lunes, 7 de noviembre de 2016

sábado, 5 de noviembre de 2016

CALLE 13 & LILA DOWNS

TRASTORNO

TRASTORNO

"Hay personas que se refugian hasta tal punto en la oscuridad, 
que todo lo que es luz les parece confuso." 

Pomponio (citado por Séneca).

Si deseas trastorno, lee a Thomas Bernhard. Si no lo deseas, lee cualquier best-seller o libro de auto-ayuda. O mejor no leas nada. 

Escribir me calma y, a la vez, me agita. Hacer un dibujo me calma y, a la vez, me agita. Pensar y vivir (o vivir y pensar) me calman y me agitan. Dice Séneca, a propósito de la elección de amigos: "Estos dos extremos deben alternarse entre sí: el ocioso debe actuar, y el que actúa debe descansar. Consulta a la naturaleza y te dirá que ha hecho el día y la noche." 

Si deseas dormir calmado, lee a Ernst Jünger. Si no lo deseas, entra en la cama en completa oscuridad, cierra los ojos (o déjalos abiertos) e intenta responder en silencio a las preguntas planteadas por el día. La noche -ya lo sabes- no hace preguntas: crea sueños, resuelve enigmas. 

La importancia de los pequeños detalles, cuyo error, falta o incumplimiento, nos trastorna: la puerta no cerrada por donde Nube se escapa; el fuego que no arde; los papeles que no se lleva el agua; la mediocre performance con una botella de vino; la puesta en escena de una actriz incapaz de representar su verdad o su tragedia; la inexplicable negación contra natura en su contexto; la evasión sistemática por el orden de las horas; el rechazo del espejo vertical, de la confrontación, del cara a cara; el miedo a la mirada directa; el lenguaje no aprendido. 

Si deseas viajar, viaja. Si no puedes pagarte un hotel, duerme en la playa. Te recuerdo que se puede hacer cualquier viaje -como ya fue establecido y es canónico- sin salir de la propia habitación (siempre que se disponga de habitación propia), y cuando uno disponga de una mente viajera y preparada para el viaje. 

Nunca me has llamado por mi nombre (lo que podría significar una negación inconsciente), ni por mi nombre completo ni por el simplificado. Te refieres a mí -por mi nombre- cuando hablas con terceros, pero hecho de menos oírlo de tus labios, por ejemplo, como llamada. 

En el fondo, a menos que tú creas que estoy exagerando, yo tenía razón: no hay tres sin cuatro, y no hay cuatro sin cinco, seis, siete, etcétera. 

Al final (y espero que sea realmente un final), acabo por pensar que un viento maldito nos ha complicado la travesía: los inconvenientes se suceden sin dar tregua. Penélope aguarda el regreso de Odiseo cercada por los pretendientes, pero Odiseo se entretiene durante años con sirenas, brujerías, cíclopes, hombres armados y otras adversidades. La preguntas esenciales, en realidad, son si Odiseo desea regresar a su palacio, si desea tensar su arco intensable, si desea matar o morir. 

Se hace tarde (siempre se hace tarde) y uno debe interrumpir su viaje, entrar en la oscuridad, caer en la cama, no hacerse más preguntas, dejar que las cosas sucedan como deben suceder -sin intervenir-, poner el despertador, lavarse los dientes, engullir un orfidal, buscar el merecido descanso, cerrar la boca por un tiempo, dejarse llevar. 

Bajan las temperaturas; en la noche hay relámpagos. No me preocupa la noche, porque la conozco bien. 

Hace un par de días murió en esta isla una niña de doce años por un coma etílico. Yo no he muerto todavía; la prueba es que aún escribo. ¿Hasta cuándo? ¿Y por qué razón? Mi oscuridad es mi luz. 

Me preocupa lo que se manifiesta externamente, si la piel es expresión repentina de un malestar. Esta noche pienso y pensaré -sobre todo- en mi hija, en su piel herida y en su vestido de novia. Mi corazón que late tan acelerado, y mis gatos reales e inventados, viajamos a su vida para darle la caricia que todo lo cura

No deseo más trastornos. Lejos de mí la hechicera Circe. Admito mi soberbia pero no admito el egoísmo. 

