sábado, 7 de enero de 2017

SONETO DE LA ROSA Y LA ESPINA

SONETO DE LA ROSA Y LA ESPINA 

Comienza como un soneto, pero luego se convierte en otra cosa. 
La atención puede alterarse, 
el sentido de la rima y el empeño en contar las sílabas 
(como si las sílabas fueran anillos de serpiente). 

¿Por qué en mi juventud ya lejana 
fui capaz de escribir varios sonetos y ahora no? 
¿Ya no te atreves a contar sílabas, 
cuando has encontrado el verdadero sentido de la rima?

Los dos primeros versos de tu soneto 
eran endecasílabos, 22 sílabas pensadas y olvidadas, 
22 sílabas que se extraen una a una del mar profundo 
de los recuerdos y se presentan aquí.

Al / i / gual / que / la / ro/ sa / ya / cre/ ci/ da, 
lu / ce el / a / mor / su / co/ llar / de / es / pi / nas. 

Este soneto deslavazado quizá quiera unirse en una sola pieza. 
Decir que el soneto se escribe a sí mismo se escribe para ella 
(que fue el capullo, la flor, la espina). 
Decir que al amor es la tinta que no se agota. 

Al igual que la rosa ya crecida, 
luce al amor su collar de espinas. 
Del cerrado capullo, la bella flor; 
inaccesible su intocable tallo. 

Rosa y vida duran lo que dura el sol, 
el instante de la verdad y el fallo. 
Mas conservo una rosa encendida,  
una estrella plena ante la vista. 

Esa estrella, sol, verdad o negación, 
eres tú y es la rosa. Soy la piedra 
y el jardinero que usa la tijera. 

Como piedra a tus pies, soy el que sueña; 
soy lo que no cambia, lo que se piensa.
Mi tijera se llama Afirmación

Salvador Alís.






  



  








No hay comentarios:

Publicar un comentario