MAÑANA CAMBIAN LAS REGLAS
Mañana volverás a mezclarte con la gente,
simulando haber planchado el uniforme y olvidado sobre un mueble
las gafas de sol y las uñas del gato.
Mañana te preguntarás por enésima vez
por el orgullo esplendente de otro miserable día bajo el cielo,
mientras vuelan las miradas y los ojos no se cierran.
Mañana te hablarán las voces del futuro;
conviene y no conviene que prestes atención a las trompetas
que anuncian que te vas a otro lugar y a otro presente.
Mañana el idiota y el cobarde, el hipócrita, el fabulador,
el que se escandaliza ante un desnudo en el teatro, el que no sabe
que mentir o decir la verdad es irrelevante.
Mañana el que no duerme, el que se esconde, el que amenaza,
el que no se implica, el que se rasura el cabello,
el que llora por sus zapatos perdidos, por sus harapos.
Mañana volverás a mezclarte con todos ellos y con otros;
en tu cabeza esta canción repetida, incomprensible,
que junto a mil canciones más se guarda en una sola lágrima.
Mañana comienza el mundo a ser el mundo;
mañana se mata Séneca y el primer tren a vapor llega a su destino;
mañana cambian las reglas.
Salvador Alís.
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