¿Para qué estas noches extendidas?
¿Para quién los amaneceres no vistos?
Entre hacer y no hacer, elijo el acto.
Entre decir y no decir, elijo la palabra.
Pero me gustaría tanto detenerme al fin,
y callar y no ver y no sentir
preocupación ni ambición ni cuidado.
¿Para qué esta falta de sueño?
¿Para quién estos sueños inventados?
Hay alguien ahí jugando con un águila muerta
y dejando huellas en el barro.
Hay alguien que sólo despierta
tras el círculo de su moneda.
Hay alguien pendiente sólo
de su tiempo acelerado sin paisaje.
Y ante el ruido y el conflicto,
¿qué puede la palabra?
Y ante la ausencia de verdadera música
y el bosque ardiendo, ¿qué puede el acto?
A primera hora de la mañana,
un gato siberiano malherido en una acera
detiene a los transeúntes y causa
inmovilidad y asombro.
¿Para qué la luz del día?
Salvador Alís
No hay comentarios:
Publicar un comentario