Todo esto me causa gran pesar. Todo lo hice por ti y todo lo haré por ti. Y sin embargo -que no se olvide- todo tiene su límite. 

Si no tengo nada, pido algo. Si algo tengo, lo doy con la generosidad que no entraña pérdida sino ganancia. Cuando lo he necesitado, he pedido. Cuando tú lo has necesitado, lo has tenido. En la medida en que uno da, se da a sí mismo (y recibe a cambio). Quien no da sino toma (con abuso y sin respeto), no merece palabras ni dibujos. 

Seguramente estoy algo enfurecido; ¡joder, sí, lo reconozco, lo admito! 

Me consuela el que me ofrece una copa de vino por sorpresa; me consuela rescatar a mi gatita huida (cuatro pisos abajo y arriba y el corazón a punto de salir del pecho); me consuela Lila cuando canta contra el muro, contra el personaje aupado por las audiencias televisivas. 

El imbécil que dijo que había que construir un muro en la frontera (¡¿qué frontera?!), y que ese muro lo pagarían los excluidos. ¿Cuál es su miedo? ¿Acaso teme perder su hortera peluca y su traje amarillo y su ancha corbata y su grasienta barriga? 

Nada que perder. Me fascina el J-20 chino presentado hace unos días (volando en horizontal y en vertical) en el Salón Aeronáutico de Zhuhai. El gran problema sin solución es que sobre un único tablero (de ajedrez) pretender jugar (mover las piezas), no dos, sino muchos contrincantes, viejos y jóvenes, estrategas y creativos, famosos y ocultos. 

Y el imbécil local, que se muestra tan satisfecho con los objetivos logrados de su inoperancia. 

Y el "jefe" entre comillas, atemorizado por la luz. 

Seguramente estoy algo enfurecido: ¡joder, sí, me doy cuenta! Mezclo lo personal con lo general. Pero si no quiero trastorno, no saco Trastorno de la estantería. Algunos creen que el mundo es suyo, a gran o pequeña escala, el Mundo, nada más y nada menos que el mismísimo MUNDO con mayúsculas, pobres pretenciosos poseídos por la ambición de ser los primeros, los únicos, los privilegiados, los que se escapan de las horas, los que han sido esclavizados por sus móviles y por sus móviles acoplados a las aparatosas gafas turbias de visión 3D. 

Hace ya muchos años que Salvador Dalí imaginó el retrato de Mae West que puede ser utilizado como apartamento. Y antes aún, en 1829, Simon von Stampfer inventó el estroboscopio. Entonces ¿de qué estamos hablando? 

Salvador Alís.




jueves, 3 de noviembre de 2016

BOZ SCAGGS / LAST TANGO ON 16th STREET

HUEVOS AL SOL

HUEVOS AL SOL

En el centro de un grupo, apoyándose en una muleta, acapara toda la atención.
Le escuchan y le escucho; otros parecidos a él y otras muy diferentes,
y yo que he salido al exterior con una copa en la mano y mis orejas de gato.

Dice: "Las caries son huevos al sol." Dice: "Algo podrido, o que se está
pudriendo." Sin duda es o ha sido dentista, alguien que sabe de lo que habla.

¡Qué suerte saberlo! ¡Y que atrevimiento afirmarlo!
Yo digo lo que digo sin saber lo que digo, mas confío en mi rara inspiración,
y sé que cuando hablo así, como ahora mismo,
alguna verdad al final del camino hablado se desplegará como verdad.

Que odio a los dentistas es cosa sabida, y a los que hablan por hablar,
a los que no son capaces de salir de los lugares comunes,
a los vulgares traductores, a los imitadores, a los que no saben responder.

En realidad, y realmente, odio a tanta gente que no vale la pena precisar.
Pero algunos ejemplos -me digo- podrían ilustrar mis odios y,
por contra, mis amores. Los ejemplos se darán por sí solos. Aparecerán.

