domingo, 22 de junio de 2014

EL BARRANCO

Hoy he batido algunas marcas: 60 cigarrillos y 6 botellas de vino.
Hoy me he superado a mí mismo.
Otra vuelta de tuerca en la noche de mi vida.
Día completo disponiendo sobre la mesa pornografias y cuchillos.
El ventilador en una esquina removiendo el aire.
Confesiones y falsas apariencias.
No moriré mañana.
En julio atravesaré el barranco, desde San Luis hasta el Puente Natural.
Echo de menos las grandes piedras y los guijarros.
Infancia perdida y recuperada.
Ningún fantasma en mi camino. Valles y montañas y manatiales.
Soy el que fui, eso no admite discusión.
Hoy he batido algunas marcas: la botella vacía y el convencimiento
de ser, otra vez, yo mismo.
En julio atravesaré el barranco.
Y subiré hasta el castillo, cámara de fotos en mano,
para captutar los instantes de la desolación.
Ese pueblo y ese valle y esos contraluces.
Siendo un infante, en brazos del hermano y del amor del hermano,
en la carretera y en el agua del verano.
Siendo un infante y cortando las venas de mi muñeca una grapa de hierro.
En el sótano entre papeles y en la calle portando un cigarrillo.
Al final de la carretera: la diosa de la pornografía exhibe sus agujeros.
La Orbea negra sube y baja las montañas como si tal cosa,
y mi corazón late acelerado igual ayer que mañana.
No moriré todavía.
Atravesaré de punta a punta el barranco, en julio, en absoluta soledad
y portando en la mano derecha mi cuchillo.
Buscaré la cueva de los huesos y el té de roca y el tomillo.
Buscaré al niño que no supo nadar, al cobarde ante las aguas, al que prendió
a un águila por las patas y la hizo descender hasta el suelo.
Fuego de gas enciende el último cigarrillo y vinho de Madeira se agota.
Amanece y otro cielo gris se vuelve azul.



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