domingo, 5 de marzo de 2017

GRANDES PREGUNTAS / SIMPLES RESPUESTAS

GRANDES PREGUNTAS / SIMPLES RESPUESTAS

Creo que alguna vez leí (o tal vez imaginé leer, o estoy imaginando ahora que leí o pude imaginarlo) que un hombre desnudo y muy pobre (tal vez vestido con harapos y portando en una bolsa de tela sucia y descosida algunas monedas), después de un viaje muy largo y azaroso, llegaba a la cúspide de una montaña donde vivía un sabio. Al acercarse a la puerta de la cabaña del sabio, el hombre -cuyos ojos estaban entrenados para ver a sus pies hasta las piedras más insignificantes- vio una escoba apoyada en la pared. Apareció el sabio. ¿Qué buscas? La verdad. La respuesta definitiva. ¿Ves esa escoba apoyada en la pared? Tómala y barre. Cuando la casa este limpia de polvo, pelos y plumas, tú ansiedad de saber será colmada.

De una psicóloga cuyo nombre no recuerdo, estas palabras (más o menos): De nada sirve preocuparse por el pasado ni por el futuro, preocuparse por los problemas que parecen irresolubles. En lugar de preocuparse por..., mejor ocuparse de... Si uno se ocupa de sus problemas, algunos problemas serán solucionados. Sí uno sólo se preocupa, la debilidad de la preocupación le impedirá hallar soluciones.

Los que regalan sonrisas, objetos, confidencias, actitudes y un largo etcétera, muchas veces buscan la contrapartida. Los que discuten por el afán de discutir, buscan la contrapartida. Días y años respetando las reglas, bajo el disfraz de la elegancia incontestable, ¿para qué?

En el mercado de las ideas, tan falto hoy de productos esenciales, dejo esta pregunta sin precio, bajo subasta: ¿Por qué los Altos Líderes no escriben en la actualidad Libros Importantes (al modo de La Odisea, El Capital, Mi Lucha, el Libro Rojo...) y se contentan con escribir virtualmente mensajes cortos (que se ingieren sin masticar en breves segundos)?

Ayer soñé con mi madre. Ha cumplido ciento un años. Yo estaba bien despierto, en la casa de Passatge de Mart. Apareció de pronto a mi espalda. Es la primera vez que me visita en esta casa. Once años han pasado desde su muerte. Once años.

La distancia y la soledad importan tanto como la proximidad y lo compartido. Tres décadas no se explican fácilmente.

Deberás comprar algunas plantas ya crecidas en sus correspondientes macetas. Pájaros las reclaman, gatos las piden, el corazón las echa en falta.

Salvador Alís.






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