Veintidós metros de altura y las vigas de madera; los baños embellecidos
con falsos azulejos de vinilo. Una joven con uniforme negro
(no una camarera) echándonos de la mesa que ocupamos
con una justificación absurda. "Obstruyen el camino" -nos dice.

En la planta baja, turistas hambrientos devorando lo que pueden devorar.
"Si queda algo de vino en el culo de la botella se viene conmigo".
"Hoy no hemos tenido suerte" -dicen dos preciosas mujeres
tras la barrita de su exposición. Minifaldas plateadas pasan de largo,
pantalones negros pasan de largo, y la música de fondo no se entiende.

En un ángulo del laberinto del matadero donde estamos: la biblioteca.
El bibliotecario es mi amigo, un bibliófilo aplicado, expansivo
y buen conversador, al que superé en puntos cuando ambos
coincidimos en un curso de 400 horas para auxiliar de biblioteca.

Cada cual sigue su camino. El mío no pasa por aprender idiomas.
Odio el inglés. Bastante tengo con lidiar con lo dado, el castellano
que me dieron y el francés que elegí.

Dentro de un huevo hay una vida, o una potencia de vida.
Pero un huevo al sol se pudre y no prospera. Demasiado calor
y demasiada luz. Toda vida que quiera nacer pide su nido.
Esto lo entiende cualquiera, sí, pero ¿quién construye el nido?

Odio el cálculo, los programas, las reglas y las constricciones;
me dejo llevar por mis locas apetencias, por los impulsos.
No estoy loco -frente a la opinión de quienes no me conocen
ni, por tal razón, me conocerán jamás.

Ella extiende los brazos, cruza los dedos y simula que respira.
¿Me esta diciendo que me calme? Odio que alguien me aconseje algo.
Me basto y me sobro para salvarme o perderme, a mi manera,
y digo que "Ningún Buda ni pensador calmado creó nunca nada,
pues todas las creaciones son deudoras de un conflicto.
No se escribe, no se pinta, no se hace música, no se esculpe una estatua,
no se levanta una torre sin conflicto."

Digo esto y digo lo contrario. Deberé sentarme ante la pared en blanco,
meditar seriamente sobre lo gastado y lo perdido, tranquilizarme.
Hablar con la pared, con mis gatos y mis gatas (pues ella no quiere oír).
Hablar conmigo mismo, como es habitual, y hacer alguna llamada
al infinito, a lo que no tiene fin y por tanto no acaba.

La mujer (todavía por apariencia una adolescente) que me sirve una copa
de Abadía Retuerta envejecerá como Lolita. Esa mujer
me robará el corazón en el pasado, por más que el futuro desembarque
en esta noche tan llena de odios, amores, caries y huevos.

Se acerca la hora. Mañana me espera el trabajo, los kilómetros, las escaleras.
Dormiré con ella, tropezaré con su oscuridad.

"Si Sombra me deja -escribí ayer- comenzaré a escribir.
Ha saltado del suelo sobre mis piernas, y esconde su cabeza
bajo mi brazo derecho. Quiere amor, cariño, caricias, y es lo justo.
Reclama su derecho a ser amada, pues ella es amor.
Se ofrece sin condiciones y, con su sola presencia,
acaba con la ansiedad y el agobio de vivir.
Es verdad que se interpone entre mis manos y el teclado,
que desvía mi escritura, que me hace cometer faltas de ortografía.
Pero sus ochos kilos de ingenuidad gatuna, su cola inquieta,
su calor, su pelaje mezcla de todos los colores,
sus ojos desviados y su cara partida,
valen más que todas las palabras que yo pueda preferir o pronunciar."

"Ahora ha saltado de mis piernas al suelo, ha entrado en la cocina,
se interesa por el agua en el cuenco de acero inoxidable,
me observa desde esa distancia, se lame el pecho, las patas delanteras,
se queda inmóvil, detiene los relojes de pared, el redondo y el cuadrado,
pues una gata como ella tiene ese poder, aunque muchos no lo sepan
e incluso a mí, a veces, me sorprenda que lo consiga."

