martes, 4 de agosto de 2015

LA MUERTE DEL LEÓN

     LA MUERTE DEL LEÓN

     Los años son cada vez más cortos; el sol está cansado;
la Tierra, alterada; la selva, avergonzada.
     Y cada año muere el penúltimo león, la penúltima posibilidad
de que el león sobreviva al desalmado asesino, al anónimo, implacable,
colectivo y gratuito cazador con rostro humano y ojos desleales.
     Pudiendo ser garantes de la vida, somos el depredador absoluto:
Saturno enloquecido devorando a sus hijos,
Crono devorándose a sí mismo, malos actores en una tragedia
cuyo decorado arde desde el primer acto.
     Cuando el último león haya muerto;
cuando el sol, cuando la Tierra, cuando la selva miren hacia otro lado;
cuando no quede león que matar ni fruto que morder
ni semilla que sembrar; cuando los enjambres de drones prefieran
no ocuparse de la miel y afilar sus aguijones; 
entonces y solo entonces,
el que ahora caza tendrá conciencia de ser
el penúltimo cazador; y verá su arma como arma sin sentido,
y sentirá el claro temblor que antecede a la desaparición.
     Lo que Esopo nos dijo, hace ya más de dos mil quinientos años,
de nada ha servido. Negados Androcles y el león de Androcles,
¿qué nos queda por hacer?
     El último cazador no será humano.  

Salvador Alís.

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