sábado, 15 de abril de 2017

ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS

ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS

A veces tengo la sensación (aunque también podría llamarse certeza)
de haber nacido dos veces. De ser verdad esta premisa:
un hombre imagina haber nacido dos veces, ¿qué impide pensar
que nacer dos veces puede significar nacer muchas veces?.
Y concluir que un hombre que nace y vuelve a nacer es eterno.
Si otro yo nace de mí y luego otro yo nace de mi yo nacido de mí,
¿cómo no calcular que otros yo nazcan de mis nacimientos?

Como es lógico, cada yo más reciente será el más inexperto.
Cada yo intentará aprender del yo que lo ha precedido.
Entonces todos aprenderán de mí y yo seré su maestro.

¿Qué puede enseñar un yo primero, fundacional o fundamental?
¿Qué puede decir el que todos esperan que hable?

El yo que nació primero forja una espada o un hacha,
enciende un cristal, convoca un fuego.
Los aspirantes al título de yo serán marcados
con el fino trazo de su destino.
El que me sigue protegerá a su seguidor y éste, a su vez,
al que le sigue. Pero mi espada y mi espejo no saben perdonar.

No sabe perdonar el tiempo que pasa para mí y para mis otros yo.
¿Me sigues a través de este sendero y me preguntas por el sendero?
¿Te pregunta el que te sigue y el que sigue al que te sigue?
He nacido más de una vez, eso creo, pues me duplica el espejo,
me duplica la ignorancia, la serpiente, la interrogación
de la noche, el diurno sueño y hasta la puesta de sol.

Sigues mi copa y mi lápiz, mi viaje y mi arrogancia. Sigues
el camino dibujado. ¿Seguirme a mí por el hecho
de haber nacido antes? ¿En qué se sustenta la intención?

El que nació primero, morirá primero. ¿O no?
Si un hombre ve morir o mata a sus sucesores, ¿que significa?
La caprichosa muerte, la inmortal, también vio nacer otras muertes.
Mejor sumergirse en la piscina, a salvo de la muerte que mata,
de la repetición, de la lógica que se diluye en el agua.

Pregúntame lo que no sé, tú que sigues mis pasos.
Pregúntame por qué nacer y para qué nacer.
Lees el libro que he leído pero no lees todo lo que leí y olvidé.
Escribes un pensamiento y ya quieres saber lo que pienso.

Cuando naciste a mi espalda, mis ojos fijos en la meta.
Mi arco disparó primero, mi flecha se clavará en el centro
de la diana. Tu flecha y la flecha que sigue a tu flecha
tendrán que desplazarme.

Imaginarás un día haber nacido primero, y que otros te siguen
en el sendero que tú hallaste. No es verdad. Naciste
para seguir y ser seguido. Alguien entonces te dirá que tu flecha
no acertó, que para evitar los tropiezos del camino
hay que volver la vista atrás.

Se atraviesa un espejo. Se vive otra vida.


Salvador Alís.










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