ÉPICA
Cada vez que me acerco a la orilla de la noche
contemplo en la noche un abismo que amo y que temo.
Ese abismo me rodea ya por completo,
como una esfera hueca donde se igualan
el exterior y el interior; donde yo mismo soy
un punto no determinante, un sueño que no duerme,
un escribiente que no escribe; donde sueño y escritura
son los ecos de mi voz en la esfera
y la esfera (que es el abismo, que es la noche)
soy yo, mi temor, mi amor, mis ojos ciegos.
Cada vez que me acerco a la orilla de la noche
escucho los ecos de una batalla perdida,
naves que naufragaron, olas que no fueron vencidas
ni domadas; y escucho este canto de sirenas
que no existe y me reclama.
Salvador Alís.
No hay comentarios:
Publicar un comentario