martes, 2 de junio de 2020

HOLM / UN SUEÑO

HOLM / UN SUEÑO


"Si pudiera cerrar los ojos y los sueños me tomaran de la mano,
me levantaría y volaría en un cielo nuevo y olvidaría mis penas.

Si pudiera viajar en mi imaginación,
construiría palacios y noches donde el amor y mis esperanzas
pudieran crecer y borrar el dolor ...

El dolor de un mundo en el que se ve a personas
empañadas por la opresión,
la miseria y el sufrimiento de una amarga realidad
que destruye todo lo que construimos ...

El dolor de un mundo donde se ven muros crecientes de tiranía
que aplastan en nosotros sueños y sueños, 
y donde reina la oscuridad y la codicia en tantos corazones."


Traducción libre o imprecisa -del árabe al inglés y del inglés al español- 
de la canción Holm (Un sueño) interpretada por la tunecina Emel Mathlouthi, 
a su vez una versión del tema Soltane Ghalbha (Mi destino) 
del compositor iraní Anoushirvan Rohani.

EMEL MATHLOUTHI / HOLM

LECCIONES FILOSÓFICAS / Nº 2 / LOBOS

LECCIONES FILOSÓFICAS / Nº 2 / LOBOS


Alguien, a quien mucho se ha querido y se quiere, llamó LOBO a un perro
de ojos atentos empeñado en la defensa de la CASA y su moradora.
Habitualmente, no viven lobos en las casas, prefieren espacios abiertos,
incluso al aire de la noche más fría, bajo una LUNA helada.

El corazón del bosque y el perímetro del bosque,
a veces montañas, con preferencia los valles, un río donde saciar la sed,
también los desiertos, paisajes opuestos, la tundra...
Pero mejor si las patas no se hunden en la nieve.

Pero hay lobos y lobos. El perro fiel y el salvaje por su naturaleza
no son los únicos. Responde el primero a su nombre,
sin confundir el NOMBRE con la ESENCIA.
Y el segundo entiende otro lenguaje, más simple y determinante,
y se afirma con su AULLIDO.
Ninguno de los dos se disfraza, ¿para qué ocultar su SER?
El tercero no es realmente un lobo,
aunque en el fondo quiera serlo y se sienta como tal.
Se viste, se peina y se maquilla para no parecer el DEPREDADOR
que esconde bajo su camisa blanca y su corbata azul.
Y, sin embargo, algunos gestos lo traicionan: los párpados blancos,
la mirada que huye, o esa corbata alternativa color púrpura
o directamente roja mientras el luto se impone.

Este lobo determinista, discípulo de Hobbes, niega la libertad individual
o, en todo caso, la supedita al imperio del interés general
también llamado SEGURIDAD NACIONAL.
Elude pronunciarse respecto a la suya propia, su libertad única
y especialmente considerada e identificada como LEY.

Que los perros y lobos, tan diferentes e iguales, estén emparentados
nadie lo niega. Cánidos carnívoros, unos más cercanos,
indiferentes los otros. El lobo FALSO, sin embargo, es omnívoro
e insaciable. Y después de su festín de carne putrefacta,
escarba agujeros donde esconder sus espejos delatores, marfiles y oro,
el veneno de las serpientes y las ideas peligrosas.

De nuevo, la pregunta: ¿Qué tendrá todo esto que ver con la filosofía?
¿Se entenderá mejor si acudimos a una fábula?

Cierta mañana, justo después de amanecer,
La ESPERANZA y el PESIMISMO se cruzaron en una calle desierta,
no se tocaron, no estrecharon las manos,
les bastó con mirarse a los ojos y cada cual siguió su camino.
De dónde venían, a dónde iban, si acababan de despertarse
o aún el sueño faltaba -eran PREGUNTAS no esenciales.
Al día siguiente, con el sol declinando, se volvieron a cruzar
en la misma calle, pero en esta ocasión ante testigos:
un ciervo astado, un lobo famélico y un conejo blanco.
Se saludaron. Y la ESPERANZA dijo:
"Espero que el lobo, a pesar de su aspecto, haya comido."
Y dijo el PESIMISMO: "El ciervo sabrá defenderse,
el conejo está condenado."
En el tercer encuentro, en un claro mediodía,
la calle estaba más animada: paseantes tranquilos y otros nerviosos,
niños con triciclos y chupetes, muñecas de trapo,
ancianos con bastones y muletas, centauros en bicicleta,
perros enanos y algunos gigantes.
Como ya se conocían, el PESIMISMO se atrevió a preguntar:
"¿Dónde vas, mi buena amiga, bajo esta luz?"
"Hasta la orilla del mar -contestó la ESPERANZA-,
pues allí me han citado y debo ser puntual."
"También yo tengo una cita -confesó el PESIMISMO-,
aunque mejor si llego tarde, mejor si ELLA se cansara de esperar."
Al pisar la arena, agitado su cabello azul oscuro
por la brisa marina y extasiada por la música de las olas y la espuma,
en vano la ESPERANZA aguardó a que el PESIMISMO se presentara.
Pasó el tiempo. Cayó la noche. Compareció el LOBO.