Y Nube, mientras tanto ¿qué hace? ¿Tal vez se pasea por el matadero
esquivando las copas de cristal y prestando atención a todo ese mundo
hostil e incomprensible?

"Hoy he comprado tres libros: Mi gato Autícko de Bohumil Hrabal
(Galaxia Gutenberg. 2016), Anotaciones del día y de la noche
de Ernst Jünger (Tusquets. 2013) y Acontecimientos y relatos
de Thomas Bernhard (Alianza. 1997)." ¿Qué dirías al respecto?

Mejor no digas nada. Actitudes incomprensibles deberían ser explicadas.
En caso contrario, las palabras se corrompen en la boca
y las caries son huevos al sol.

Salvador Alís.









martes, 1 de noviembre de 2016

SUSIE ARIOLI / NIGHT AND DAY

ADAPTACIÓN

ADAPTACIÓN

Si estás lejos del mar, busca un río; si no encuentras el río, busca una charca;
si no hay charca ni río ni mar, busca la fuente; si no hay fuente ni agua,
siempre queda el vino; no te lavarás por fuera, te lavarás por dentro,
algún resto no deseado lo consumirá el alcohol,
y las lágrimas del vino secarán tus lágrimas.
Desnúdate si tienes calor; si tienes frío, busca abrigo.
Si no hay fuego, busca el hueco reciente donde cualquier animal
haya dejado su huella. Si tienes miedo, busca un árbol.
Da un paso si el horizonte te parece lejano, inalcanzable.
Si no hay un solo cuerpo real a tu lado,
busca en las infinitas formas de la pornografía.
Si te parece irreal la política y otras causas de gestión,
la vida cotidiana es el antídoto: el café en la terraza frente al mercado,
el desfile de payasos, variadas venus y paramilitares,
los descerebrados sin cabeza y con capucha, los ciclistas sin luces,
los creyentes, los parados, los borrachos a las doce del mediodía.
Si tu gato, de repente, intenta suicidarse, habla con él
pero eleva la valla de seguridad. Si el aire deja de ser transparente
y se vuelve gris, busca la montaña; si la tierra se enfurece y se agita,
busca la montaña; si tu casa se ve amenazada, busca la montaña.
Si no encuentras esa altura natural, busca el castillo;
si el castillo ya no existe, ten un sueño.
Si no puedes soñar, que no te falten somníferos.
Cambia el lavavajillas si el que tienes no se cierra;
cambia el ordenador si el que usas no se abre;
cambia la lavadora por si acaso.
Y cambia de corazón si sospechas que el tuyo late mal,
a un ritmo inusual, nada armónico, o muy lento o muy deprisa.
Si todo se confabula para herirte, saca las uñas;
si los nervios no te dejan en paz, adopta la postura del gato que duerme
con las orejas atentas. Si el pasado te incomoda, ve hacia el futuro;
si la hipocresía te incomoda, di lo que piensas; si el oro te falta,
no te inquietes: el oro no alimenta ni enciende la luz ni prende el gas
ni ofrece noticias. Se vive con más, pero se puede vivir con menos.
Adaptarse es posible, cuando no hay otra alternativa.
La vida simple no es una renuncia; tampoco es una utopía.
La entera evolución humana es el resultado de un proceso
de adaptación constante. Eres lo que eres porque han sabido escoger,
en cada momento preciso, el mejor camino, la solución más simple.
A pesar de ello, no te asombre descubrir que tu elección necesaria
será vista por otros como inexplicable complejidad.
El mar, con sus mareas y profundidades, no es cosa fácil;
pero en el mar, y con el mar, todo se funda y todo comienza,
pues hay en ese mar, en su lecho, perlas logradas por el tiempo,
esferas lentas y pulidas, brillos y secretos.

Salvador Alís.