domingo, 31 de mayo de 2015

BANDERA DE UN PROBLEMA

BANDERA DE UN PROBLEMA

     La imperfección es el color de nuestra bandera, bandera negra agitada
por el posible viento real y las imposibles olas imbatibles de este mar
donde naufraga la veloz fragata y la gaviota mutante, y el sol de la mañana
y la luz del mediodía y la luz de la medianoche, y el golpe de timón
y la cuerda tensada, avanzando hacia el ocaso tras la luna llena, perdidos
y no resignados, resignados y no perdidos, en este juego donde el agua y el aire
bailan y se entrelazan como danzantes y destinos bajo sus máscaras.
    
     El idiota al mando de su barco oscuro prohibiendo los silbidos,
el idiota y el segundo del idiota y el jefe de los idiotas y el idiota supremo.
Giramos 180 grados para enfrentar su popa, apuntada así
por nuestro acrostolio, nuestro ángel exterminador y su mirada fija
en el horizonte donde las algas son estrellas y las calaveras fuegos fatuos,
y todo lo encendido se desplaza hasta sucumbir. Bandera de un problema
que pocos comprenden y asocian con su propia imperfección.

     En este mar finito y sin embargo inmenso, en esta previsible aventura,
el fásmido como mascarón de proa y, en la niebla, la aparición, el fantasma,
el experto en vulgares cripsis y exóticos camuflajes: bahía del insecto-palo,
y que nunca se acabe el ron y que el látigo descanse. Las balas de cañón:
pesadas esferas de hierro que conducen al abismo. Aquí se habla del honor
y se presenta el complejo problema de la muerte con sus facetas y vaivenes.
No atado sino identificado con el palo mayor, que sople el viento,

que canten las sirenas. Mi capitan se llama olvido y trascendencia.
Este verso suelto, esta bandera de un problema.

Salvador Alís.




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