TONTOS, OPORTUNISTAS Y CONFABULADOS.
Hace muchos años que en la calle me hablan de usted.
Nadie me conoce pero el trato sigue siendo el que conviene.
Mentiras en los ojos y en los ademanes, esto por esto,
palabras por apariencia y respeto por disimulo.
Al caballo que no tuve, yo tambien le llamé distancia.
Al tonto que me pregunta lo remito a fuente oscura.
Piensa -pues- y estudia, lee, recapacita. Las islas no flotan en el mar
y el mundo no es la esfera ni el mapa de tus descargas.
Tontos, por definición, más de la mitad de los que somos.
Y oportunistas los mismos.Y los mismos confabulados.
Un ejército de cobardes con pantalones caídos, zapatillas blancas
y dudas existenciales.
Un día me iré (sin despedirme siquiera).
De menos no van a echarme el tonto ni el oportunista.
Felices ellos que no viajarán a Itaca, que no verán
consumirse las velas (ni entenderán lo que pasa).
Con las alas del interés y la ignorancia
no se conquistan estos cielos. Nubes sobre nubes son iguales
al estallido no buscado de mi telepatía. Adivino lo que piensas.
Y conozco la respuesta a la pregunta de Aladino.
El universo, el destino y el mundo no se alojan en tu casa
de alquiler. No se juega el gran futuro en la guardería de tus hijos,
ni tú te juegas la vida con tu vida infiel en bicicleta.
Un trayecto ya trazado (por otros) marcará el camino.
Ese camino será válido para ti -yo no lo quiero-,
válido para el tonto, el oportunista y los confabulados.
No me hieren vuestros ataques, y vosotros, antes mis ojos,
soldaditos de mentira, tendreís que hablarme de usted.
Por la edad, por la experiencia, y por la intensidad y la locura,
sé lo que digo y lo que dices, en esta hora y en este dia.
Me debes mi palabra y mi libro, me debes el sabor y el experimento,
el riesgo de ser y hacer y decir lo que pienso y tú no piensas.
Me debe el ángel sus alas y -al ángel- le debo yo las mías.
Palabras y juegos de palabras. Mentiras y juegos de mentiras.
Un enano en las alturas calibra su mira telescópica y su rifle
que anula y no mata, que se convierte en mina y en muerte.
Me doy cuenta que hoy hablar, escribir, aventurar y desafiar,
siendo oficios tan comunes, no son lo más deseable.
A mí me importa un carajo lo que otros confabulen.
Yo me voy a otra isla y hago mis planes sin contar con nadie.
En playas frías me bañaré sin miedo. Bajo las piernas del Coloso,
en un barquito de mierda, sentiré que soy el que no soy, el invisible
que vence cualquier oleaje adverso, el adicto de esta vida
que se contenta con un trago largo y un temblor muy corto.
Tontos los hay a miles, a millones, ingénuos sin maldad, cándidos
y memos, para dormir y fallar. Y, entremezclados con ellos,
los oportunistas de la noche y del toque, los que dudan y cantan,
los que se muestran pavos reales, los que fingen que se ríen.
Cítame por la mañana pero duermo por la noche. Duermo
en país ajeno. Duermo apostando tu dinero. Duermo a tu pesar.
Duermo aunque te pese. Nada tengo que hacer, ni pensar,
duermo por lo tanto y tú acatarás mi sueño, y dormirás sin verme.
Dibujitos de la muerte, sin mayores pretensiones.
Te los ofrezco sin precio, puedes pensar lo que quieras...
A mí no me cuestan nada (pero son míos, yo los hago).
Tu trastorno es mi valor y así me doy por pagado.
Salvador Alís.