en el verano
SOMBRITA: hombres malos me querían ahogar en la piscina
LOLITA: el corazón de Lolita
NUBE: la fragilidad
SOMBRITA: el vértigo
Quiero vivir con ellas. Llego a casa con libros que pesan kilo y medio cada uno. Mi amor no duerme aquí. He soñado que ella tenía 20 años, desnuda en un estrecho cuarto de baño. Tus pechos perfectos, tu piel entre Reina de Castilla y Trico. Tres kilos de libros, de páginas, de letras engrandecidas por la lupa. Y mis gatas a la carrera persiguiendo un sueño imposible e inevitable.
El epicentro del terremoto bajo el tablero de ajedrez. Mi rey condenado a su guillotina; mi reina condenada.
Cualquier día (los vinos y las uvas bajo un sol amarillo limón) saltará de repente el hacha inmisericorde.
Se lanza uno a la calle como a una batalla perdida (de antemano), pero no sucede así. Todo lo que se vive se gana.
En la primera parada, me llenan la copa con un Ribera del Duero (Ars Romántica) por 3,50 euros, a temperatura ambiente, es decir: 29º centígrados. Vino malogrado, sin duda, bebido con el disimulo requerido, aunque al final pudo expresarse. Y en la carta, curiosamente, un Losling de Clemens Strobl a 51 euros la botella.
En la segunda parada, una copa de albariño Trico a 6,60 euros. Se paga ese precio pero vale la pena; su color y su frescura y su aroma y sabor lo justifican.
En la tercera parada, encuentro y compro una botella de Breca 2011. Pido que me abran otra botella de La Escucha y paso una larga hora fascinado ante las preparaciones de una mujer que emplata en platos japoneses tomates y quesos, aceitunas y alcaparras, membrillos y mermeladas y brotes verdes; mientras sus manos vuelan y el búho se separa de la etiqueta y su delgadez extrema.
Y cuando subo la cuesta donde algunos exhiben su vuelta de tuerca, cuando me dejo llevar y desciendo a las profundidades de la ruina, lo que salta a mis ojos es un grueso volumen encuadernado en tela verde y letras doradas: Juicio Universal de Giovanni Papini, primera edición en Planeta, 1959. El vendedor, antes de pedir su precio, sube hata El Anticuario y baja con dos copas de un frío y dulce moscatel, y puesto que no tiene cambio para mí, decide fiarse y me permite elegir libros y gatos y jarras de té. Ateo como yo, pregunta por qué Papini. Bastaría Gog y bastaría El libro negro, pero no estaría de más citar alguno de sus requerimientos, éste por ejemplo:
"Confesaste en vida tus suciedades y latrocinios, todas tus vergüenzas, pero no las confiaste a los oídos de los hombres sino, secretamente, al papel, con una escritura que considerabas indescifrable.
Pero ahora es el momento de confesar a Dios y a los hombres la inmundicia de tu vida con palabras claras y disculparla, si puedes."
El gato de cerámica, un siamés de 30 centímetros de altura, no se ajusta a los parámetros de mi colección, pero el que ordena la subasta confiesa su amor por los robots y lo muestra en sus tatuajes.
La jarra de Susan Williams Ellis, 5 euros a pagar más tarde, vale su peso en oro, gold flame.
Una vez en casa, y abierta y auto servida la botella de Reina de Castilla, inicio conversaciones con Sombrita, con Nube y con Lolita. Quiero saber cuánto quieren vivir y por qué.
LOLITA: ¿vivir?
NUBE: estufa de gas en el invierno y ventilador en el verano
SOMBRITA: hombres malos me querían ahogar en la piscina
LOLITA: el corazón de Lolita
NUBE: la fragilidad
SOMBRITA: el vértigo
Quiero vivir con ellas. Llego a casa con libros que pesan kilo y medio cada uno. Mi amor no duerme aquí. He soñado que ella tenía 20 años, desnuda en un estrecho cuarto de baño. Tus pechos perfectos, tu piel entre Reina de Castilla y Trico. Tres kilos de libros, de páginas, de letras engrandecidas por la lupa. Y mis gatas a la carrera persiguiendo un sueño imposible e inevitable.
El epicentro del terremoto bajo el tablero de ajedrez. Mi rey condenado a su guillotina; mi reina condenada.
Cualquier día (los vinos y las uvas bajo un sol amarillo limón) saltará de repente el hacha inmisericorde.
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