Fuera de la FÁBULA, desde esta oscuridad presente
donde la historia funde su pasado y su futuro, y se confunden
las palabras escritas y las pensadas, alguien contempla un CIELO negro,
una LUNA helada. Las estrellas son ahora conejos blancos.
La filosofía quiere ser poesía. Y según la poesía...

Pudieron haber ocurrido, los encuentros y desencuentros narrados,
en el puerto de Mandráki. Sobre sus columnas,
los ciervos verdes siguen desafiando al LOBO amarillo.


Salvador Alís.














miércoles, 27 de mayo de 2020

ELVIS PRESLEY / MY WAY

LECCIONES FILOSÓFICAS/ Nº 1 / EL REBAÑO

LECCIONES FILOSÓFICAS / Nº 1 / EL REBAÑO


El PASTOR no es DIOS, ni siquiera el hijo de DIOS,
ni tampoco el dueño del rebaño. Es un simple asalariado
al servicio del DUEÑO del rebaño.
El DUEÑO del rebaño es también el PROPIETARIO de la tierra,
y es tan listo que ha logrado hacerse con todos los títulos de propiedad:
tierras y pastos, ríos y cercas, cualquier medio de transporte,
marcas a fuego, cuchillos y mataderos y, desde luego,
con la sustancia de su negocio,
las OVEJAS-PERSONAS en número creciente.

El DUEÑO del rebaño, de este modo y para tal fin,
contrata a sus PASTORES y los adiestra
para cumplir su cometido, y estos
-a su vez- entrenan a los PERROS fieros y vigilantes.

Ni los PERROS ni los PASTORES tienen consciencia
de pertenecer al rebaño, se ven más cerca del AMO y, por eso,
se sienten superiores.
Los PERROS duran un tiempo, desde que saben
hasta que pierden sus facultades.
Los PASTORES, quizá, disponen de una vida útil más prolongada
pero, un día u otro, deberán jubilarse o ser jubilados.

No obstante, PASTORES y PERROS duran más
que las OVEJAS-PERSONAS, pues éstas, a causa de su número
y su circunstancia van siendo eliminadas y sustituidas
en aras de la PRODUCTIVIDAD.

Cuando una PERSONA-OVEJA casualmente descubre
algún tinte natural (hierba, barro, flores...), y se da cuenta de que,
gracias a ese descubrimiento, con un simple gesto
(frotarse sin más bajo un SOL que todo lo ilumina),
puede ser diferente por su color dentro del rebaño,
el PERRO atento con su olfato infalibe
señalará esa anomalía,
y el PASTOR eficiente informará al DUEÑO del rebaño,
que de ninguna manera quiere enfrentar casos aislados.

Entonces el AMO hace acopio de tintes diversos
de fácil uso y los pone a disposición del rebaño, pues en el fondo
lo que persigue es la uniformidad y su complacencia,
que se cumpla la ley que ordena pertenecer al GRUPO
mediante la máxima identidad grupal.

Los PERROS pueden exhibir diferentes colores,
su pelaje no depende de ellos sino de su pedigrí.
Las PERSONAS-OVEJAS deben ser preferiblemente blancas,
siempre iguales a sí mismas, sin distinción aparente
en el rebaño. Los PASTORES, entrenados para el pastoreo,
mejor que no piensen, que no elijan vestirse,
que les baste una bandera agitada por el viento.

El DUEÑO del rebaño, sabedor de que la plusvalía obtenida
entre la inversión y el beneficio no lo es todo,
sabedor de que el verdadero PODER y el verdadero CONTROL
no dependen tan sólo de parámetros cuantificables,
crea o inventa al DIOS del rebaño.

