jueves, 2 de enero de 2020

ESTE CIELO

ESTE CIELO


Abro una de las ventanas correderas de la cocina y veo este cielo:
negro profundo en la base y nubes rosadas sobre ella; no hace frío y el silencio
es tan notable.

En los jardines, cuatro pisos por debajo, no se mueve ni una brizna de hierba,
no maúlla un gato, nada se altera ni se conmueve.

Abro mi corazón y, en realidad, lo que abro es la nevera; y sueño
con describir en el futuro lo que contiene:
fresas, mangos y peras, café y zumos, botellas de vino, quesos, castañas,
leche de cabra y nata enmohecida... Y tantas otras cosas.

Ante anoche, sin motivo aparente, apareció el dolor;
con tal oportunidad vino a instalarse en la parte posterior de mi cintura,
y desde ahí, con órdenes precisas, me indicó el camino: permanece en pie
pues, si te doblegas, la molestia será más intensa todavía.

Entonces, debiendo dormir y descansar porque los días así lo piden,
di vueltas en la cama como pez fuera del agua,
de frente, de espaldas, de costado; y encendí la luz
y abrí la ventana.

El cielo de este día es tan azul y tan extraño.
Abro la nevera para asirme a lo cotidiano: salsas agridulces y mostazas,
aceitunas verdes, champiñones y sitakes, té negro y melocotón,
huevos y tomates y medio limón amarillo... Y tantas..., y tantas otras cosas.

Sombra sube a mi regazo en esta noche mientras escribo,
Lolita y Nube se contentan con la nueva manta gris con flecos.
La estufa de mica crea a nuestro alrededor una atmósfera benigna.
Pero más allá de la ventana... Pero más allá.


Salvador Alís.



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