jueves, 25 de abril de 2019

BANDERA ROJA / UN DEBATE A CUATRO

BANDERA ROJA / UN DEBATE A CUATRO


"Finalmente comprendí que me las tenía que ver con un frenético perseguido por ideas obsesionantes." 

Gionanni Papini. 


En una noche templada se juntan para conversar el lector, el ciego, el pintor y el soñador; este último, que ha tenido un sueño, quiere seguir tratando el tema de las banderas. 

-El soñador: En mi sueño vi una bandera de colores suaves modelada por el viento hasta adoptar la forma de una mujer. Esa mujer, como bandera, era todas las mujeres. 

-El pintor: Recordad que muchos pintores han pintado banderas, que algunos hasta las han inventado y que otros han hecho de sus cuadros banderas. 

-El ciego: Puesto que yo no puedo ver, es imposible que vea banderas pintadas. Me cuesta menos imaginar las soñadas, como es lógico, porque sueño más y mejor que los que ven. Dada la agudeza de mis otros sentidos, puedo "ver" una bandera en un toque de trompeta, en una advertencia en voz alta, en el penetrante olor del miedo a caer, en el sabor amargo de la savia que a un árbol lo hace crecer y ramificarse, en el enroscamiento de una serpiente que asfixia el sentido del tacto. Yo, que soy ciego, les confesaré que "veo" toda bandera como un peligro. 

-El lector: ¿Se imaginan los libros como banderas, sus autores, sus editoriales? ¿Se imaginan a Kafka como bandera? ¿Al Principito? ¿A Losada? Algunos libros únicos pretenden ser banderas; son leídos o al menos comprados por millones, tanto los clásicos (el Tao Te King, el Corán, la Biblia, Hamlet, Don Quijote, la Odisea, la Divina Comedia...) como los más recientes (Ulises, El Proceso, Los heraldos negros...), a los cuales se sumarían ciertos Bets Sellers. Y todos arrastrando en pos de sus colores a multitudes distintas y particulares. 

-El soñador: Después de que el viento hubiera modelado a la bandera como mujer -esta imagen no la puedo olvidar-, la cubrió con un vestido rojo confeccionado con miles de hojas de un árbol de primavera. 

-El lector: Conocemos las banderas de reyes y emperadores, de aventureros, conquistadores, revolucionarios...; pero la bandera de un libertino, de un filósofo, de una creadora, ¿las conocemos? 

-El ciego: Reconozco una bandera por su aleteo, tal que un pájaro que, al batir las alas, moviera el aire en corrientes sutiles que llegan hasta mi cara, que me hiciera abrir los ojos y agitara mis ropajes de ciego. 

-El pintor: El Bosco pintó muchas banderas de su invención, entre ellas las del infierno en la Tierra. Otros pintan banderas de su actualidad. 

-El lector: Las banderas locales y las de raza se parecen mucho. En magníficos estadios se ondearon banderas ocultas tras las banderas, calaveras tras los cuerpos olímpicos, una geometría avasalladora. 

-El soñador: Un oficial bajo su esvástica es modelado por el viento hasta convertirse en un muñequito griego, italiano o español. La bandera de nuestras pesadillas reclama honores y atención. 

En esta noche cálida que sin embargo se enfría, a los que dudan entre ser banderas y ser hipnotizados por una bandera, les recomendaré El libro negro de Giovanni Papini, Editorial Mundo Moderno, sin fecha de edición pero leído en 1971. Traducción de Carlos Juan Vega. 

Salvador Alís.




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