martes, 18 de febrero de 2014

DECÁLOGO DE AUTODEFENSA

    
DECÁLOGO DE AUTODEFENSA

     La primera imagen muestra unas manos de hierro: vivir con esas manos hasta los 50 años. La segunda imagen, una cabeza que da forma y relieve a una esfera: vivir desde entonces en adelante. Para esta penúltima hora ¿qué tercera imagen será revelada?

     Lecturas del invierno, escrituras pendientes de un hilo, pinturas del pasado, música... En las ramas de los árboles, en las charcas entre peñas, en los círculos en la arena, en las cuevas, en las carreteras. En una de tantas fotografías

     El mar siempre enfrente y alrededor. El mar, las islas, los barcos, la afirmación

     Esta vida entre las máscaras: la colección incompleta

     Cajas llenas de cajas, sobres llenos de sobres. De las incontables hojas de papel se alimentan los parásitos del papel. Recortes pegados en cartulinas. Fragmentos de alma, de aluminio, de pizarra, de metacrilato... Pequeños ídolos

     Varios anzuelos como interrogantes. En la profundidad: el agua inquieta

     Un par de casas (a diestra y siniestra) ofrecen posada. Al huesped un águila le ha robado un ojo

     La primera imagen muestra una cabeza que no lo ha pensado todo: vivir de esa cabeza hasta los 50 años. La segunda imagen, unas manos armadas: parece que cae una fina llovizna. Para esta penúltima hora ¿será la imagen tercera la que anticipa este decálogo?

     Las piezas negras del ajedrez, tus enemigas, han asaltado el ojo derecho para ser las diminutas sombras de los parásitos del papel. Dos atletas sobre monociclos se enfrentan en un combate de boxeo amañado por la figura que en los pasillos 

     (escribir sin guantes no es lo mismo que escribir con guantes) en los pasillos se disfraza de figura que amaña el combate de boxeo que sobre monociclos mantienen dos atletas incompletos a los que falta, en un caso, el ojo derecho y, en otro, el izquierdo, como si (se contemplaran en un espejo) la faltara a uno el guante derecho y, al otro, el guante izquierdo (y así, en adelante, seguir pensando que cae una fina llovizna, que la esfera ofrece posada, que los anzuelos son mordidos por las respuestas, que son al mismo tiempo manos abiertas) y en la profundidad: el agua inquieta

Salvador Alís

    

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