domingo, 14 de mayo de 2017

DORMIR O NO DORMIR

DORMIR O NO DORMIR

"Pero él no podía conciliar el sueño. 
Advirtió que no había actuado con la debida prudencia. 
Algo monstruoso podía atacarles desde la cercana espesura. 
Deberían haber puesto centinelas. 
Durante algún tiempo reflexionó si no debería asumir él personalmente esta función. 
Pero río irónicamente en la oscuridad, dio media vuelta y suspiró. 
No se dio cuenta de cuándo se quedó dormido."

Stanislaw Lem. Eden. Alianza. 1991. Pág.: 64. 

No acostumbro a tomar café por la noche. Lo más tarde a las cinco. 
Ayer Nube se escapó de casa a las siete y estuvo tres horas perdida en la escalera. 
Sé lo que hice en esas tres horas, hasta que a las diez volví 
y la encontré maullando. Entonces el perro del tercero comenzó a ladrar. 
A las once la niña del segundo le ha cantado a un conejo blanco 
al que abrazaba acostada en su hamaca de colores. 
Yo he tendido la ropa, he reflexionado, pero ninguna explicación se da.

Los veinte papeles fabriano están por concluir, dibujos-pinturas
comenzados en Maracalagonis (Cerdeña) en noviembre del año pasado.
Queda el último en blanco, el inesperado, el que cierra un círculo de papeles.
En las leyes naturales no se puede intervenir. Por eso el pequeño elefante,
al ser atacado por cocodrilos, perderá la cola y la mitad de su trompa.
¿Dormir o no dormir? ¿Estar dormido o estar despierto? Las horas
se consumen en papeles en blanco. El pequeño elefante se alegra
de haber sobrevivido, encontrado a la manada, ser acariciado por su madre.

Salvador Alís









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