Antes que ÉL lo hicieron otros, en tiempos remotos,
en el desierto, las montañas, las junglas...
Un DIOS o muchos DIOSES para cerrar la circunferencia
que encierra a los REBAÑOS.

Si una OVEJA-PERSONA encuentra accidentalmente
en el suelo una trompeta, y acerca a ella su boca y sopla,
por virtuoso o magistral que sea este soplido,
el DUEÑO del rebaño contratará una orquesta especializada
en el arte de la distorsión.

Si una PERSONA-OVEJA traza, sin intención aparente,
un dibujo con su pata sobre la arena, la tierra húmeda
o el fino manto de tréboles, escarbará el PERRO sin consideración,
el PASTOR encenderá una hoguera
y el PROPIETARIO de la tierra, de los pastos y del fuego,
se preguntará por qué.

Invocará a su DIOS inventado, volverá a su LEY,
pedirá explicaciones a su PASTOR (y el PASTOR a su PERRO)
y, por último, si fuera necesario,
usará la llave que abre las puertas del matadero.

OVEJAS-PERSONAS pueden ser sacrificadas para salvar
al REBAÑO. ¿De qué otra forma serían controladas?
Por indicación superior, el PASTOR habla a su rebaño de su DIOS,
del supremo designio de una VOLUNTAD ineludible,
del RESPETO incuestionable que merece el PROPIETARIO
de las tierras, de los PERROS, y de los ciclos temporales:
desde el amanecer hasta el atardecer, desde la primavera al verano,
noche y día en sus manos, la lluvia y la insolación.

Pero eso no es todo: pues siempre habrá en el REBAÑO
una OVEJA NEGRA que no prefiera la hierba cultivada,
que mantenga al PERRO a distancia y se compadezca del PASTOR
atormentado por sus tareas y la soledad de su disciplina.

¿Y cuál habrá de ser la actitud del DUEÑO ante esta oveja?
¿Precaución? ¿Miedo? ¿Indiferencia?
El fino filo de un cuchillo es suficiente. La sangre no depende
de un color determinado, de un pensamiento individual,
de alguna distinción incómoda.

Algunos se preguntarán, no sin razón, qué tiene esto que ver
con la filosofía, todo lo expuesto, los simples argumentos
y las MAYÚSCULAS. En realidad: poco o nada.
¿Un rebaño, un pastor, un perro, ovejas blancas?
¿Incluso una oveja negra?

Pero si el DUEÑO, el AMO, el PROPIETARIO comenzará a ver
en su REBAÑO ovejas amarillas, ovejas verdes,
ovejas rojas, ovejas azules, ovejas grises, y otras doradas
y otras transparentes, ¿cuál sería la pregunta?

Ni los PERROS ni los PASTORES tienen la respuesta.
Ni la OVEJA NEGRA.

Donde hay pasto, comemos. Donde corre el agua, bebemos.
Y a todos por igual, VIGILANTES Y VIGILADOS,
nos infunde el mismo respeto el bosque profundo,
el lago helado, la montaña inaccesible, el mar enfurecido
o el plácido valle.

No hay un DUEÑO de la naturaleza, un poder que se desplace
en deportivo de alta gama, que ciña en su muñeca
un extraordinario reloj automático y perpetuo
y que al tiempo domine los segundos y los significados.

Una elemental colchoneta de plástico amarillo,
comprada en un bazar CHINO, dos días después de usarla,
dirá lo que tenga que decir.

Piel quemada. Máxima energía. Pasos y otros pasos.
¿Dónde se va? ¿Dónde vamos? ¿Por qué los PERROS?
Los PASTORES -¿a quién le importa? Ni preguntarlo.

Al DUEÑO de un rebaño, a su PODER, a su DIOS inventado,
¿qué decirle?

Se repite la música, la canción.
Amanece como cada día, para el PASTOR y el PERRO,
para el AMO y el REBAÑO, para el número
y sus excepciones.
Y eso es todo, por el momento.



