sábado, 27 de abril de 2019

BANDERA VERDE / ÚLTIMO DEBATE A CUATRO

BANDERA VERDE / ÚLTIMO DEBATE A CUATRO


"¿Debo, en verdad, confesarte lo que sabes igual que yo?" 

Gionanni Papini. 


Esta vez la noche es más cálida, como si ella misma intuyera que progresamos hacia el verano. Los convocados son: el traidor, el viajero, el mensajero y el doble. Los cuatro son conscientes de que tienen una última oportunidad de convencer. 

-El traidor: En un pequeño estuche metálico guardo varias banderas de tela y de plástico. Según la ocasión, extraigo la que más convenga y la pego en la correa del reloj -ya que son auto adhesivas-, junto a la matrícula de mi automóvil, sobre la funda del móvil, o pido que me la cosan en el polo de Hugo Boss a la altura del corazón. 

-El viajero: He visto muchos países donde las banderas, al oponerse y colisionar unas con otras, producían masacres guerreras y de exterminio. 

-El mensajero: Algunos Estados, cuando se unen, ponen estrellas en sus banderas. Un Estado: una estrella. Y sobre todos nosotros, la bandera infinita, el cosmos. 

-El doble: Mencionáis banderas grandes y grandiosas, pero yo soy la humilde bandera de aquel al que represento. Él puede identificarse conmigo, yo no puedo identificarme con él; solamente soy su representación.

-El viajero: El destino de las banderas es arder, empaparse de sangre, ondear sin viento y, en el mejor de los casos, acabar deshilachadas.

-El traidor: Para ser lo que soy, yo también he viajado. He visto toda la extensión de la selva amazónica como una inmensa bandera verde donde hacer negocios. Los árboles no son estrellas, se pueden cortar y alejar de su bandera. Cada árbol puede venderse y producir beneficio.

-El mensajero: Mi trabajo consiste básicamente en hacer recados. Cuando me llaman los dioses y me piden que lleve una bandera a determinados grupos humanos, la llevo sin hacer preguntas. Cuando un caudillo desea transmitir una orden de suma importancia (como bandera), lo hago con prontitud y eficacia. Y cuando la bandera es teológica, me siento al transmitirla como un ángel sin brazos. La teología es propiamente una bandera, el poder es una bandera, las creencias independientes de la razón son banderas. Incluso la razón misma es una bandera.

-El doble: A un creyente y a un crédulo se les puede hipnotizar con un péndulo, con un sugerente tono de voz, con la mirada apropiada; a las multitudes se las hipnotiza con una bandera. Agitar colores ante los ojos duerme a cualquiera; el péndulo brilla y se mueve de izquierda a derecha y de derecha a izquierda.

-El viajero: En las termas de Roma, senadores y generales cubrían sus cuerpos con telas blancas. En algunos baños turcos, la bandera es la piel. En la Mezquita Azul, la bandera se compone de azulejos. En cualquier playa del mediterráneo abundan las banderas, tanto dentro como fuera del agua. Los castillos y palacios de Sintra son banderas.

-El traidor: Las palabras, su enunciado y precisión, son banderas lingüísticas; en ese arte soy maestro. Si la bandera que digo es llamativa, eclipsará a otras que no lo son tanto. Cuantas menos palabras, más potente la bandera.

-El doble: A veces contradigo a mi representado; hablo en su nombre y no digo lo que dice; sin embargo, ha puesto en mí tal confianza que no se atreve a contradecirme.

El mensajero: Los hiladores saben que las así llamadas "Redes Sociales" son banderas menores, que la mayor bandera es "Internet", y que nuestras almas -que nunca fueron banderas- pertenecen ahora a esas banderas del desconcierto y la confusión.

Para terminar, quisiera recomendarles a quienes esta noche, noche que precede al día, sucumban al embrujo de las banderas, la lectura del Juicio Universal de Giovanni Papipi; por ejemplo, la primera edición de Planeta en 1959, traducido por Isidoro Martín. Su encuadernación en tela verde con letras doradas y sus 720 páginas procuran peso y consistencia en las manos. 

Salvador Alís.   



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