Durante aproximadamente diez días, no habrá entradas en este blog. De vez en cuando una pausa es necesaria. Quizá luego haya compensación.
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| Fotografías de Salvador Alís. Noviembre. 2013. |
miércoles, 6 de noviembre de 2013
PAUSA
Mañana, 7 de noviembre de 2013, volaremos hasta Madeira. Desde que leí -hace ya muchos años- La Afirmación de Christopher Priest, me gustan y me atraen las islas. Por esa razón hemos conocido Santorini y La Reunión en viajes recientes, y por esa razón he vivido en Ibiza y vivo en Mallorca (aunque Mallorca y, sobre todo, Palma, sean ya territorios agotados).
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En el cuaderno de notas de Gideon encontré una vez una lista de enfermedades todavía no clasificadas por la ciencia médica, y entre ellas aparecía la palabra islomanía, descrita como una dolencia del espíritu, rara pero en modo alguno desconocida. Hay personas, solía decir Gideon a modo de explicación, a quienes las islas les resultan, quién sabe por qué, irresistibles. El simple conocimiento de que se encuentran en una isla, en un pequeño mundo rodeado por el mar, las llena de una indescriptible embriaguez. Estos islómanos natos, solía añadir, son los descendientes directos de los atlántidas, y durante toda su vida isleña su subconsciente tiende hacia la perdida Atlántida…Olvidé los demás detalles. Pero, como todas las teorías de Gideon, era ingeniosa. Recuerdo el encarnizamiento con que se discutió a la luz de las velas en Villa Cleóbulo, hasta que la luna descendió sobre el debate y hasta que las afirmaciones de Gideon fueron ahogadas por sus bostezos; hasta que Hoyle comenzó a golpear sus gafas contra la uña del pulgar de la mano izquierda, que era su manera de empezar a decir buenas noches; hasta que Mehmet Bay, en la casa situada al otro lado del bosquecillo de adelfas, cerró con violencia los postigos como protesta por lo tardío de la hora. Y sin embargo, la palabra se mantuvo; y aunque Hoyle rechazó su aplicación a islas que no fuesen las del Egeo, mientras que Sand no se resignaba a examinar con detenimiento una teoría tan irracional, todos los demás, por admisión tácita, sabíamos que eramos islómanos.
ResponderEliminarReflexiones sobre una Venus marina, Lawrence Durrell
Gracias por la cita. Conocí hace mucho tiempo a Durrell a través de Henry Miller. En muchas de las casas donde he vivido, siempre hubo algún ejemplar de su tetralogía "El cuarteto de Alejandría" -que jamás he leído. Pero islomanía, y también islomaníaco, son conceptos muy interesantes en los que valdría la pena profundizar.
EliminarSiempre he pensado que mi atraccion por las islas era el hecho de estar rodeadas de agua, el entorno primigenio de la vida
ResponderEliminarConozco a una mujer que es feliz en el agua. Tal vez recuerde que en algún tiempo remoto fue un pez. Seguro que es piscis. Y en cierta ocasión fue también una isla, cuando dió a luz en el agua.
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