Salvador Alís.



















sábado, 23 de mayo de 2020

EVA LA YERBABUENA / BULERÍA POR SOLEÁ

UNIVERSO

UNIVERSO


Con la taza de café, cada mediodía, una cuajada y cinco fresas,
o un puñado de almendras, cuatro dátiles, un plátano,
un cuenco de muesli de quinoa, chia y chocolate negro,
y un vaso de agua y la cápsula de vitaminas.
Y sin perder tiempo: la terraza, el cielo azul y las gaviotas.
Ninguna estrella ni, a esas horas, la luna. Palomas blancas
y dos o tres clases de pajarillos negros.
Las calles vacías, los balcones animados y este poderoso sol amarillo.
Vueltas y vueltas, más de cien, levantando los brazos
y sintiendo músculos y tendones, varios kilómetros en círculo.
La cara, el pecho y los hombros, la piel aceitada y brillante.
Y de tanto en tanto, una canción que imprime velocidad
al diario caminar que se ha vuelto imprescindible.

Pero frente al espejo, tras la ducha fría, la piel revela
su delgadez, su fragilidad y su edad, las manchas que van
del rosa pálido al marrón intenso.

Antes del amanecer, los gatos perdidos cuatro pisos por debajo.
Arriba las estrellas, lejanas e innumerables.
La pantalla iluminada, la copa medio llena o medio vacía.
El hibiscus que abre contra todo pronóstico su flor encarnada.
Algún perro que ladra y, quién sabe dónde, los que guardan su cabeza
bajo las alas. El universo nocturno vence siempre
por su enigma, imagen incomprensible, razón oscura.

Hipótesis y teorías, fórmulas y modelos,
esa línea -no siempre recta- que une dos puntos en este plano.
En la página en blanco no hay agujeros negros,
la energía viene de otro foco, no hay un comienzo, tampoco un final,
la gravedad no afecta a las palabras.

Tan incomprensible lo infinito como lo finito. Pensar y calcular,
nada se hace sin palabras. Si existe un límite,
¿qué hay tras el límite y más allá? Si el límite no existe,
¿hasta dónde se llega? -cuestión absurda.

Antes que los físicos y los astrónomos, los filósofos,
y antes que los filósofos, los poetas. La comprensión del universo
no pertenece a los especialistas en la materia ni a los matemáticos,
no depende del ojo más certero ni de la lente más precisa.

Antes que la palabra exacta, antes que la cifra y sus fantasmas,
la ambigüedad y la locura.

Pasos de baile. Este proceso -cuestión de fe.
Con la última copa, los hielos flotando, la ventana abierta.
Dos almohadas superpuestas, el flexo encendido,
la botella de agua, libros sobre libros, horarios, alarmas.
Pasarán seis horas tras la cortina verde. Un dibujo, una pintura,
un pensamiento. El sueño no abre la puerta,
no ayuda a subir la escalera, no atraviesa el túnel bajo los arcos
de piedra. Perdido y desmemoriado, inquieto y escéptico.

Las manos muestran venas hinchadas. La piel no las oculta,
y por ellas circula -más que sangre- espesa tinta
descreída y azul. Que tantos objetos celestes aparezcan
como fueron, ¿qué nos importa? Sistemas planetarios reducidos
a su esquema o miniatura, y galaxias en cultivos, 
y vueltas y vueltas de lo simple a lo complejo y de lo complejo
a lo simple, entidades insignificantes, ni vivas ni muertas.

Chillan las gaviotas a finales de mayo del año 2020,
tanto al mediodía como al amanecer. Definir qué palabras
son necesarias. Por qué los locos gobiernan.
Por qué la muerte prefiere la cercanía.

Una extensa playa al atardecer, los pies se hunden en la arena.
Miles de ventanas cerradas, cristales sucios,
macetas moribundas. Un gato gris duerme acostado
sobre un muro. Algunos pescadores lanzan hilos y anzuelos.
Velas en el horizonte.

Un dios cansado, profundamente aburrido,
dice que las hogueras y sacrificios ya no le interesan.
Colmenas blancas, hoteles vacíos. La brisa del atardecer.
Se pone el sol tras las montañas. La carretera y sus curvas
como si no pasara nada, como cualquier día.
Y la ciudad inmutable y extraña.

La pintura, en su pequeño formato, quiere ser parte
del universo visible. No lo consigue sino gracias a la música.
Guitarras y palmas, voces y giros, luces y tacones.

El jugador de Snooker asume su genio y su insignificancia.
Y, entre tanto, las gaviotas asesinas trazan con su vuelo
una hipótesis impenetrable.


Salvador Alís.