CONTRAPOEMA Nº 1
El gato que vive entre perros acaba sintiéndose perro
y aprende a ladrar.
En el viento está la respuesta
que asusta a los perros y los gatos no temen.
China pretende llegar a la cara oculta de la luna;
para tal fin numera y cataloga a sus chinos.
Los ojos rasgados y un tigre en la cabeza
no evitan que este mundo se malogre sin solución.
Atentos a las noticias (dirigidas e intencionadas):
el paraíso no se halla a la vuelta de la esquina.
Malvados de toda índole se dan la mano
cuando se cruzan en sus metros y autopistas.
A un perro asesino se le neutraliza negándole la vista,
hundiéndole los ojos.
Ningún emperador de la China sería capaz
de imponer su autoridad o su capricho a un gato.
Un gato no responde a nada, siendo él la pregunta.
Las orejas de un gato como signos de interrogación.
En este mundo absurdo de pequeñas explosiones,
fuegos de artificio y campanas dormidas,
el viento no inquieta a los gatos
pero perturba intensamente a los perros.
Con una simple dentellada desfiguran un rostro,
hacen torcer un cuello, desgarran la piel,
arrancan un brazo.
Pronto el mundo, ignorante y sumiso,
temerá a los perros y ladrará como ellos.
Salvador Alís.
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